En un género entregado a las locuras del progreso futurista que solo se permite retroceder en momentos puntuales de sobrecarga temática (Battlefield 1 y, se rumorea, el próximo Call of Duty), la serie Sniper Elite se ha convertido en una especie de nicho, una saga de culto a la que acuden quienes buscan matar fascistas vintage sin perder la perspectiva arcade del one man army y el rigor histórico-balístico más bien relativo. Y da la impresión, viendo su trayectoria en la última década y media, de que Rebellion Developments ha ido descubriendo poco a poco esa parcelita que se le da bien aprovechar, una fracción limitada y en unas tierras poco vistosas alejadas de los triple A donde la desarrolladora se mueve cada vez con más soltura y en la que ha encontrado el abono ideal para convertir su terreno en fértil y sostenible. Sniper Elite 4 es la última cosecha y su saber el mejor que nunca.
La historia de los Sniper Elite nos habla de un proyecto inicial que vio la luz en 2005 como parte de una franquicia que todavía no lo era. Siete años más tarde, Rebellion retomaría el título con Sniper Elite V2 para aprovechar los avances de la técnica en las nuevas plataformas inyectándole un gimmick que le haría ganar mucha popularidad: a los balazos en cámara lenta del original se sumó la famosa visión de rayos X que nos permitía ver el proyectil destruyendo huesos, músculos y órganos internos. No era un buen juego, sufría de una estructura demasiado lineal y encorsetada en terrenos aparentemente amplios y llenos de posibilidades, pero los asesinatos radiográficos dieron a conocer la marca y eso era positivo.
Fue a partir de los spin-off Sniper Elite: Nazi Zombie Army y posteriormente con Sniper Elite III cuando los juegos protagonizados por el implacable Karl Fairburne afinaron del todo el tono, algo emparentado con las revistas pulp bélicas de los años cuarenta (American Eagle, Sky Devils o la española Hazañas bélicas), esa especie de épica y solemnidad un poco infantiles que se tomaban en serio a sí mismas pero nunca del todo. Y también dieron con la fórmula ideal: tomar elementos del mundo abierto y convertir cada escenario en un sandbox de tamaño medio en el que el jugador, rifle de precisión a cuestas, tuviese numerosas rutas de infiltración o escapatoria, diversas maneras de aproximarse a un objetivo e incluso formas radicalmente opuestas entre sí de establecer un estilo de juego.
Sniper Elite 4 viene a trabajar más y mejor esa ecuación. Esta vez Karl Fairburne debe detener al científico nazi que acaba de inventar los misiles teledirigidos de largo alcance, una ventaja tecnológica que puede cambiar las tornas de una Segunda Guerra Mundial todavía sin decidir, y para ello se desplaza a la cuna misma del fascismo: Italia. La abundancia de pueblecitos mediterráneos de calles estrechas y casas amontonadas, ciudadelas y castillos aporta una nueva manera de aproximarse a la tarea de cumplir los objetivos, y en esta cuarta entrega parece que se ha tenido muy presente un concepto clave: la flexibilidad de las partidas.
Aunque Fairburne es un francotirador y disparando con el rifle de precisión a las seseras de los oficiales nazis es como el juego se siente más natural, Sniper Elite 4 no pone puertas al campo y nos permite echar mano de armas y artefactos de todos tipo para encarar las incursiones a nuestra conveniencia. Se puede ir a lo loco haciendo llover balas con el dedo pegado al gatillo de una Thompson automática, montando un escándalo importante, o se puede tirar de infiltración e ir aniquilando soldados por la espalda cuchillo en mano, como un ninja-soldado antes siquiera de que naciera Michael Dudikoff. Minas antitanque, trampas explosivas, granadas, señuelos y tres tipos distintos de armas están al servicio de la creatividad del jugador, y a medio camino del estilo escandaloso y el sigilo se encuentra la dinámica que mejor alimenta la satisfacción: el proceso de observación paciente, de marcar cada soldado con los prismáticos para que aparezcan en el mapa, rodear la zona sin ser visto, estudiar las rutas de las patrullas y aprendernos de memoria cuándo un sonido fuerte (de un avión o un generador) puede enmascarar nuestros disparos para no revelar nuestra posición. Incluso aunque seamos detectados, el sistema de rastreo de la IA siempre busca en el último lugar en el que fuimos avistados, así que no es difícil escabullirse (otro punto vital en la planificación: salidas viables en caso de emergencia) y esperar a que se calmen las aguas para intentar otro ataque. En el modo Difícil, eso sí, la dificultad no solo afecta al disparo en tiempo bala con rayos X —que nos pide calcular la desviación de la trayectoria de la bala por el viento y el efecto de la gravedad—, sino que también penaliza mucho más los disparos sin enmascarar o las coberturas defectuosas y complica ese borrón y cuenta nueva.
