Quería que me gustara The Occupation. Aún quiero que me guste. La propuesta de White Paper Games me parece original, inteligente, arriesgada y llena de subtexto. Un thriller político ambientado en los ochenta, que intenta crear paralelismos con la situación actual —inestabilidad política, crisis migratorias, alertas terroristas…— mientras nos invita a investigar utilizando el sigilo y tomando decisiones que no tienen vuelta atrás.
Pero si por algo ha llamado la atención The Occupation es por el uso del tiempo. En el juego, cinco minutos son exactamente 300 segundos y una hora ingame transcurre exactamente a la vez que en un reloj. Como en la vida real, el tiempo no se recupera, y las acciones que dejemos de realizar quedarán para siempre pendientes. A cambio, el título nos da libertad para seguir nuestros instintos y organizar el gran puzle que propone en cada uno de sus capítulos de la manera que mejor nos parezca.
O, al menos, eso intenta.
18:35
The Occupation abre con una escena retrospectiva. Una mujer llamada Scarlett —con la que enseguida nos familiarizaremos— cuenta a su interlocutor, coaccionada y entre lágrimas, cómo filtró los planes de un programa destinado a la vigilancia ciudadana, justo antes de que un atentado terrorista cambiara el foco político del país. Como Scarlett, tendremos que explorar el enorme edificio en busca del disquete que contiene toda la información. Como jugador, tendremos que aprender a dominar varias mecánicas.
Es evidente que The Occupation no ha sido desarrollado para jugarse en consola. En primera persona, tendremos que usar un pequeño puntero tanto para interaccionar con diversos objetos como para explorar los escenarios, lo que hace que sea muy fácil fallar a la hora de introducir una serie numérica en una caja fuerte, o pasar por alto algún objeto de interés entre la oscuridad del escenario.
Mi primera incursión en The Occupation acaba de forma abrupta. Hay un error inesperado cuando intento agarrar un objeto que desaparece al acercarme. No es el primer bug que encuentro, pero este es el que resulta determinante. Toca volver a empezar. Lo que en papel parece una decisión inteligente —no permitir guardar la partida al jugador manualmente, sino hacerlo de forma automática entre episodios— resulta especialmente frustrante en un juego que presume de correr en tiempo real. Hay capítulos que duran más de una hora.
18:35 (otra vez)
Mi segundo intento de filtrado es más rápido y certero. The Occupation no pone ningún tipo de limitaciones, ni exige orden alguno a la hora de resolver los puzles, por lo que, al haber memorizado la contraseña y varias de las pistas anteriores, puedo abrir puertas rápidamente sin necesidad de dar rodeos. Hay un par de cosas extrañas. En cierto momento, mientras intento escapar en la oscuridad, me topo frente a frente con un guardia de seguridad. Y no pasa nada. No se inicia diálogo alguno.
Más adelante entenderé que la penalización por ser descubierto es la pérdida de 15 minutos pero, como en la introducción no jugamos contra el tiempo, el juego no parece saber qué hacer ante un jugador tan torpe como yo. Después caigo. Literalmente. Justo a la salida del edificio hay un río y los desarrolladores parecen no haber considerado la opción de que un personaje pueda caerse al agua. Y no hay forma de volver subir. De repente me convierto en Jesucristo. Puedo andar sobre las aguas y bajo ellas, atravesando barcos de decoración. Es menos gracioso cuando me doy cuenta de que la única forma de continuar es volver a reiniciar el capítulo.
20:12
El protagonista de The Occupation es Harvey Miller, un periodista y autor que un día recibe, a través de un chat secreto, la información de que el gobierno está mintiendo a la población en relación a la nueva ley que pretende instaurar, así como sobre el atentado y su culpable. Miller, experto en cultura islámica, usará su trabajo como excusa para colarse en diferentes despachos e intentar descubrir la verdad.
Mientras que otros títulos hubieran optado por poner el diálogo por delante de los puzles, aquí manejamos a un protagonista silencioso cuyos avances pasarán por la infiltración, los códigos y los documentos. Una decisión valiente que funciona bien a nivel mecánico (es muy refrescante) pero que falla a nivel narrativo, ya que en muchas ocasiones nos vemos realizando tareas por impulso o porque «intuimos» que es lo correcto, más que porque tengamos alguna razón para ello.
