El estudio valenciano Digital Sun se ha encargado de la enorme tarea de ampliar el universo asentado por Riot Games con The Mageseeker: A League of Legends Story. «¿Cómo se trasladan las limitaciones de un MOBA a un action RPG? ¿Qué puede aportar a la IP de Riot? ¿La historia de Sylas es capaz de sostener un juego independiente?» son algunas de las preguntas que podíamos hacernos ante la nueva propuesta de Riot Forge. Sin embargo, es en los responsables de Moonlighter donde más certezas podíamos encontrar: el equipo ha sabido limar algunas de las asperezas de su primer juego para ofrecer una experiencia más redonda, más ágil y más satisfactoria, pero con un ritmo en ocasiones ralentizado por todo lo que tiene que contar.
Habrá que intentar responder al resto de preguntas, claro, pero no sin antes ponernos en situación. The Mageseeker pondrá su foco en el reino de Demacia, un lugar que un día sirvió como refugio frente a la magia después de las Guerras Rúnicas y que ahora le ha declarado la guerra a cualquiera que haga uso de ella. Ahí es donde entra en juego Sylas, un mago que, tras un error fatal, fue encarcelado y encadenado durante 15 largos años hasta que, tras una huida que causó el caos en la capital, termina uniéndose a una rebelión contra los cazadores de magos que están oprimiendo a los de su clase. La estimulante premisa del campeón tal vez cambie el prisma hasta de quienes más horas le hayan echado en LoL, pero no se hayan parado a verlo más que como «el midlaner edgy, chulesco y descamisado que roba ultis a otros personajes». Claramente, Sylas se erige como un más que digno personaje para protagonizar su propio periplo, pero, por ir entrando en harina, lo hace aún mejor en lo mecánico a través de una brillante adaptación.
Primero, hay que hablar brevemente del Sylas de LoL. Su principal particularidad, decía justo arriba, es que su habilidad definitiva, la que tiene más tiempo de enfriamiento, le permite robar las ultis de cualquier miembro del equipo enemigo para usarla él mismo. The Mageseeker es un RPG de acción frenético, ágil y que exige a su protagonista estar constantemente en movimiento, una fórmula genial que necesita de la mecánica principal de Sylas en constante ejecución para no resultar reemplazable. En el diseño de su jugabilidad, el equipo ha entendido que el primer paso para lograr al Sylas más integrado posible es eliminando esa limitación que tenía en el MOBA (con cooldowns de más de un minuto) al permitirnos aprovechar la seña de identidad del personaje cada muy poquitos segundos. La cosa funciona así: más allá de nuestros botones de ataque rápido y fuerte, Sylas podrá lanzar una serie de hechizos que hayamos equipado previamente mediante el gasto de maná, una barra de muy pocos usos, pero que se llenará con mucha rapidez para dejarnos claro que quedarnos quietos no es una opción. Cada vez que tengamos la barra llena estaremos desperdiciando tiempo y recursos, aunque en ocasiones podemos no tener equipado un daño elemental adecuado para la situación o tal vez no podamos recargar nuestro maná a base de mamporros.
Ahí es donde más brilla esta capacidad de nuestro personaje, porque (siempre que nuestro enemigo sea capaz de usar magia) podremos robar los hechizos de los rivales conservando el elemento y el conjuro específico que utilizaban, con la única pega de que habrá que esperar un poco para volver a mangarle su encantamiento al mismo soldado. El mejor detalle, en cualquier caso (y más allá de que, al hacerlo, también les drenaremos un pelín la vida), es que los hechizos robados no nos costarán ni una gota de nuestro maná, así que es sencillo entrar en la estimulante dinámica de sus combates. Sus rápidos ataques físicos fluyen perfectamente con la tremenda agilidad que aporta su gancho, otra habilidad con usos ilimitados que nos dará una velocidad endiablada y que podremos utilizar con inteligencia y reflejos para destruir a todos nuestros enemigos mientras esquivamos sus ataques. Sumar todos estos ingredientes convierte a cada una de sus peleas en un ejercicio hipnótico, estudiado y enormemente gratificante que crece a medida que aprendemos a dominarlo, y cada una de las pantallas en las que encontramos nuevos grupos enemigos suponen casi un pequeño rompecabezas en el que tendremos que gestionar tanto nuestros hechizos como los de nuestros enemigos para aprovechar los daños elementales —tiene su propia tabla de tipos, aunque con solo tres pares de opuestos— y salir lo mejor parados posible. No obstante, esas situaciones a resolver acaban mostrando sus costuras más pronto de lo que esperaríamos, porque en ocasiones los enemigos que nos encontramos no son muy distintos a los que vimos un par de pantallas atrás, algo que nos aleja de la sensación de estímulo constante para llevarnos a la pesadumbre de lo rutinario.
Este cambio de ritmo no solo está presente en la repetición, sino que en ocasiones es el propio peso de la historia el que lo ralentiza. Que no se me malinterprete, porque The Mageseeker está extraordinariamente bien escrito y la historia que tiene que ofrecer es intrigante, es inspiradora y, sobre todo, es consecuente. Sin embargo, a pesar de que es la acción lo que brilla como principal estandarte del juego, en las fases de la historia principal el constante flujo de información cada pocos minutos no luce un sistema de combate que se beneficiaría más de partidas más largas, fases en las que poder expresarte a través de Sylas sin el miedo de que, en cualquier momento, podemos perder el control. Lo cierto es que desde nuestro refugio, el lugar donde iremos enviando a los nuevos rebeldes que se unirán a nuestra causa y dónde mejoraremos nuestras habilidades (aunque es simple, por cierto, funciona estupendamente), podremos acceder a unas misiones secundarias con tintes de rogue-like que, además de aportar algo de variedad, también brindarán muy buenas ideas de diseño y eliminarán este factor de «interrupción». A pesar de ello, de nuevo, las pantallas y los tipos de enemigos no tardan en volver a aparecer en forma de ecuaciones que ya resolvimos una vez.
The Mageseeker: A League of Legends Story es un juego atrevido, cuidado y maduro. Lo es a través de su propia historia, que se aleja de discursos blandos que sugerirían que la rebelión no está justificada a pesar de la opresión; y lo es a través de su forma de expresar las ansias de venganza de Sylas en cada golpe de sus cadenas. Se notan los cuatro años de amor y pasión que Digital Sun ha dedicado en pulir un juego certero y robusto, un estudio que muestra de forma cristalina lo que son capaces de hacer y hasta dónde pueden llegar a pesar de que no han podido lucir con toda su intensidad. La buena noticia, con todo, es que lo mejor aún está por llegar.
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🔊 En el Podcast Reload: escucha nuestra conversación con Jordi Llopis y Dani Torres, de Digital Sun, sobre cómo ha sido colaborar con Riot Forge, las claves del desarrollo de The Mageseeker y cómo han sentido el salto desde su debut, Moonlighter.
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Qué buen análisis, don charro.