Dependiendo desde qué punto de vista miremos, el puzle puede desempeñar diferentes funciones en un videojuego. Dentro del mismo título, según nos pongamos las gafas de un diseñador, de un director o de un guionista, un rompecabezas puede leerse como un simple mecanismo para recompensar al jugador, como un elemento ideado para el aprendizaje, o como un sistema diseñado para conocer a una serie de personajes y sus motivaciones. Desde el ámbito de la narrativa, el puzle tiene un amplio recorrido como herramienta para controlar el ritmo de la acción. Una historia sencilla y breve puede alargarse y hacerse más compleja mediante el uso de los puzles sin necesidad de añadir arcos argumentales o conflictos. Además, dentro de la trama, el puzle funciona como una especie de oasis que nos ayuda a asimilar la información anteriormente recibida y profundizar de manera emocional en el universo que exploramos.
Dentro del desarrollo independiente, los juegos de puzles narrativos minimalistas se han convertido en una especie de subgénero. Con apartados artísticos potentes, rompecabezas ingeniosos, e historias que necesitan de estos mismo componentes para poder desplegarse, estos juegos, accesibles a cualquier tipo de persona interesada, parecen por su sencillez, tanto una puerta de entrada a los videojuegos para muchos como una nueva rama dentro de los títulos relajantes y feel good. Por muy bueno que sea (y lo es) el reciente Baba Is You, siempre es más más fácil mantener interesado al jugador cuando tenemos algo que contar. Cuando, más allá de la satisfacción por superar obstáculos y culminar un proceso de aprendizaje, encuentra un camino por recorrer y unas cuestiones que contestar.
Desarrollar un juego de puzles como She Remembered Caterpillars no es tan sencillo como parece. El título, basado en la lógica, utiliza los colores para presentar puzles clásicos en los que la clave está en las limitaciones del escenario. Para encadenar los diferentes niveles, encontramos al empezar fragmentos de una conversación entre un padre y una hija que, poco a poco, nos descubren una situación tan sensible como dramática. Junto con su precioso diseño visual She Remembered Caterpillars tiene, sobre el papel, todo para triunfar. Sin embargo, no consigue poner a trabajar en conjunto sus fortalezas.
Narrativamente, She Remembered Caterpillars cuenta una historia interesante que va creciendo conforme avanzamos. No obstante, el planteamiendo inicial es confuso y se desdibuja ante los puzles. La decisión de descontextualizar las frases tiene un motivo fácilmente identificable: intentar que el jugador recapacite sobre cada uno de los momentos mientras resuelve el rompecabezas. Crear un espacio para la conexión emocional. Sin embargo, el hecho de que los puzles parezcan en un primer momento ajenos a lo narrado, junto con la dificultad de la música para indicarnos el tono sentimental en el que nos encontramos, produce que en ocasiones, especialmente durante los primeros minutos, sintamos la historia como una excusa o, incluso, que decidamos no leer los fragmentos más pesados.
A los puzles les pasa exactamente lo contrario a la narrativa: van de más a menos casi sin que nos demos cuenta. Cada uno de los niveles de She Remembered Caterpillars nos sitúa en un escenario en apariencia simple por el que se mueven dos o más esporas de colores. La espora roja será la única que podrá atravesar los puentes del mismo color mientras que será rechazada por ciertos apéndices colorados en zonas determinadas. La meta consiste en colocar a todas las esporas en las zonas indicadas, realizando una serie de movimientos en un orden determinado. La base es similar a los acertijos de cruzar el río en barca con varios elementos —una cabra, una col y un lobo— que no pueden quedarse agrupados de cierta manera en la orilla (el lobo no puede quedarse a solas con la cabra, ni esta con la col). En cada nueva fase se introduce una nueva mecánica o color, de manera que pasamos de manejar colores sencillos como el rojo, el azul y el amarillo, a trabajar con sus combinaciones, mezclandolos para atravesar puentes verdes o morados y separándolos para evitar ser castigados por los apéndices.
Pese a que el juego no nos plantea ningún tipo de reto en cuanto a números de movimientos, la satisfacción derivada de comprender ciertas mecánicas —por ejemplo, la de que está permitido atravesar un puente rojo siendo morado, porque el morado contiene el rojo, pero no atravesar los apéndices morados siendo rojo, porque este color se necesita para la mezcla— es más que suficiente. El problema, es que en cierto momento la cantidad de reglas y mecánicas se hace abrumadora y es evidente que el juego escoge cantidad sobre calidad al descuidar el ingenio con el que se diseñan los mapas.
Aunque el apartado visual es llamativo y sobresaliente, no parece funcionar en conjunto con la música, que en ocasiones, y sin ningún input por parte del jugador, toma un tinte frenético, casi dramático, que es fácil confundir con el buen sistema de pistas que el título tiene implantado. Y ese sistema no es su única concesión a la accesibilidad. Como bien indican en el menú, She Remembered Caterpillars tiene varias opciones para que los daltónicos de cualquier tipo puedan disfrutar del título en igualdad. Un pequeño gesto que elimina las barreras de entrada para personas con diversidad funcional.
En Switch, consola que en un primer momento podría parecer el escenario perfecto para este tipo de juegos, podemos disfrutar She Remembered Caterpillars usando un solo Joy-Con, cambiando la espora que manejamos con R, realizando las mecánicas con los botones y controlando el movimiento con el stick. No obstante, la palanca es menos precisa de lo que podríamos desear (especialmente cuando queremos movernos hacia el fondo del nivel) y, aunque no llega a perjudicar el juego, sí que resulta molesto en ocasiones.
She Remembered Caterpillars es un juego agradable que da lo que promete: unos puzles interesantes, una ambientación agradable y una historia sensible. Sin embargo, es imposible obviar que durante los tres años que ha tardado en dar el salto a Switch, varios estudios independientes han refinado el género y, en 2019, las orugas ya no tienen tanto que decir. [7]
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Buen análisis.
No he podido evitar por algún motivo pensar en lso juegos de Amanita Design, que creo qeu aunque lleguen tarde a Switch, sus mecánicas siguen estando disfrutables y rejugables.
Jugué este juego en versión Demo hace 4 añitos o 5, y creo que quedé satisfecho, ya veré si un día hay ganas de darle un tiento a la versió completa.
A nivel visual se ve chulo