Análisis de Resistance 2

Una de las cosas buenas de ser un fanático descerebrado de una desarrolladora de juegos manirrota en concreto es que cuando la compañía de tus amores, SEGA, se va al carajo, descubres que no todo empieza y acaba en un erizo azul y una tirita pegada a la mejilla de un japonés que busca venganza por la muerte de su padre, por gloriosos que sean, y que hay multitud de gente ahí fuera capaz de escribir líneas de código que te pueden hacer pasar un buen rato. Este es el caso de Insomniac Games, compañía de la que nunca habría jugado un juego si las raíces de Segata Sanshiro aún siguiesen arraigadas en más corazones que el mío. Segata, te echamos de menos. Never forget. Esto nos lleva a Resistance 2, juego de tiritos que nos trae la hermosa Sony. Cada día más hermosa. Y mira que antes la odiaba. Pero la odiaba a muerte. Todo lo malo del mundo lo habían hecho ellos. Desde crear el virus del SIDA a matar a SEGA pasando por la marcha de Figo al Madrid. Eran la SPECTRA del mundo de las consolas. Pero ahora son la SEGA de antes, con el encanto de ese boxeador que se levanta tambaleante, ido y desorientado sólo para volver a caer a los pocos instantes. ¿Quién se puede resistir al atractivo del perdedor? ¿A una compañía que tenía el mundo cogido por los huevos y cuyos huevos ahora se desayuna con bacon Nintendo cada mañana? Qué de vueltas da la vida, y todo lo que antes era prepotencia y soberbia ahora es amor y más amor. De verdad, ahora sonier hasta la muerte. Radical Ed es una pequeña ratita Pikmin comparada conmigo. Obvia decir que soy un poco neófito en la saga Resistance y que no jugué a la primera parte más que unos minutos a través de una olvidable demo a la que presté la misma atención que presto a los consejos del resto del staff de esta santa casa, lo cual me permite juzgar el juego sin estar contaminado por su precuela que, al parecer, tenía más cosas en su debe que en su haber. No voy a hablar de lo que Resistance 2 mejora sobre Resistance ni ser indulgente por ello. Pondremos a parir a Resistance 2 por lo que es. De todos modos, he de reconocer que cierta simpatía sí le tenía al jueguico en cuestión ya que como soy un reseñador extremadamente meticuloso, me puse a buscar algunos vídeos por YouTube que me pudiesen ahorrar el jugar 10 ó 12 insustanciales horas. Y chicos, fue ver el tráiler y caer rendido ante los encantos del juego. Vive le resistance! Resistance 2 nos pone en el pellejo huesudo de Nathan Hale, protagonista de la primera parte, en la que arrasamos a nuestros enemigos y vencimos con toda contundencia. O podríamos dejarlo en que nos pasamos el juego, ya que el hecho de que nuestros enemigos pasen de Inglaterra a invadir America y seamos el único superviviente del título original no es lo que yo definiría como victoria. Empate quizás, pero no victoria. Lo del nombre es cuanto menos curioso… Que el protagonista de Resistance 2 se llame prácticamente igual que el de Uncharted, Nathan Drake, nos debería decir algo acerca de los tiempos que corren en Sony actualmente. Es algo así como si los estudios internos de Sony no se hablaran o se hiciesen la puñeta entre ellos. O eso o hicieron una porra y los nombres para elegir al protagonista eran Nathan, Mario, Kirby, Iwata, Yamma y Yoshi. Porque si no es que no lo entiendo. ¿Nathan Hale? ¿Nathan Drake? ¿De verdad no había más nombres? ¿No pagan la factura del internete para enviarse emilios? Incomprensible. Por cosas como ésta amo tanto a Sony. Retomemos el hilo. Jugando en primera persona debemos repeler la invasión de unos asquerosos extraterrestres con todo tipo de armas a nuestro alcance siguiendo el esquema que ha popularizado Halo. Resistance 2 nos pondrá en situaciones multitudinarias con grandes espacios abiertos en los que, con tu grupo en marines atontaos incapaces de echarte una mano, la resistencia deberá librar duras batallas. Técnicamente el juego es bastante aparente. El motor gráfico que ha creado Insomniac nos ofrece escenarios grandes con una buena densidad de enemigos, llegando a ser descomunales en algunos casos. Como punto fuerte se debe destacar la iluminación, capaz de crear bellas estampas en los parajes rurales y dando una buena ambientación cuando el momento lo requiere. Amén de los enormes enemigos a los que ocasionalmente deberemos enfrentarnos, que son capaces de crear una escala hasta ahora pocas veces vista en videojuego alguno y que contribuyen a crear un apartado técnico ciertamente notable. Esto constrasta con unos escenarios muchas veces realmente anodinos o con unos enemigos comunes cuyos modelados son francamente horrendos, lo cual me lleva a manifestar y concluir que parte de este capital técnico es desperdiciado por un apartado artístico, a mi juicio, realmente deficiente. Los enemigos principales son las quimeras, una especie de lagartija homínida que lleva un pack de pilas alcalinas en la espalda. El problema de dichos enemigos es en parte