Un análisis de Slay the Princess: The Pristine Cut

Esto es una historia de amor

El juego de Black Tabby Games regresó un año después con más cantidad y la misma calidad. Una visual novel tan terrorífica como apasionante en la que todo está en juego.

En Slay the Princess tenemos que dar muerte a una princesa, el título se explica por sí solo. Más allá de sumar un granito de arena al exterminio de la monarquía, esta visual novel capaz de sorprendernos al girar cada una de las esquinas que esconde su guion merece ser destacada porque contiene un relato vehiculado por un profundo amor. Es importante empezar por ahí; de hecho el propio juego de Black Tabby Games comienza con una serie de aclaraciones que nos preparan para abordar este viaje con toda la información necesaria para no perdernos por el camino: «No hay finales prematuros. Tampoco hay decisiones incorrectas. Sólo diferentes perspectivas y nuevos comienzos. Esto es una historia de amor».

El punto de partida de Slay the Princess es tan sencillo como directo. Estamos en un camino en medio de un bosque y, al final de dicho sendero, hay una cabaña. El Narrador nos explica que en el sótano de la cabaña aguarda una princesa a la que deberemos asesinar porque de no hacerlo ella acabará con todo el mundo. Antes siquiera de ver a la princesa por primera vez, este personaje con ciertas trazas de omnisciencia y con un firme empeño en dirigir nuestra acción nos advierte de que no hagamos caso a las triquiñuelas de este poderoso ser que aguarda en la cabaña, ya que ella intentará engañarnos, convencernos de que supone una amenaza inexistente y que lo mejor que podemos hacer en realidad es liberarla. A partir de aquí, comienza la ramificación en función de las opciones de diálogo que escojamos porque, seamos sinceros, aquí claramente hay gato —tenga o no corona— encerrado.

Al héroe que controlamos le surgen muchas dudas, todas ellas bastante comprensibles: ¿Cómo va a acabar una princesa con todo el mundo? ¿Quién la encadenó en un sótano de una cabaña? ¿Por qué yo debo encargarme de esto y no puede hacerlo otra persona? ¿Acaso no está mal asesinar a alguien, por muy princesa que sea? El Narrador se encarga de responder de la forma más evasiva que se le ocurre para que, hagamos lo que hagamos, terminemos en esa cabaña frente a la princesa. Una situación tan sencilla como esa, plantarnos en el sótano para acometer la misión que se nos ha encomendado, pero, ¿lo haremos blandiendo una afilada hoja o con las manos vacías? ¿Habremos alertado a la princesa de nuestra intención o tantearemos el terreno antes de aventurarnos? ¿Nos cautivará su voz angelical o nos mostraremos fríos y decididos a la hora de asestar el golpe mortal?

Slay the Princess: The Pristine Cut nos plantea muchas opciones para que optemos por el camino que nos parezca adecuado, sea por curiosidad, por convicción o por puro entretenimiento. Lo bueno es que, como nos advirtieron al principio, no hay decisiones incorrectas; algo que comprenderemos muy pronto una vez termine nuestro encuentro con la princesa. Cuidado a partir de aquí con los spoilers quien quiera llegar al juego sin mayor conocimiento, pero resulta imposible proseguir sin revelar que la princesa, pese a su imagen inofensiva, no es nada fácil de matar. Incluso si encontramos una de las formas de hacerlo es bastante probable que muramos en el intento. Pero la muerte nunca fue el final.

Pese a que El Narrador niegue la mayor, nosotros sabemos que ya hemos estado en ese camino en mitad del bosque. No se trata de una forma de hablar, ¡hemos estado ahí! Estuvimos, fuimos a la cabaña, hubo un encuentro mortal y… hemos vuelto al punto de partida. Pero algo ha cambiado, esta vez no se da un diálogo entre El Narrador y el protagonista, ya que otra voz ha aparecido en nuestra cabeza. Esta situación merece cierta atención antes de deducir o no si queremos volver a dar muerte a la princesa, porque el mundo sigue en riesgo, por supuesto. No obstante, por ahora, todo vuelve a ser un mar de dudas: ¿Quién es esta voz con una característica principal de su personalidad tan marcada como para darle nombre? Si la princesa no fue asesinada, ¿destruyó el mundo? ¿Por qué El Narrador ignora que tras morir hemos entrado en una suerte de bucle? ¿Acaso hay forma de resolver esto bien?

