The Operator

22 de julio de 2024
PC
Bureau 81 / indienova, ICO Partners

Cuando llegué al final de The Operator, el primer juego del estudio francés Bureau 81 (formado por, principalmente, Bastien Giafferi, un joven programador francés que saltó al desarrollo en solitario después de varios años en DigixArt, los de Road 96), pensé que me tendría que haber gustado mucho menos; pero el hecho es que me gustó, y me sigue gustando. The Operator se juega desde el escritorio de Evan Tanner, recién llegado al Federal Department of Intelligence, una agencia federal en la que trabajas como Operador. Es un primer día en el puesto. Tu trabajo es ayudar a los agentes de campo en sus casos, analizando el material que te hacen llegar y encontrando información que les pueda ser útil: quién es quién en una grabación de seguridad del lugar de un crimen, a nombre de quién está registrado un coche, qué inconsistencias puede haber entre las pruebas y los testimonios de un mismo caso.

Para ello usas el «software de última generación» de la agencia; ambientado como está a principios de los 90, los programas que manejas son más parecidos a los que se pueden ver en CSI o Expediente X, con toda la parafernalia para analizar caras, convertir un fragmento de unos pocos píxeles en una imagen de alta definición y demás. Así, poco a poco, vas conociendo a varios agentes y ayudando en sus casos. Muy pronto empiezas a ver puntos de unión entre unos misterios y otros, entre personas desaparecidas en distintas circunstancias, entre nuevas pistas y cabos sueltos de casos que llegaron a un callejón sin salida tiempo atrás. A medida que los misterios se cruzan y se mezclan, y cuando entra en juego la misteriosa figura de HAL (con quien te comunicas exclusivamente a través de la consola del ordenador, y a quien conoces por estar, por su infame labor como hacker, en la lista de las personas más buscadas del país), queda claro que las cosas no son lo que parecen: es evidente que alguien miente, y no tienes manera de saber quién es o qué intenta ocultar.

Con estos mimbres, The Operator construye un thriller en el que desenmarañas toda una red de mentiras y ocultaciones a base de interactuar con tu ordenador. La efectividad del misterio es mayor cuanto menos ves lo que está pasando; mientras tú bicheas en bases de datos y programas de análisis de muestras, por el teléfono escuchas a tus compañeros haciendo el trabajo de campo, manchándose las manos y los trajes para llegar al fondo de unos casos que se oscurecen y retuercen más cuanto más metéis la nariz. Uno de los grandes aciertos de The Operator, a mi parecer, está en hacer que cada escena gire alrededor de puzzles que lo son solo en apariencia; en realidad, las interacciones del juego se parecen más a minijuegos diseñados para mover tu atención hacia donde le interesa, para mantener viva la llama de una tensión que, si te paras a analizarlo un poco o rebuscas de más en sus tripas, en realidad es sorprendentemente artificiosa. El ordenador por el que «te mueves» en The Operator no tiene muchas cosas; definitivamente tiene menos que un ordenador real, pero aun así hay más de las que necesitas para completar los objetivos que te asignan los agentes con los que conectas por teléfono. Cada carpeta con pistas de un caso acaba llenándose de datos más o menos irrelevantes que te obligan a fijar tu atención en lo que sí importa. El sentido común te acaba llevando a discernir qué es lo importante y qué es lo superficial, y el juego se aprovecha de ello para colocarte en situaciones interesantes. En el primer caso con el que te enfrentas, por ejemplo, tu objetivo es identificar a una persona que ha matado a otra usando como referencia una grabación de seguridad; en la carpeta del caso está la grabación en cuestión, y además de eso hay un puñado de documentos que posiblemente ni siquiera mires, porque no te son útiles para cumplir tu objetivo. Más adelante, HAL te echa en cara precisamente eso: no prestar atención a la víctima, no haber tenido la curiosidad de investigar más allá de la superficie de las órdenes más inmediatas que has recibido.

Pero, ¿y si en realidad sí has comprobado toda la documentación del caso? ¿Y si sí has intentado investigar a la víctima además de al asesino? ¿Y si antes de comunicar la identidad del culpable haces una búsqueda pormenorizada en las bases de datos, en busca de toda la información que puedas encontrar sobre ese caso y todos sus implicados? La reacción de HAL es la misma. Es ahí donde The Operator más flaquea: es un juego narrativo, puramente lineal, con un único final, y aunque entiendo el truco que intenta llevar a cabo (en varios ocasiones se te coloca en situaciones en las que parece que vas a poder tomar decisiones relevantes, pero, ¿acaso sería una buena conspiración si pudieras tomar tú las decisiones?) creo que le funcionan mejor en los pequeños detalles, en lo micro, que en el marco más amplio de la historia, en lo macro, en lo que implica a los agentes con los que acabas «trabando amistad» y con los que el juego hace todo lo posible para que empatices. Las interacciones con truco puntuales con las que el juego, que en última instancia funciona y se entiende mejor como visual novel que como juego de puzzles, puntúa algunos de sus momentos más tensos son más interesantes y efectivas que los grandes giros; por suerte, The Operator tiene unos cuantos trucos guardados, y los va repartiendo a buen ritmo en las apenas tres horas que dura.

Quizá por eso tuve esa sensación de la que hablaba antes. Sobre el papel, The Operator recurre a una serie de trucos más o menos superficiales y que en ocasiones no se apoyan sobre lo que se supone que es «la sustancia» de un juego narrativo: un desarrollo de personajes interesante, un worldbuilding potente, un argumento sólido, cohesivo y original; aquí elige lo que más rabia te dé. Por la forma en que termina, con un final asombrosamente abierto y que deja todo preparado para continuar con la historia en otro momento, el juego bien podría ser algo así como un episodio piloto de una temporada en la que se termine de dibujar quién está detrás de la conspiración que vas destapando en este primer set de casos. Pero creo que The Operator funciona mejor en las tripas que en el cerebro; cuanto más te dejas arrastrar por sus trampas, por su misterio y su conspiración, mejor. Así que igual es un fetiche mío, porque reconozco que las conspiraciones, los misterios internacionales y las organizaciones que ocultan más de lo que dejan ver me suelen resultar irresistibles, pero la verdad es que he disfrutado mucho de las dos tardes que me ha dado The Operator, un juego breve pero intenso que sirve de buen ejemplo de cómo se puede trabajar, a nivel formal, en thriller en videojuegos para crear un misterio que te pide avanzar hasta que llegas al final; igual es forma sin mucho fondo, pero la verdad es que no lo he echado mucho de menos.

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  1. DarkCoolEdge

    Uff, me mola bastante lo que comentas.
    ¡Apuntado!