su escasa ferocidad y su pobre animación, acompañada de una actitud cuanto menos sospechosa que trataré con más profundidad cuando abordemos el tema jugable. No obstante, y a pesar de todo, el juego raya a gran nivel llegando en ocasiones a tener detalles sobresaliente, aunque conformando un compendio de luces y sombras que empaña, quieras que no, el resultado global. En el aspecto jugable Resistance 2 es un shooter bastante solvente, con la mayor virtud que ello implica, y es que es jodidamente divertido. Posee un buen ritmo de juego, combinando con acierto las zonas de grandes batallas multitudinarias con las zonas de exploración y habilidad, y cuenta además con un diseño de niveles en ocasiones bastante inspirado. También ayuda la variedad tanto de enemigos como de armas, algunas bastante originales y divertidas de utilizar, y es que eso es algo en lo que todo FPS que se precie debe intentar sobresalir. No es que destaque, pero al menos lo intenta, y cumple. No obstante, a pesar de estar claramente inspirado en Halo, tiene algunas carencias realmente alarmantes que le impiden codearse con los grandes del género. Para empezar, la IA de los enemigos es muy deficiente. En ese aspecto, Resistance 2 es una especie de máquina del tiempo que nos traslada de golpe y porrazo a 1996, por decir algo, con unos enemigos que daría bastante igual que fueran seres vivos o torretas mecánicas, ya que la mayor parte del tiempo se dedican a atacarte con los pies fijos en el suelo como si calzasen zapatillas de hormigón, y en el mejor de los casos se dedican a embestirte cual torito bravo. ¿Cubrirse? ¿Emboscar? ¿Huir? Nada, ni un mínimo de actitud de supervivencia, ni un atisbo de inteligencia. El juego prefiere abusar de enemigos con gran resistencia y potencia de fuego, o de situar un mayor número de rivales en lugar de enfrentarte a otros más inteligentes. En este sentido, está mucho más cerca de Doom que de FEAR o Halo. Otro punto en contra, y más en este tipo de juegos, es que muchas situaciones de Resistance 2 están fuertemente predefinidas o, como dirían los gafapastas, funcionan a base scripts. Los enemigos aparecerán por las mismas esquinas, harán el mismo recorrido y se comportarán de igual manera hagas lo que hagas, evitando así la rejugabilidad ya no en sucesivas partidas, sino incluso en la primera. Un ejemplo bastante claro: hay un tipo de quimeras, una especie de depredadores con camuflaje óptico, que te atacan y matan sin que tú tengas apenas tiempo de verlos, lo que crea una gran inquietud cuando te atacan varias a la vez. Pero claro, si cada vez que mueres y reinicias dicho enemigo aparece por el mismo jodido lugar, la sensación de agobio y tensión que debería provocar queda reducida a un mero chiste. Y la verdad es que es una lástima. A pesar de todo lo dicho y toda la bilis vertida en estas líneas el conjunto global es más positivo de lo que se pudiera pensar. Es difícil de explicar, pero el juego es como el baloncesto: tiene intangibles que pueden hacer de un tarugo como Carlos Jiménez un imprescindible para la mayoría de entrenadores. Para mí es un tarugo pero el tío sigue ahí, juega que te juega y yo en mi casa escribiendo de maquinitas. Es divertido, intenso y muy fácil de jugar. El juego, no Jiménez, por supuesto. Lo cierto es que no sobresale en lo técnico; está bien pero no genial, que diría Homer. Y jugablemente es más sencillo que el mecanismo de un botijo, pero aun así tiene un extraño encanto que nos lleva a pensar que es algo más que la suma de sus partes. Es como esa chica bajita, flacucha, de tetas pequeñas, que no destaca en nada y sin embargo es agradable en todo. Resistance 2 es esa chica. La del fondo de la barra del bar. Sola, simpática, disponible. Quizás sea su sonrisa, quizás que es más sencilla que otras o quizás que es mucho más guarra que la mayoría y te hace de todo sin preguntar, pero lo cierto es que con sus muchos defectos y pocas virtudes, con su simpleza y su nobleza, he disfrutado como un enano con este juego. Sencillo, directo, jugable y honesto. Se parece a mí. Me ha faltado poner humilde. Yo me lo he pasado teta. Nota: 7 P.D: El juego tiene grandes opciones online que ni me he molestado en probar porque creo que jugar a las maquinitas por el internet es el Gran Satán y que todos los que lo hacéis sois unos sociópatas alinenados. Pero como qui paga mana, he rebuscado en análisis de otras páginas y leo que podrás jugar con 60 amiguines/desconocidos gratis y montar grandes batallas en las que sentirte todo un soldadote recio y fornido, pudiéndote evadir así de la triste realidad. Además, incluye un modo campaña con cooperativo para ocho jugadores (aquí iría un emoticón de incredulidad/alucinamiento porque se ve que es algo que es la leche) con el que harás temblar los cimientos de tu mundo. Estoy seguro de que Resistance 2 llenará con su modo online ese hueco ingrato de tu cama en estas frías y solitarias noches de invierno.