Análisis de Reality Fighters

Es interesante lo que pretende hacer Reality Fighters: un juego de lucha en el que los personajes tienen nuestra cara y los escenarios son el mundo real. Una variante arcade y videojuerguista de quedar en un aparcamiento a romperte la cara; también más luminosa y cartoon, claro, y con menos cicatrices después de pelear. La apuesta por la realidad aumentada de Novarama continúa aquí, pues, tras el éxito de Invizimals; los resultados son desiguales. No es un juego dirigido a la competición más hardcore, como Street Fighter IV; no lo necesita, tampoco, pero aun así se las apaña muy bien. La profundidad de los combates es la justa para que no sea difícil, a poco que hayamos jugado a algún juego de lucha, defendernos controlando a nuestro avatar. Unos cuantos combates del modo historia bastan para ir aprendiendo movimientos, y cuando lo terminamos (no se tarda demasiado) el maestro Miyagi nos habrá enseñado lo suficiente como para que podamos lanzarnos a lo salvaje seguros de nuestras posibilidades. Para enfrentarnos al mundo lo mejor es tener a nuestro personaje guapete. Con el editor de Reality Fighters, uno de sus platos fuertes, podemos crear luchadores parecidos a nosotros, capturando nuestra cara con la cámara de Vita, pero también es posible dar rienda suelta a la imaginación y sacarse de la manga los monstruos más extraños que se nos pasen por la cabeza. El número de prendas y accesorios que podemos ponerle a nuestras creaciones es altísimo, y vamos desbloqueando piezas nuevas a medida que jugamos, gracias a unos puntos que podemos ir canjeando. Cuanto más jugamos, más completo es el editor; un buen aliciente para darle caña, porque tunear a nuestro personaje es divertido y útil: algunos accesorios tienen efectos en el combate. No hay mucho más allá de eso, y Reality Fighters tarda demasiado poco en quitarse la máscara y revelarse como una demostración técnica de las posibilidades de la realidad aumentada más que otra cosa. Una especialmente discutible: en un juego de lucha, y este no es excepción, es muy importante ejecutar con precisión nuestros movimientos, algo que no siempre es tan sencillo como debería. Al depender del giroscopio de la consola para jugar, es muy habitual que si no estamos en un sitio donde podamos usar la tarjeta de referencia para la realidad aumentada los movimientos de la cámara nos pongan una zancadilla tras otra, desconcentrándonos y dificultando la partida. Esto es un problema grave. Un juego para portátil no puede no prever que la consola va a ser usada, en muchas ocasiones, en lugares donde ni la estabilidad será la mejor ni tendremos demasiadas posibilidades de movernos para seguir el combate. Que se pueda jugar en alguno de los escenarios por defecto, fotografías preparadas para simular el efecto de la cámara y giroscopio de la consola, no es una alternativa viable, porque el resultado tampoco es perfecto y el problema del movimiento sigue estando presente. Desactivar todo esto sería lo ideal para poder disfrutar de los combates en paz, pero esa opción no existe; esperemos que la añadan con un parche, porque es un lastre terrible para el juego. Reality Fighters sabe hacerse querer por algunas cosas, pero sus puntos flacos son de los que es difícil pasar por alto. Es una buena forma de probar la realidad aumentada, un juego interesante y con lo necesario para divertir, pero que no termina de dar la talla como parte del line-up de lanzamiento de una consola como Vita. Tiene margen para la mejora, sí, pero poco sentido de la oportunidad: teniendo otros juegos de lucha para Vita ya a la venta y previstos para dentro de no tanto, Reality Fighters no pasa de experimento curioso al que ni Pat Morita ni el delirante sentido del humor, tan kitsch y encantador, consiguen hacer brillar. [6]