Muchas preguntas a las que daremos respuesta a lo largo de la partida; la paciencia y la curiosidad son mejores armas que el enclenque puñal con el que pretenden que asesinemos a la princesa. Incluso existe un good ending canónico, aunque ese desenlace tampoco es el final del juego. Slay the Princess: The Pristine Cut se reserva más giros en nuestro constante retorno a la cabaña de la princesa, como si de un castigo divino se tratara. Cuanto más sabemos más chocamos con El Narrador y su falta de transparencia. Cuanto más avanzamos más cambios y extrañezas percibimos tanto en la cabaña como en las distintas versiones de la princesa que encontramos. Y cuanto más morimos… más diálogos rebosantes de belleza encontraremos, todos ellos enmarcados en un contexto casi cósmico que escapa de nuestra comprensión existencial; algo bello en si mismo y también capaz de zarandear nuestra mente ante una serie de planteamientos que, quizá, resulten más eficaces que la tozudez de El Narrador a la hora de guiar nuestra acción. Aunque eso, como todo, estará siempre en nuestra mano. 

La pregunta que debemos plantearnos es: llegado el momento, si tuviéramos que decidir entre la persona que amamos o la mismísima existencia de todos los demás, ¿qué escogeríamos? Es una situación que hace un par de meses nos estalló en la cara a quienes vimos Arcane la aclamada serie basada en League of Legends— con la trama de Ekko, quien en la 2.ª y última temporada de la serie se encuentra en tal tesitura —una en la que por suerte no me veré nunca, pero en la que el héroe debe elegir el bien común por encima de su propio interés—; resulta harto complicado caminar de puntillas sobre este asunto, pero es uno de esos momentos que mejor no estropear a cualquier espectador potencial. Casi cualquier ejemplo de esta índole orbita la peligrosa atmósfera del planeta spoiler, pero puede servir como ejemplo el desenlace de Marvel’s Spider-Man, por quedarnos en los videojuegos, aunque en ese caso está en juego Nueva York que, por mucho que se empeñen las obras culturales estadounidenses en vender lo contrario, no representa a todo el planeta.

Habrá quien no sea capaz de decidir, quien tenga claro que el bien común es lo primero y, por supuesto —más aún en un videojuego, que el amparo de la ficción jugable nos protege de (casi) cualquier cuestionamiento ético real—, quien opte por gritar «¡tonto el último!» y salvar su pellejo. También habrá quien lo quiera todo a la vez. Lo bueno de que Slay the Princess: The Pristine Cut tenga varios finales es que, si lo rejugamos, podemos tenerlo todo. Un todo que con esta edición publicada un año después —el original salió a la venta en octubre de 2023— crece, ya que incluye un tercio más de contenido entre nuevas princesas, más de 2.500 líneas de diálogo o un nuevo final. 

Desde Black Tabby Games ya nos advirtieron que no hay decisiones incorrectas. Podrían referirse a que no las hay dentro de Slay the Princess —de hecho, lo hacían, no nos pasemos de poéticos aquí—, pero es un mensaje fácilmente extrapolable: Incluso lo que consideramos una mala decisión, al final ha contribuido a llevarnos hasta donde estamos. Quizá se trate de un final prematuro, puede que sea la oportunidad de abordar lo que conocíamos desde una perspectiva diferente o, por qué no, un nuevo comienzo. Lo que de verdad importa es que en la serie de toma de decisiones que conforma nuestra existencia finita demos cabida a, al menos, una historia de amor. 

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Graduado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la universidad de lo de Cifuentes, Juan es una de las voces de NAT Moderada y ha colaborado en medios como BreakFast, Desayuno Continental y Cocinando Fandoms. Observador nato, le encantan los gatos y si algún día ves que te mira intensamente es porque quiere grabar un podcast contigo.

  1. carndolla

    No había escuchado nunca acerca de este juego y a l segunda frase del 2º párrafo he decidido saltarme casi todo el texto (perdón) para poder catarlo más a la seca. Pinta bien.