La principal diferencia entre los murder mysteries occidentales y el honkaku japonés es que los primeros te invitan a descubrir la mentira que nace de la sordidez, mientras que los segundos se basan en presentar las diferentes verdades como si fueran piezas de un puzle que debemos encajar. En el género negro —especialmente en el noir y en el nórdico— el detective protagonista encuentra sucesivos giros y contratiempos que le llevan a concluir que el crimen no es más que la punta del iceberg de una gran conspiración; un síntoma de una corrupción, un totalitarismo o una desigualdad contra la que el protagonista no puede luchar. Estos personajes nacen directamente del escepticismo, el individualismo y la mirada pesimista que aplicaban a su entorno los detectives clásicos que, empezando por Holmes y terminando por House, nos instan a no confiar ni en las personas ni en sus sentimientos, guiándonos a través de su extenso conocimiento… y sus corazonadas totalmente objetivas.
El contrapunto a esta forma de enfrentar el misterio nace de Seishi Yokomizo y, por supuesto, de Edogawa Rampo, unos autores que crearon una manera de estructurar los misterios que sería definida formalmente varios años después por Haruta Yoshitame. «El honkaku es una historia de detectives que se enfoca principalmente en una investigación criminal y valora el entretenimiento derivado de la pura lógica y el razonamiento», detalla el escritor en el ensayo que (normalmente) acompaña a la publicación de su novela La araña. En el honkaku tradicional, los escritores no trabajan con giros y sorpresas inesperadas sino a través de un exceso de información. Por ejemplo, en el clásico de Masako Towaga La llave maestra, la autora presenta en detalle gran cantidad de personajes —todas las vecinas de un edificio— con sus problemas presentes y pasados, dando espacio para que el lector, si así lo desea, pueda resolver el misterio por sí mismo. Muy similar es la técnica de Kyotaro Nishiumura, conocido por incorporar en sus novelas gran cantidad de viajes en tren que obligan a que el lector tenga que estar siempre pendiente de las fechas y las horas en sus historias. Sin embargo, el honkaku actual, del que quizás Keigo Higashino sea el escritor más editado en España, no solo apela a la lógica del lector sino a sus conocimientos en ciencia básica, proporcionando un nuevo arsenal de recursos con los que los autores pueden decorar los limitados planteamientos formales del misterio. Para disfrutar de The Centennial Case: A Shijima Story; para acomodarnos a la forma en la que quiere hacernos pensar, es importante conocer las bases del honkaku. Entender que estamos rodeados de verdades, aunque no todas ellas tengan una base real.
The Centennial Case presenta un gran misterio articulado a través de pequeños casos autoconclusivos. En el centro de todo se encuentra la familia Shijima, un adinerado clan de médicos y científicos que, generación tras generación, ha custodiado lo que se conoce como «el fruto de la eterna juventud», un extraño artefacto del que, hasta los propios miembros, tienen poca información. La protagonista de la historia es una joven escritora de bestsellers de misterio cuyo asesor científico, Eiji Shijima, le pide que utilice su influencia para investigar a fondo a su propia familia mientras estos celebran el centenario florecimiento de un árbol de cerezo milenario. Sin embargo, aunque lo que nos lleva en un primer momento a la mansión es un objetivo poco definido —descubrir qué es el fruto de la eterna juventud y los secretos de los Shijima— todo se complica cuando un esqueleto aparece enterrado a los pies del árbol. La identidad de esta víctima, su relación con el fruto de la eterna juventud y los dramáticos sucesos que periódicamente acaban con miembros de la familia serán el hilo conductor de lo que funciona como un ingenioso recopilatorio de los planteamientos más extendidos dentro del murder mystery. Así, como parte de nuestra investigación en la actualidad, tendremos la posibilidad de acceder a historias, cartas y relatos relacionados con sucesos en la familia, poniéndonos en la piel de diferentes detectives, ayudantes y testigos a lo largo de más de 100 años de historia.
