Once años después de su anuncio oficial, Diablo III veía por fin la luz con una acogida algo dispersa, como decía José María García había división de opiniones: unos se cagaban en su padre y otros en su madre. El caso es que sus últimos meses de gestación estuvieron sazonados con el rumor de que podría salir también en consolas. Hay quien asegura que esto sucederá más pronto que tarde, pero por algún motivo que se escapa a mi justita comprensión en Blizzard consideraron que los sucios y vulgares consoleros no merecían, al menos de momento, catar ese gran reserva con más de una década. La experiencia nos ha enseñado que cuando algo funciona en esta industria no faltará quien lo copie, y viendo el hueco que había dejado Diablo III en los corazones de sonyers y boxers, era solo cuestión de tiempo que alguien se sacudiese los modales y se abalanzase sobre esa croqueta de la vergüenza que nadie se atreve a comerse. Hoy sabemos que ese impulsivo granuja se llama RAW: Realms of Ancient War. El otro día oía en ese programa imprescindible para todo hombre de bien que es ¿Quién quiere casarse con mi hijo? algo que me desconcertó. Una joven de rasgos un poco duros (fea, sí) criticaba con rencor a otra chica que se le había adelantado en esa caza del zorro vergonzosa e indigna, una damisela de grandes curvas y pequeñas prendas. El argumento arrojadizo era algo así como «si le quitas esas tetas, ese culo, esos labios y ese pelo, ¿qué te queda?». Mi respuesta mental fue casi un relámpago: me quedas tú, jodido monstruo. Ahora cojamos el transportador de analogías absolutamente idiotas y extrapolemos la situación al análisis que nos ocupa: en efecto, para que os hagáis una idea, si a Diablo III le quitamos lo que mola, nos queda RAW. La naturaleza derivativa del juego de Wizarbox es tan flagrante que alguien debería coserle un sello en la pechera y mandarlo a un gueto lleno de juegos tristes y famélicos de talento. Una historia sin el más mínimo interés por atraparnos en una ambientación mil veces vista que ni se molesta en aplicarse algún matiz o contextualizarse de algún modo es la primera piedra en un olvidable monumento a la incompetencia, la desidia y la ineptitud. La mecánica de los Diablo y tantos otros hack’n’slash con mazmorras y rapiña (así llamo yo al looting), esa en vista isométrica, con tres clases, golpes cuerpo a cuerpo, ataques a distancia, magias, una barra de vida, una de maná, etc., viene esta vez desprovista de cosas tan esenciales como un condenado mapa. No es solo el ir descubriendo el cuadradito negro de lo inexplorado, que también, sino el tener una referencia para orientarnos más clara que la inane flechita que nos señala la dirección del objetivo al pulsar un stick. Cuando estás en unas laberínticas minas enanas, que te señalen la dirección de la salida sin saber cuál es el camino es tan útil como el ancestral método del pito pito gorgorito. El combate es otro desastre lamentable. Los combos son idénticos en cada pulsación y hasta podemos desplegar todos los golpes del ataque normal manteniendo el botón pulsado. El ataque fuerte está mal calibrado en su movimiento y hace que nos pasemos de largo al objetivo. No podemos interrumpir ataques enemigos, de modos que puedes estar pegando hachazos a un esqueleto sin que este se inmute y siga disparándote flechas con su arco hasta morir. No tenemos acciones para esquivar ni bloquear, así que solo nos queda huir manualmente y seguir machacando botones sin ningún tipo de armonía e irnos chutando pociones de salud con el gatillo derecho. Es lo peor del hack’n’slash pulido de cualquier impureza positiva o enriquecedora y servido en una taza de pulcra indiferencia hacia sí mismo, humeante y grumoso. Quizá lo más dañino para RAW es lo que menos se ve a simple vista: su sistema de niveles. Atended: ganamos experiencia (que se refleja en una barrita amarilla entre la salud y el maná) a base de aniquilar enemigos, pero solo podemos avanzar un nivel en cada escenario. Esto no debería ser problema con una gestión adecuada de los combates y las misiones, pero por lo visto eso era demasiado pedir. Basta avanzar menos de la mitad del escenario para que alcancemos un nivel extra y la barrita se congele, de modo que nos quedamos sin ningún tipo de estímulo para darnos de hostias hasta la siguiente fase. Pulsar botones entre cabezada y cabezada ya era de por sí tedioso, pero hacerlo sin que tenga ningún sentido más allá de rapiñar algunos objetos y monedas es más de lo que alguien que valora su tiempo de ocio debería tolerar. RAW: Realms of Ancient War es el catenaccio del action RPG, un despliegue de la ley del mínimo esfuerzo como elemento fundacional de un proyecto sin el más mínimo atisbo de pulsión creativa. El resultadismo del zampabollos del género que se conforma con lo que le den, más por la inercia de reconocer en él algunas dinámicas familiares que por el producto en sí. Un señor gris y bajito, de hombros caídos y mirada vacía, que dice «meh» cuando le golpeas un hombro y le preguntas qué tal le va la vida. Un pan sin sal. Un pechofrío. Una pérdida de tiempo envuelta en un apartado técnico pasable que quizá, y solo quizá, sea lo único que le salva de convertirse en el coco del año. [4]
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Que trasladen Torchlight 2 a las consolas y se dejen de mierdas. Ese juego es todo lo que Diablo 3 tendría que haber sido y no es.
Por esas analogías, y ese uso del lenguaje (pechera, joder) leo yo esta Santa web.
Vaya, que desilusion con las ganas que tenia de pasarmelo con mi señora despues de acabar el Lara Croft…
Esta frase me ha encantado.
Llevo tiempo buscando un diablo-like para consolas para jugar en cooperativo con 3 o 4 mandos con colegas en una misma consola… pero parece que ni este ni ninguna alternativa merece la pena.
¿alguna sugerencia?
Lo mejor de este juego es esta review.
Probé la demo y me pareció horrible.
un truño vamos
Este analisis es muy divertido. Es lo que opino.
Hay dos tipos de análisis de jueguicos en este mundo: los que hace @pinjed y los que hace el resto del universo. Para variar, felicitaciones.
Menos mal que aun nos queda Torchlight 2.
Dios cómo me he reído con el análisis, pero esto es genial: