Stanley es un hombre gris. Se levanta cada mañana, desayuna, le da un beso a su esposa, se va a trabajar y vuelve a casa ocho horas después para volver a besar a su mujer mientras se sienta a cenar, después de colgar su abrigo. Algunas veces sale con los chicos, o compra algo o vive una aventura dentro de su cabeza mientras pulsa botones ante una pantalla monocroma en un despacho sin ventanas. Pero incluso esas escapadas mentales, esas distracciones íntimas no son más que un recordatorio de lo monótona que es su día a día. Su imaginación y su realidad están separadas por una fina línea de puntos, perfectamente equidistantes, en un tono gris claro tirando a gris ceniza. Un gris sin fuerza, sin sentimientos, que parece más un blanco que se ha ido nublando y ensuciando con el paso del tiempo hasta olvidarse de que una vez fue blanco.
El gris es el color del aburrimiento, de la resignación, de la mediocridad, de la pasividad.
Y la vida de Stanley es muy, muy gris.
Sé que es un cliché, el del tipo tristón con corbata y gabardina que cada mañana reposa su maletín sobre el regazo en el mismo asiento del mismo vagón de metro, mirando al infinito, muerto por dentro. Es un cliché forjado a base de realidades incómodas y dramas personales, un tópico que existe porque es verdad. Hombres y mujeres que parecen impulsados por la inercia social, sin tomar auténticas decisiones, sin hacerse con el verdadero control de sus vidas, solamente amoldándose al casillero de lo que es o se supone que debe ser la normalidad, lo que se espera de ellos. Si has elegido esa forma de vivir, The Stanley Parable tiene algo que decirte: te estás matando poco a poco.
Estamos otra vez ante uno de esos títulos a los que uno debe etiquetar como experiencia, no por pedantería molyneuxista o por dignificar el medio, sino porque el juego basa su éxito o fracaso en el hecho de hacernos pasar por un tránsito, un túnel de pensamientos en cuyo final hayamos aprendido algo. The Stanley Parable es realmente una parábola en su acepción literaria, un cuento, un relato del que por analogía se deriva una enseñanza implícita, y es importante entender eso antes comprarlo. Los paseos por las oficinas donde trabaja Stanley están plagados de decisiones y es el Narrador quien nos dicta lo que debemos hacer. «Y entonces Stanley eligió la puerta de la izquierda». Elegir la derecha, desobedecerle, es provocar su reacción y percibir la sensación de que realmente estamos tomando una vía alternativa, que estamos decidiendo. Pero es solo eso: una percepción. Ese perpetuo conflicto entre el Narrador y nosotros destapa una idea muy presente en el juego desde el mismo principio: es el creador quien tiene el control, no el jugador.
Decenas de finales distintos con consecuencias que van de lo intrascendente a la filosóficamente brutal, y centenares de chistes bromas, chascarrillos respecto a otros videojuegos y momentos de absoluta hilaridad revisten una reflexión sobre el tedio, la alienación, la imposibilidad de cuestionarnos nada y la más irritante conformidad en la que todos como individuos, a un nivel u otro, terminamos cayendo al llegar a la edad adulta.
The Stanley Parable es una ensalada de contradicciones casi perfecta por una razón muy simple: no puede fallar. Tanto si el jugador comprende el mensaje y reconoce con usa sonrisa cómplice sus intenciones, como si estalla de rabia ante la pérdida de tiempo y dinero de la que acaba de ser víctima, la parábola habrá conseguido que lleguemos a nuestra propia conclusión —sea positiva o negativa— haciendo uso de lo único que nos hace libres en una democracia justa o en una férrea dictadura; en la cárcel o en la calle; frente a un ordenador o paseando por el bosque. La libertad genuina: pensar.
Incluso si The Stanley Parable nos provoca la más absoluta indiferencia, el juego prevé esta contingencia intelectual con la misma dosis de brillantez y sentido del humor que impregna su guion: tiene un logro llamado «Sal de casa: No juegues a The Stanley Parable durante cinco años». Alejándonos de la pantalla y yendo al observar pajarillos en el parque tampoco conseguiremos romper las cadenas, subvertir el sistema y volver a empezar libres de corsés, pero al menos habremos intentado algo. Y quizá ese algo no sea definitivo; quizá volvamos otra vez al punto de partida, pero al fin y al cabo como demuestra el propio juego una y otra vez, el final nunca es final. [9]
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No he entendido una mierda, pero odio mi trabajo y odio mi vida, me cago en la ostia puta. Ya está, tenía que decirlo.
Me lo voy a bajar para intentar captar cómo es posible que esa supuesta libertad absoluta que es pensar (darle tal estatus significa dejar en segundo plano otra, que es la libertad de actuar -sin entrar ahora en la valoración de que pensar es actuar- y, por extensión, hacer de la primera un valor que reprima la segunda, en la medida en que se puede pensar sin actuar) sea fomentada por un artefacto que no puede sustraerse a la lógica de esa vida gris, mecanizada y estereotipada que es -y en muchos sentidos diversos- la organización misma que le ha dado forma y en la que se integra.
Tiene una pinta cojonuda. Me encanta visitar la web e ir descubriendo juegos de vez en cuando.
Solo quería hacer una matización, más bien es una duda. Soy un diseñador de videojuegos en ciernes, y tengo entendido que es el diseñador quien tiene que calcular las rutas y crear las barreras del juego y no el programador. Me encantaría que me dijeseis, tanto la prensa especializada como la gente que trabaja en esto sí esto es así, o solo es lo que venden los libros. Vamos, que con que me voy a encontrar ahí fuera cuando empiece a trabajar en la industria.
Jrazias de Hantebraso
El análisis es crema de la buena, @pinjed. Habrá que cascarle.
Uf, necesito esta mierda ya.
Gran análisis, @pinjed.
Me la jugué el día de salida fiándome de rockpapershotgun y no podría haber acertado más de pleno.
A pesar del tono del análisis de @pinjed os puedo decir que el juego es absolutamente agradable y divertido. El narrador es el personaje cómico más guay que se ha hecho desde GlaDOS. Portal es, de hecho, el referente más claro del juego, tanto en estética, como en el tono y feeling general del juego; más bien, una parte de Portal, la que a mí más me gustó, no diré a qué me refiero para no estropear nada. Además, está perfectísimamente a la altura del juego de Valve.
Compradlo, maldita sea. Pero jugad primero a la demo, que es una historia independiente y merece la pena.
Pedazo de análisis, casi lloro y todo.
La Demo es de las cosas más grandes que he probado en mucho tiempo, aunque la barrera idiomática es algo que tira para atrás si no vas a pillar todos los matices
Ponéis que está para PC y para Mac, pero en Steam yo no lo encuentro en Mac. ¿Existe realmente?
Muy bien y muy interesante todo. Pero vayamos a lo que importa: ¿para cuándo el análisis de The Wolf Among Us? :silbido:
@uluairi
Cuanto menos sepas, mejor. Exactamente igual que con Portal. Juega a la demo si tienes dudas, que es gratis y es una historia distinta a la del juego y no spoilea nada.
Si no habéis visto o jugado al mod cuando salió hace tiempo, os recomiendo que veáis el Walkthrougt completo. Es media horilla, pero es super entretenida. Yo lo acabaré jugando. Es de esos «juegos» que… bueno, digamos que unos lo podrían llamar «experiencia» y otros lo calificarían de «género aparte». Yo lo llamo «compra segura». 😀
Sé que esto es un análisis de un juego, pero como suele pasar con los textos de @Pinjed, siempre hay algo que me pincha, que me hace levantarme de la silla, incomodado. Y por qué no decirlo: aludido.
En esta ocasión, sólo quiero apuntar que por desgracia la rutina, de la que todos -me incluyo- tratamos de escapar, es como un campo gravitatorio: al final inevitablemente caemos en ella. Obligaciones, de todo tipo, hacen que nuestra vida no vaya por donde queremos.
Pensaréis que este tipo de pensamiento conformista es el primer paso para que nuestra vida se torne gris, pero muchas veces es que sencillamente no hay alternativa. No hay otras ofertas, no hay otros horarios, no hay otros nombres en nuestra agenda… En algunos momentos se puede tirar todo por la borda y empezar de cero, pero eso no siempre es tan bonito como se suele retratar en el séptimo arte.
Yo, por mi parte, seguiré dejando volar mi imaginación mientras contemplo el cielo… a través de la ventana de ese bus que cojo todos los días. Soñando que algún día consigo lo que todos vamos buscando en esta vida: conseguir ser verdaderamente libres, dueños de nuestra vida.
Desde luego es un tema interesante, así que le echaré un vistazo a este juego, que no lo conocía.
PD: Enhorabuena @srvallejo!
@liberance
Va a salir para Mac dentro de poco, por lo visto.
Si no puedes esperar (o si lo quieres usar como demo), sí está el prototipo.
@pep_sanchez
Lo sé. Pero aparte de que necesitas Half Life, que yo ya tengo en Xbox, si va a salir en plan mejor dentro de poco, pues igual me espero.
@0d
Yo no he dicho que pensar sea la libertad absoluta, he dicho que es la libertad genuina. La libertad pura y sin limitaciones. Yo puedo imaginarme que voy a tu casa y te mato de un hachazo en la cara, pero no puedo hacerlo (actuar) porque rebasaría unos límites establecidos tanto por mí (moral) como por la sociedad.
@liberance
La versión review técnicamente se podía descargar también en Mac (la retail no lo he mirado) pero era muy inestable y se colgaba cada dos por tres. Te aconsejo esperar porque no tardará la versión «oficial» para Mac.
La hostia @pinjed gran análisis.
La demo esta en ingles, F A I L
@pinjed deberías hacerte poeta, gran análisis.
@alexdro
Dejese de flojeras y a estudiar ingles.
Joder, @pinjed, nunca entenderé como me puedes poner los pelos de punta y los ojos humedecidos con un «simple análisis». ¡VRABO, VRABO Y VRABO!
@tardazor
anda yaaaa, se algo basico de ingles, pero es que buah xDDD
Me lo he comprado por recomendación de un amigo, y había visto algún gameplay parece bastante interesante
Me suele pasar mucho con los análisis de Pinjed, excelentemente redactados pero demasiado «profundos» para mi simpleza. Ni me entero de qué van los juegos que analiza, de cómo se manejan, o a qué género pertenece…
Saludos.
Se lo estoy poniendo a diferentes amigos y es sorprendente cómo el juego representa tan bien las personalidades que tienen y cómo cada uno consigue llegar a diferentes situaciones que yo no había encontrado pese a que aparentemente las opciones estén tan bien señaladas.
JUEGO DEL PUTO COPÓN.
Yo también debo ser lerdo de la hostia, porque con los análisis de Pinjed no pillo na xD