La jugabilidad en The Centennial Case puede dividirse en dos tramos: la exposición y la deducción. Siendo una visual novel en vídeo, la parte más expositiva se limita a ver una serie de cortometrajes con los que se resumen la ambientación que rodea a cada uno de los casos, los detalles sobre el crimen y las coartadas o historias relacionadas con los distintos sospechosos. La gran mayoría de casos presentados en The Centennial Case afectan a un grupo limitado de personajes, que en el momento del crimen, y por circunstancias muy diversas, se encuentran aislados. Teniendo en cuenta que el honkaku trabaja con verdades que debemos hilar, y no intenta de nunca forma «engañarnos», la parte expositiva de The Centennial Case presenta sus pistas de forma directa, dejándonos, solo en ocasiones, escoger alguna que otra línea de diálogo o reaccionar ante la información. Lo importante se desarrolla en la parte deductiva, la cual toma lugar en el «palacio mental» de los diferentes investigadores.
La deducción comienza presentando una serie de preguntas básicas relacionadas con el caso, las cuáles podemos responder a través de una gran cantidad de pistas concretas con la capacidad de generar nuevas cuestiones. Relacionar las preguntas con las pistas —algo fijo que solo puede hacerse de una forma preestablecida— nos llevará a desarrollar una serie de hipótesis, que pueden ser acertadas o no, pero que siempre surgen del método deductivo. Quizás lo más interesante de The Centennial Case sea la forma en la que ilustra la manera en la que los datos veraces pueden dar lugar a hipótesis erróneas, las cuales deben descartarse gracias a la interpretación del investigador. Tras generar las hipótesis que creamos convenientes (el título no nos exige completar todas las preguntas o utilizar todas las pistas), tendremos una base para generar la idea principal con la que comenzar a exponer nuestras conclusiones al resto de personajes. Esta última fase, la de la presentación, se divide en tres etapas a lo largo de las cuales podremos fallar en cualquier momento. El sistema es muy similar al que encontramos en la saga Ace Attorney, aunque el flujo de la información aquí es el resultado de un proceso mucho más hábil. Lo realmente fascinante de The Centennial Case es que a pesar de que desde el principio nos proporciona toda la información necesaria, y de que nos deja alcanzar nuestras propias ideas enfrentando conclusiones, consigue aún así sorprendernos a la hora de exponer el caso, haciendo que tengamos que repensar nuestros propias ideas al encontrarnos con la oposición de los personajes. Así, sin recurrir nunca a «pruebas de última hora» o a «testigos sorpresa», el juego de h.a.n.d mantiene la tensión hasta el mismo final de todos sus casos.
Comparando The Centennial Case con otras visual novel japonesas en imagen real, es importante destacar lo fluido de su montaje y el buen hacer de todos sus actores. Aunque el resultado no es perfecto —la mayoría de escenas tienen un extraño filtro verde o rojo que estropea la fotografía y la interfaz está poco trabajada—, destaca la manera en la que el título fluye entre las escenas en video y la parte interactiva, y la suavidad con la que introduce las escenas de «error» cuando nos equivocamos en nuestras deducciones. En general, el juego de h.a.n.d resulta menos pesado y reiterativo que otros similares, apoyándose en un guion infalible, lleno de referencias a los mejores títulos de misterio de todos los tiempo.
The Centennial Case: The Shijima Story no es un juego para todo el mundo. Si tenemos prejuicios ante los juegos en vídeo o nos resulta frustrante la poca interactividad de las visual novel, la propuesta de Square Enix nunca será totalmente satisfactoria. Sin embargo, si disfrutamos con las historias basadas en la deducción y tenemos cierto conocimiento sobre la estructura de los murder mystery, esta es una de las mejores propuestas que podemos encontrar en este formato. La historia de la familia Shijima nos remite tanto a Holmes como a Akechi con una naturalidad dificil de alcanzar. Los cien años de misterios dan para mucho, y tienen grandes ideas por desvelar.
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Pero cuánto se aprende en Anait. Me ha encantdo, Marta! Y aunque de entrada no es algo a lo que le tenía el ojo echado, ahora mismo me ha causado mucha curiosidad…
Por cierto, se te ha olvidado no poner la nota 😉
Me ha gustado mucho el texto. Ojalá tener más nivel de inglés para sentirme más seguro.
PD: Me da mucha curiosidad saber cuales son las visual novels preferidas de Marta.
@simonchu
Resulta que está en español. Nunca lo habría esperado.
A topísimo con esta review