Tchia es, en palabras de sus propios autores, una carta de amor al territorio isleño de Nueva Caledonia. Lo era desde su concepción y se palpa lo conseguido a través de su ejecución, porque gracias al asesor cultural Thoanë Thomadra, nativo de la isla de Lifou, se ha producido una traducción consciente y respetuosa de las costumbres canac. Esta oda a sus paisajes, música, idiomas y tradiciones representa con orgullo la región originaria de los fundadores de Awaceb, aunque también tiene mucho que decir sobre cómo el descubrimiento de las culturas y sus matices nos acerca a la hora de comunicarnos.
«La comunicación», explicaban los antropólogos Edward y Mildred Hall en Understanding Cultural Differences, «es inseparable de la cultura; es el otro lado de la misma moneda. La cultura es comunicación y la comunicación es cultura». Esta idea parece estar clara dentro del equipo de desarrollo de Tchia más allá del evidente cántico a las costumbres del pueblo melanesio, algo que se personifica a través del personaje homónimo que protagoniza el juego. Muy pronto en la historia, y justo después de su duodécimo cumpleaños, Tchia ve ante sus ojos cómo su padre es secuestrado por Meavora, el malvado gobernante de las islas. Este es el detonante que nos servirá como excusa para recorrer su generoso mapa de punta a punta y descubrir, junto con Tchia, mucho más sobre una cultura que para ella es familiar pero que es imposible conocer del todo. Aunque dos aldeas estén a unos cientos de metros, las aristas y diferencias entre ellas son palpables, y de igual forma sus similitudes son muchas más de las que ellos mismos se podrían llegar a imaginar.
Al fin y al cabo, la comunicación intercultural es así: nuestra forma de vivir marca nuestros sutiles matices a la hora de expresarnos, y eso lleva a malentendidos en las interacciones más básicas que pueden ser el inicio de fricciones más grandes. Aquí Tchia es la encargada de hacer de puente comunicativo porque su falta de experiencia la aventaja con una misma falta de prejuicios, una de sus herramientas clave para presentarnos cualquiera de sus particularidades culturales sin nada que temer. Es clave, decía, para entender hasta qué punto cosas que damos tan por supuestas como la música, la comida y el propio idioma afectan a nuestra forma de percibir y expresar la realidad. De hecho y por poner un ejemplo concreto, la directora Marilou López-Aguilera señalaba que el traductor del juego no pudo tomar la palabra «huérfano» para llevarla a la lengua neocaledonia del drehu, porque simplemente no existe, de igual forma que el propio hecho de serlo. «Me dijo que si los padres biológicos de un niño dejan de estar, mueren, siempre tendrá otros padres que cuidarán de ellos», comentaba López-Aguilera.
Decía antes que Tchia es la personalización de este proceso de entendimiento a través de la cultura, pero su representación pragmática se encuentra en multitud de detalles constantes , aunque en lo mecánico se ilustran mejor a través del salto astral. Esta función nos permitirá tomar el control de prácticamente cualquier animal y objeto que se encuentre en el juego para lanzarnos a ello a todos los efectos: aquí no basta con ver, porque para entender y asimilar nuestro entorno debemos ser. Solo así sabremos realmente la gracilidad con la que vuelan sus aves, la velocidad que alcanzan sus ciervos o lo que puede hacer un tiburón con sus fauces.
Sin embargo, tal vez sea justamente en la comida, la música y la lengua que mencionaba un poco más arriba donde más brille la aplicación práctica de la comunicación intercultural. La comida funciona como un ritual cotidiano en tanto que obligatorio, pero trasciende al ver la enorme variedad y detalle de platos entre cada uno de los campamentos en los que podemos descansar, donde, además, casi siempre habrá cerca un aldeano que nos dará una ración caliente sin pedir nada a cambio. La música no brilla por su mera calidad (siendo también fantástica, en realidad, al provenir de grabaciones en vivo por parte de artistas nativos), sino porque nos hace partícipes de sus escenas más performativas a partir del ukelele, cuyas cuerdas podremos tocar al estilo The Last of Us para acompañar a un sinfín de canciones tradicionales cargadas de identidad. Para hablar de la lengua cabe matizar que el idioma oficial de Nueva Caledonia es el francés, aunque se hablan lenguas melanesias como el citado drehu, cada vez más minoritario pero esencial para sus hablantes. Aquí, sin querer cruzar la línea del spoiler, es realmente esperanzador ver cómo Tchia traslada ese interés en compartir su mundo a través de las lenguas de sus islas, de sus enormes diferencias y de quienes hacen el esfuerzo de acercarse a lo desconocido para que otras personas puedan sentirse más en casa.
