Análisis de The Council – Episodio 1

George Washington era miembro de la Orden Internacional de San Huberto. El Rey emérito, se supone, también. Durante las reuniones de esta sociedad no-tan-secreta, se dice, los grandes caballeros (usando esta última palabra como sinónimo de hombre blanco y rico) hacen mucho más que cazar. Entre tiro y tiro, entre puro y puro, sus discretos miembros deciden hacia dónde cae la moneda. Qué camino tomará la historia de la humanidad. Pero tienen competencia. El Club Bilderberg aparece siempre que hablamos de finanzas. Los (auto) denominados «cerebros del mundo» se reúnen con frecuencia con políticos y banqueros. No lo ocultan. Muchos de sus supuestos miembros están involucrados directamente en la última crisis monetaria internacional. Y si hablamos de poder no podemos olvidar a los Illuminati, los Iluminados de Baviera, la pillina sociedad secreta que parece andar loca por ser descubierta. No contentos con incluir su símbolo en el billete de un dólar, ahora sus miembros envían mensajes secretos en Instagram. Es a lo que te expones cuando cambias a los Padres fundadores por Beyoncé, Kanye y Jay Z.

La creencia en sociedades secretas que dirigen nuestros designios puede ser, quizás, la menos magufa de las creencias conspiranoicas. Viendo —y oyendo— a los políticos actuales puede considerarse un milagro que todo vaya tan bien. Si nosotros, tal y como nos dicen, somos los vecinos que elegimos al alcalde y es el alcalde el que quiere que seamos los vecinos el alcalde, tener la creencia de que haya alguien mejor (más rico, más sabio y, sí, más turbio) por encima puede ser una fuente de tranquilidad. En estas personas, The Council resonará con fuerza.

En The Mad Ones, el primer episodio de The Council conocemos a Louis de Richet, aristócrata parisino (que habla con acento inglés, a diferencia de los demás personajes franceses) y único heredero de Sarah de Richet, actual directora de La Orden Dorada, la sociedad secreta más poderosa de toda la historia. Ante la desaparición de su madre, Louis pondrá rumbo a la isla de Lord Mortimer, un misterioso millonario célebre por sus fiestas secretas con invitados del más alto nivel. Precisamente debido a una de estas recepciones, nuestra investigación se verá alterada y dependeremos de nuestras capacidades para recabar información y hacer aliados.

En Big Bad Wolf definen The Council como una aventura narrativa que redefine el género. Puede que en parte sea así. El gameplay del título parece una mezcla entre simulador y juego de rol con batallas dialécticas. Al igual que sucede en sagas como Persona, debemos gestionar el tiempo y otros recursos para aumentar las habilidades de base de nuestro personaje. También tenemos libertad de movimiento y un completo inventario con, por ejemplo, libros. Como si de un título de Telltale se tratara, nuestras decisiones influyen en la historia y, al igual que en The Walking Dead, los desarrolladores han optado por hacernos saber en todo momento las puertas que cerramos, las acciones que no ejecutamos y las rutas que dejamos atrás. Toda una tortura para los completistas como yo.

Por suerte, los episodios de The Council son bastante cortos y siempre tienes la oportunidad de probar las demás opciones. La historia se divide en campañas o «misiones», estilo Darkest Dungeon, antes de cada cual podremos repartir los puntos de experiencia obtenidos durante la anterior. Las características que definen a nuestra personaje influyen en el modo de juego y, así, no es lo mismo ser un experto ocultista que cultivar la rama diplomática o científica. Pese a todo, hay una serie de puntos de esfuerzo que deberemos gestionar e intercambiar por la posibilidad de tomar acciones que van más allá de nuestra experiencia.

El punto débil en The Council es su carácter episódico. The Mad Ones es el primero de 5 capítulos que saldrán, se supone, con un espacio de tiempo entre ellos. En un juego con una carga narrativa tan alta, donde recordar las características de los personajes, sus fortalezas y debilidades, es fundamental, espaciar la información, incluso con un buen cliffhanger como colofón, no parece la mejor de las estrategias. En mi caso, y a pesar de la inmejorable experiencia, esto puede llevarme al aburrimiento o a la pérdida de interés.

The Council es un juego lleno de conspiraciones y enigmas en el que en su ritmo y sencillo gameplay esconde múltiples posibilidades que, esperemos, lo siguientes capítulos opten por explorar. Un título muy recomendable para los que amamos las historias y disfrutamos resolviendo misterios. Quizás por esto mismo, es mejor no decir nada más. [9]