Del género de mundo abierto se han tomado elementos como los objetivos secundarios opcionales o los coleccionables, amén de un sistema de progresión de habilidades del propio Fairburne y de mejoras de las armas a base de utilizarlas para cumplir objetivos como eliminar a cierta cantidad enemigos desde más de 100 metros o acertarle en un ojo a 50 nazis. Aquí sí da un poco la sensación de que Sniper Elite 4 se calza convenciones y formalismos propios de esta época de una manera algo forzada: la evolución tanto del protagonista como de su arsenal acaba pesando muy poco en la práctica, como si el sistema estuviese ahí solo para cumplir. La parte positiva de todo esto es que la variedad de material inicial es grande y uno se siente cómodo aferrándose a esos aparatos de muerte, tomándoles cariño y utilizándolos con más profusión y mimo cuando ya se ha compartido con ellos innumerables matanzas de amiguitos del Eje.
Al igual que en la faceta comercial, visualmente Sniper Elite 4 también es un juego que conoce sus limitaciones y no se arriesga a tropiezos pero tampoco se relaja: sus animaciones son algo primitivas y el modelado de los personajes está a la altura del presupuesto, pero los escenarios se mantienen a un muy buen nivel de detalle y variedad. La iluminación funciona estupendamente, sobre todo en los tramos más rurales y boscosos, y la sensación en general es de que Rebellion ha invertido cierto esfuerzo en hacer que las localizaciones sean sobre todo bonitas y, desde ciertos ángulos y perspectivas, a veces incluso espectaculares.
La parte multijugador, que en esta trinchera para renegados de las superproducciones suele ser un poco la más fea del baile, ha recibido esta vez un tratamiento la mar de sólido y elaborado. No solo tenemos un cooperativo que se adapta a la campaña sin complicarse la vida, sino también unos modo competitivos que descartan de un plumazo el peligro de convertirse en un triste shooter en tercera persona (al estilo del muy prescindible online de los Uncharted) por un método de fuerza bruta: separando a los dos equipos por una barrera insalvable para favorecer el tiro lejano. Para los que quieran ejercitar el CQC (y me refiero al combate a corta distancia, no a ponerse gafas de sol y hacer periodismo de guerrilla) está el modo Control, pero disparar con otra cosa que no sea un rifle se antoja un poco áspero en este juego, como si las metralletas y las pistolas fuesen de plástico ligero, sin peso, sin retroceso, sin impacto.
Sniper Elite 4 es una evolución bien calculada de lo que ya empezaba a proponer Sniper Elite III: la manera de aplicar reglas de mundo abierto a un espacio amplio cerrado acaba resultando en una muy placentera actividad bélica que estimula la inventiva del jugador e invita a utilizar las herramientas de maneras variadas y cada vez más sofisticadas. A lo que ya funcionaba se suman mapas más grandes, más bonitos, con más posibilidades tanto en rutas como en una muy agradecida verticalidad —en algunos niveles es realmente divertido buscar punto más alto de todo el mapa y hacerse un Charles Whitman— y con muchas cosas que hacer más allá de convertir en colador al VIP nazi de turno. Parece que Rebellion ha entendido a la perfección que, como en muchas otras actividades profesionales, cuando se trata de matar hijos de puta lo más importante no es el qué sino el cómo. [8]
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Dios Michael Dudikoff y su American Ninja… sobredosis de los 80 en cuatro palabras, qué grande!
Los Sniper Elite anteriores estan igual de bien? Lo digo porque a lo mejor me los pillo baratos ahora
@xabieresquiroz
El primero es un juego de hace 12 años. El V2 metía el rollo de las heridas en rayos X y no estaba del todo mal pero era muy lineal. El III está bastante bien, ya apuesta por escenarios más abiertos y maneras distintas de enfocar la consecución de objetivos, aunque la localización (África) tenía algunas limitaciones propias del terreno como la falta de verticalidad que en este 4 se ha potenciado un montón.
Y luego están los Nazi Zombie Army, que son un entretenimiento arcade bastante simpático y resultón, sobre todo en cooperativo.
el prota se da un aire al Sgt. Hugo Stiglitz, de malditos bastardos, SI o NO :eh:
@pinjed
Pues alguno va a caer del tirón. Muchisimas gracias.
@tusa18
En el artwork no sé, pero el modelo in-game es CLAVAO a George Eads.
@xabieresquiroz
Yo solo he jugado al segundo y me parece uno de los peores juegos que he catado jamás. Una desgracia.
El tercero dicen que mejora mucho.
Agree. El 2 me parece un mojón gordote. El 3 lo probé en un Free Weekend en Steam y meh. Lo que no quita que siempre tenga en el radar un 4Pack del Zombie Army Trilogy para darle amor en coop con los colegas.
@pinjed
Y de sonido y control cómo andamos? Recuerdo que el del segundo título era muy tosco.
@solidsnake
El sonido podría ser mejor, pero el control va finísimo. Solo he tenido algún tropiezo leve subiendo y bajando escalinatas.
Genial análisis @pinjed !! Parece un buen «tapado» de este primer trimestre, recomiendas el 3 (está a menos de 20€ con todos los DLCs en game y a lo mejor le doy un tiento)