Al final, qué demonios, eso es justamente de lo que va Tchia. No propone novedades en el género del mundo abierto ni es revolucionario a nivel jugable, faltaría más, pero se esfuerza en dejar claro lo lejos que está de esas intenciones, porque, además de ser una carta de amor hacia Nueva Caledonia, también lo es hacia la multiculturalidad y la diversidad lo costumbrista para unos y lo desconocido para otros, lo que nos une y no necesariamente lo que nos diferencia, sino lo que nos hace especiales.
[ luengömen ]
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Llevaba con el juego instalado desde que salio en el Extra pero aún no lo he probado y tu análisis me ha dado ganas de acabar ya con el que estoy para ponerme con él
Muy bien hecho
Por cierto, hay un párrafo que está repetido
Curioso lo de tener que currar para saber cuál es la nota XD
He de reconocer que el análisis no me ha gustado especialmente. Como texto está guay, bien escrito, ameno y habla de un tema interesante pero como análisis del juego se me queda muy cojo. No queda muy claro en qué consiste ni qué tal hace lo que hace. La parte de crítica cultural bien pero le falta crítica videojueguil.
@darkcooledge
Juégalo y averigua si la propuesta de Óscar te convence o no ;).
@blogdebori
En ese caso jugaremos a todos los juegos que salgan para saber si están guay y luego ya venimos a leer
@jaimemorales
Es que es eso, no es lo mismo un artículo que un analisis. En este último se presupone un poco de información sobre el juego. Ese «imaginarte jugando» que decían el otro día con el Zelda. Con estos textos, que están muy bien, no te haces idea de como se juega, de como se siente. Si eso un poco al final, en el último párrafo, apresuradamente. Y no tengo claro entonces que un análisis así sea un análisis que funcione.
Y lo digo como seguidor de esta casa, y sin ánimo de ofender a nadie. Los textos son muy buenos. Pero creo que se está buscando un nuevo enfoque para los análisis y que puede servir que lo comentemos para acabar de encontrar la forma
@blogdebori
Ya he dicho que el texto me gusta. Está bien escrito y es interesante pero que me dice poco del juego a nivel jugable. Y no, no voy a andar comprando juegos para comprobar si me convencen las críticas, lo veo un planteamiento absurdo.
No digo que haya que quitar nada del texto, sólo que me parece que le faltan cosas. No es lo mismo.
Teniendo en cuenta que de cada juego que sale (y más de uno como este) hay una buena cantidad de vídeos y análisis que te van a dar una idea de cómo es el juego, sigo sin entender el problema con que los análisis aquí se puedan ceñir poco al análisis “estándar” u “objetivo” (con perdón).
A estas alturas de la película, sé perfectamente a qué sitios acudir si quiero informarme sobre detalles más concretos del juego en sí. Si vengo aquí a leer un análisis, lo hago para descubrir quién cojones es ese tal Thoane que no sabía ni que existía, o a aprender cosas como el dato del término “huérfano”, que no creo que aprendiera de otra manera porque no suelo leer textos sobre léxico neocaledonio (culpa mía).
El texto me ha parecido muy interesante porque me ha descubierto cosas más allá de las que podría esperar de otras webs, a las que seguro acudiré si quiero saber más sobre el juego de una forma más “práctica”, por así decirlo.
Entiendo a quien no encuentre en estos análisis lo que busca, por lo cual, y para evitar que sigan produciéndose estos innecesarios malentendidos, propongo que se le cambie el etiquetado a estos textos y pasen a llamarse, qué sé yo, Anaitlisis