Análisis de Resident Evil Revelations 2 – Completo

Este análisis corresponde a la versión íntegra de Resident Evil Revelations 2 y se complementa con la reseña del primer episodio.

Al final de Resident Evil Revelations 2, el último jefe del juego exhibe la maniobra más clásica de la franquicia desde las macetas verdes y la munición más o menos escasa: se inyecta una mierda de color chillón y multiplica por diez su tamaño no sin antes retorcerse de dolor y hacer algún tipo de manifiesto definitivo frente a los siempre atónitos protagonistas. La declaración final en esta ocasión, “vivir no es suficiente, quiero trascender”, resume a la perfección dos cosas: una, la moraleja de todos los juegos de la serie Resident Evil, que la ambición desmedida te convierte en un monstruo (o que la ciencia es el demonio, pero esto da para un artículo aparte); y dos, el propio pulso comercial de la saga, que lleva años perpetuándose como uno de sus monstruos hipertrofiados y llenos de apéndices y cosas viscosas palpitándoles por todo el cuerpo. Sabe de sí mismo que es inviable, que ya no tiene sentido seguir respirando; pero sus aspiraciones son tan delirantes, tan desconectadas del mundo real, que le sirven de combustible para alcanzar hasta donde los músculos (y no el sentido común) le alcancen.

Decía Yahtzee en uno de sus vertiginosos vídeos que desde RE3 parece que en Capcom elijan a los protagonistas de cada juego lanzando dardos sobre un panel lleno de fotografías de personajes de RE y RE2. Tiene toda la razón: el hilo narrativo de la serie ha ido avanzando por donde ha podido, como una riada que ocupa huecos imprevistos y toma rutas impensables. Quizá la veteranía de sus guionistas no permita que, como con las riadas, cunda el pánico y la gente tenga que huir de sus casas, pero desde luego la historia sí está todo lo lejos que puede de cualquier tipo de congruencia o necesidad creativa. Aquí solo tiene cabida la propia lucha de Capcom por seguir con su franquicia entubada y conectada a una máquina que mantenga la sangre fluyendo, con respiración asistida y poco espacio a la dignidad.

Si ignoramos esa cuestionable decisión mercadotécnica y nos echamos a la espalda los cuatro episodios principales, los dos extra y el modo Asalto, el conjunto de Resident Evil Revelations 2 es sólido sin más ambiciones. Sabe desde el minuto uno que no tiene asiento en la zona VIP (o AAA) de la saga troncal y consigue convertir eso en una ventaja a su favor, como si supiese que hay una diferencia abismal entre las expectativas que levantan un Revelations 2 y un hipotético RE7, y de algún modo se atreve un poco más a exponerse a errores y experimentos con la mecánica, y sobre todo no se toma nada en serio el disparate de serie B que es su argumento.

Desde su entrada en escena inicial, Barry Burton no deja de hacer bromas y chacarrillos directamente relacionados con sus anteriores apariciones en otros juegos. Su humor se convierte en una especie de conexión entre Revelations 2 y el jugador con experiencia en la serie, una suerte de parodia autoconsciente sin ninguna intención de dejarse dominar por el drama o algo tan burdo y ajeno a la franquicia como el realismo. La cantidad de disfraces ridículos desbloqueables o el desarrollo del modo Asalto, donde uno combate a zombis de fuego con balas de hielo y otros delirios similares, terminan de cristalizar la impresión de que este podría ser el camino que le conviene a la saga mientras sus propietarios sigan resistiéndose a dejarla morir. Porque un cadáver maquillado como un payaso siempre será, como poco, digno de ser visto. [7]