Para ayudarnos en nuestra tarea tendremos un reloj, un busca (en el que podremos coordinar diferentes llamadas con Mina, nuestra asistente, y citas con otros personajes) y un maletín que servirá como inventario de los diversos documentos, monedas y tarjetas identificativas que encontremos por el camino. Además de todo esto, podremos cargar un objeto importante en las manos. No obstante, este sistema no resulta demasiado fiable, pues es fácil que el objeto que creíamos llevar desaparezca al intercambiarlo de manera involuntaria con cualquier otra cosa con que la intentamos interaccionar.
Aunque el uso del tiempo en el juego cumple la función de mantenernos alerta y estresados, se echa de menos una narrativa que subraye esta urgencia. En otros thrillers de espionaje político, el protagonista suele tener claros motivos personales o morales para involucrarse en la acción, y el castigo al que se arriesga está a la altura de las circunstancias. Aquí no es el caso. Miller parece tener una curiosidad exclusivamente profesional en los hechos y ninguno de los guardias de seguridad, policías o ejecutivos que pretenden detenernos, hace mucho más que dejarnos salir tras una blanda advertencia.
21:53
The Occupation juega con el tiempo y el espacio. Lo que en un primer momento parecen niveles mal diseñados son en realidad escenarios creados para obligarnos a perder valiosos minutos al realizar las tareas más sencillas. Esto es frustrante. También muy emocionante. Al no disponer de mapas, ni poder usar el lenguaje videolúdico para guiarnos, muchas veces encontrar pistas será cuestión de suerte, riesgo o terquedad. Podemos terminar capítulos sin encontrar piezas del puzle y el propio sistema de juego nos impide rejugarlos para ver qué es lo que hemos perdido. Y estas pérdidas pueden llegar a dejarnos a oscuras. Lo malo es que en White Paper Games no han ideado ningún tipo de sistema para reasegurar al jugador. Algo tan sencillo como introducir en el dossier que cargamos en el maletín una relación con el nombre de los varios personajes y la compañía a la que pertenecen facilitarían muchísimo las cosas.
El último bug que encontré en The Occupation me impedía acabar la partida. Hay un personaje que tendría que reaparecer en cierto momento de la trama pero que no lo hace. Según los desarrolladores en su página de Steam, este es uno de los problemas que se solucionará en la próxima actualización. Para ver el final del juego he tenido que seguir un gameplay que usa información (concretamente una contraseña) que yo no había localizado. Y es frustrante. Me siento completamente engañada.
Cuando jugamos a ser espías buscamos sentirnos sigilosos. Cuando controlamos a un investigador queremos sentirnos inteligentes pero los errores de The Occupation arruinan ambas experiencias. No todos los que se han enfrentado al juego se han encontrado con una experiencia tan injusta como la mía pero creo que hay cierto consenso en que los errores, lejos de ser un pequeño estorbo, suponen una gran molestia. El juego, a pesar de los retrasos en el lanzamiento, está lejos de estar acabado y su excelente apartado gráfico, doblaje y diseño, podrían haberse beneficiado de un par de meses más de testeo y la implicación de un diseñador narrativo.
White Paper Games tiene en sus manos una gran idea pero, irónicamente, le ha faltado tiempo para desarrollarla. The Occupation es un juego inteligente y ambicioso que podría haberse convertido en una de las sorpresas del año. Y quizás lo haga. Cuando esté correctamente terminado. [5]
Solo los usuarios registrados pueden comentar - Inicia sesión con tu perfil.
Ay! Que pena que se estropee el juego por movidas técnicas y más cuando está tan encorsetado como este. : /
Ocupare mi tiempo en otra cosa.
Tenia ganas relativas a este por tematica y precio, pero el analisis lo unico que ha hecho es empujarme a hacer una segunda pasada al mejor-peor juego de 2018.
Roberto es azaroso
@diegodcsantos
Te conozco bacalao aunque vengas disfrasao
Pues vaya chasco. No diré que le tenía ganas pero sí que me gustó lo que vi cuando se anunció. Ojalá que lo pulan para que, más vale tarde supongo, termine siendo algo parecido a lo que pretende ser.
Los técnicos no son los únicos problemas que tiene, pero sí es cierto que tiene un concepto guay, y sobre todo unas mecánicas de pistas y tal que están muy bien.
Supongo que hacer algo tan novedoso, o arriesgado, o diferente, tiene estas cosas. Lástima, le tenía tantas ganas como Marta.
El juego me llamaba un montón, pero parece que habrá que replanteárselo en 2020 con todos los parches ya puestos. Me flipa que incluso con tantos problemas haya llegado al 5, signo de que podría haber conseguido mucho más.
Te conozco bacalao aunque vengas desfasao