SteamWorld Quest: Hand of Gilgamech

Aún no tengo claro si la decisión del estudio sueco Image & Form de ambientar todos sus juegos en el mismo universo parte de la ambición de crear una marca reconocible o de la necesidad práctica de ahorrar recursos durante el worldbuldingde sus diversos títulos. Sea como sea, la idea funciona. Los roboces steampunks, algo torpes y entrañables, que protagonizan sus juegos se han convertido en marca de la casa. Sin embargo, el hecho de que cualquier anuncio del estudio despierte el interés de prensa y jugadores por igual no tiene nada que ver con los engranajes y las cuidadas ambientaciones sino con un constante esfuerzo por hacer las cosas bien. 

Fundado en 1997, Image & Form comenzó a hacerse un nombre en su país de origen a través del software educativo. Tras años de trabajo, el salto hasta el mercado internacional no se produjo hasta 2010 con SteamWorld: Tower Defense, un pequeño título de estrategia para Nintendo 3DS que ya asienta unas sólidas bases para lo que estaba por venir. Sin ser un juego perfecto, muchos de los críticos que pudieron acercarse a Tower Defense durante el lanzamiento no dejaron de sorprenderse por lo pulido del producto final y por el profundo conocimiento del género que exponía un estudio en apariencia novel. Lejos de pinchar tras un correcto debut, Image & Form continuó creciendo poco a poco, concentrándose en descubrir qué hace bueno a los mejores. SteamWorld Quest: Hand of Gilgamech, es el resultado de ese aprendizaje.

SteamWorld Quest es un RPG de cartas que, como el resto de títulos de Image & Form, ha sido estilizado a la vez que reducido a su mínima expresión. Con un equipo formado en principio por solo tres personajes (aunque encontraremos más aliados durante el camino), el primer proceso para adaptar el juego a la «fórmula SteamWorld» ha pasado por la mezcla y simplificación de las clases habituales del género para conseguir hacer la batalla mucho más dinámica. 

SteamWorld Quest está protagonizado por tres carismáticos robots: la aspirante a heroína Armilly, una mezcla de guerrera y paladina cuya función en combate es producir la mayor cantidad de daño físico durante el turno; la formal estudiante de alquimia Copernica que, con características propias de hechicera y druida, usará la magia elemental para los más diversos fines y, por último Galleo, un perezoso y asustadizo robot que, en combate, resulta tan fuerte como un tanque y tan útil como un clérigo. Con este pequeño equipo inicial, el juego tiene más que suficiente para construir uno de los sistemas de combate por turnos más estimulante de los últimos años. 

Pero detengámonos antes en el punto de partida. SteamWorld Quest deja de lado el salvaje oeste y las naves pirata en pos de una ambientación mucho más propicia para la épica: un mundo de fantasía en el que los grandes héroes de la historia comienzan a ser olvidados. Armilly y Copernica son dos amigas muy distintas que, tras volver a su aldea tras un día de aventuras en el bosque descubren que esta ha sido arrasada por el ejército de un movimiento autodenominado «Vacío». Con los protectores de la aldea desaparecidos, las amigas unirán fuerzas con el reluctante Galleo para investigar qué ha sido del gremio de héroes y, posteriormente, qué es este extraño movimiento cuya influencia parece extenderse incluso por la escuela de alquimia.

La historia que plantea Quest no es especialmente novedosa, original o interesante, sin embargo, la decisión del equipo de dejar a un lado la solemnidad que suele encontrarse por lo general en los RPG y decantarse por el humor, ayuda a que, como jugadores, no profundicemos demasiado en lo que no es más que un marco para presentar las batallas. Un ejemplo de cómo el juego se hace consciente de los superficial de su historia lo encontramos, por ejemplo, en el hecho de que la tienda en donde nos aprovisionamos de pociones, armas, nuevas cartas y accesorios, sea un carromato regentado por una mujer que asegura estar siguiéndonos para aprovecharse de la situación. Con esta ruptura de la cuarta pared (habitual, por otro lado, en muchos RPG japoneses) Image & Form consigue sacarnos una media sonrisa que intenta mantener, aunque sin éxito en este caso, con los diálogos de los personajes. 

Pero a fin de cuentas el plato fuerte es la batalla y aquí los desarrolladores no han usado atajos sino un diseño sólido. Durante los combates en Quest controlamos a tres personajes que se enfrentarán a un número indeterminado de enemigos. Cada uno de los personajes añadirá exactamente ocho cartas (con forma de tarjeta perforada, para mantener la ambientación) al mazo y estas podrán estar repetidas o no según lo que deseemos. A no ser que el enemigo tenga una carta especial que contradiga esta norma, nosotros seremos los encargados de iniciar cada turno y, para ello, tendremos que elegir tres cartas de las seis que el juego nos ofrece en cada tanda. Solo podremos descartar dos tarjetas perforadas por ronda, regla especialmente dura cuando uno de nuestros héroes ha caído en combate.

La clave de la victoria está, como no, en la estrategia a la hora de seleccionar las cartas. Escoger tres tarjetas perforadas del mismo héroe creará un combo especial que le permitirá realizar un ataque extra. No obstante, el tipo de ataque dependerá del arma que porte el héroe por lo que es posible que saquemos más partido de alguna otra combinación. Por lo general, los ataques más beneficiosos son los que tienen un coste superior de PV, puntos de vapor o sistema de maná del juego.

Quizás lo más curioso de SteamWorld Quest es que Image & Form ha conseguido crear un juego de cartas tan accesible para los principiantes como interesante para los veteranos del género. Al eliminar la mayoría de la estadística que encontramos en juegos similares y no prestar una atención excesiva a las relaciones entre los diferentes elementos, cualquiera que haya jugado alguna vez a Pokémon conseguirá entender y dominar el combate en el tutorial. Además, al jugar siempre con un número de cartas fijo, la configuración de los mazos es sencilla e intuitiva (en un solo combate ya nos quedan claras las carencias de nuestro mazo y las cartas pueden cambiarse en cualquier momento del capítulo) y puede perfeccionarse a través del ensayo y error. 

Por otro lado, los jugadores más expertos encontrarán especial placer en fabricar cartas especiales a partir de los materiales obtenidos en los combates (las cartas normales pueden encontrarse explorando un poco el mapa) y en diseñar un estilo de lucha determinado para cada uno de los arquetipos mixtos que presenta el juego. Es especialmente interesante el hecho de que las batallas, incluidas las iniciales, hagan necesario equilibrar constantemente el ataque y la defensa, de manera que las penalizaciones y las cartas de power ups se conviertan en elementos decisivos. A diferencia de otros juegos basados en el combate por turnos, SteamWorld Quest evita las zonas que pueden superarse a base de eliminar a los enemigos con un par de movimientos potentes. Más allá de eso, el juego castiga el centrarse demasiado en la ofensiva a base de mostrar constantemente a los enemigos con mucho más puntos de vida que los héroes que controlamos. 

SteamWorld Quest es un juego que funciona gracias a priorizar lo realmente importante. El sistema de combate es muy sencillo pero está tan bien trabajado que no llega a aburrir en ningún momento a lo largo de los 19 capítulos que componen el título. Lo que envuelve a estas batallas es un paquete resultón. No sobresaliente pero sí lo bastante convincente como para dejarnos muy buen sabor de boca. La enseñanza de Image & Form se muestra de muy clara: piensa qué es lo que sabes hacer mejor y pon a su servicio todo lo demás. Lecciones aparte, los suecos han sumado una nueva victoria.

[ 8 ]