Análisis de Toy Story 3

Alineación de planetas, vuelta a los buenos tiempos o simple y puro buen hacer volcado en un juego; sea como fuere, Toy Story 3 ha resultado ser un juego más que decente. Muchos habréis visto ya la película de Pixar (los que no, deberíais, ¡deberíais!), y quizá alguno se pregunte por ese juego que tan buenas vibraciones ha ido dando antes de su lanzamiento. ¿Volveremos a ver un juego basado en una película que merezca la pena más allá del simple merchandising? Avalanche Software, los desarrolladores del videojuego de Toy Story 3, nos dan la respuesta: sí, y aquí lo tenemos. Toy Story 3 se divide en dos grandes secciones: el modo historia, en el que seguimos más o menos a rajatabla los eventos de la película (aunque desde un punto de vista que no se conforma con replicar punto por punto lo que ocurre en ella; un ejemplo es la segunda fase, la del videojuego de Buzz Lightyear), una aventura perfectamente hilada que, sin ser excesivamente exigente (no olvidemos a quién va dirigido el juego), sí que nos ofrece un reto agradable, sobre todo si queremos conseguir los elementos secretos que hay repartidos por los escenarios. Y por otro lado tenemos la parte gorda, el caramelo inesperado: el modo caja de arena. Este modo, un sandbox en toda regla a medio camino entre el juego para niños y la parodia de los GTA y familia, nos pone en medio de una ciudad de juguetes en la que tenemos libertad para personalizar los edificios, a los habitantes, movernos por el escenario, hacer las misiones que nos encargan los demás juguetes en el orden que queramos… Estas misiones, cuya variedad y complejidad va avanzando al mismo tiempo que desbloqueamos elementos del juego (armas, vehículos, ciudadanos), son la diversión perfecta para esos momentos en los que no te apetece esforzarte mucho pero quieres disfrutar de un juego bien hecho: bien pensadas, de dificultad ajustada e incluso en algunos momentos proclives a darnos más de un quebradero de cabeza (esas putas misiones de imitar situaciones), las misiones que nos darán los ciudadanos son un ejemplo perfecto de diversión sin complejos que trata al niño, target último del juego, de tú a tú, sin trucos fáciles ni facilidades de más. Todo está muy bien pensado, muy mimado; y todo ello sin ostentaciones de ninguna clase, porque a nivel técnico no deslumbra sino por lo cuidado que está todo los escenarios, los personajes, las situaciones, todo es adorablemente genial y absolutamente encantador, desde la música (escuchar You’ve Got a Friend in Me en la pantalla de título es como para llorar de belleza, y el resto le está a la zaga) hasta los preciosos escenarios por los que pasamos. Gran parte de la grandeza del juego viene dada por su jugabilidad a prueba de balas. Me explico: puede que Toy Story 3 no tenga la profundidad técnica de Bayonetta o el diseño enfermizo y perfecto de Ikaruga, pero Avalanche puede incluir entre sus logros uno muy importante: haber conseguido reproducir con una fidelidad pasmosa, o más que reproducir representar, la sensación de estar jugando en tu cuarto con tus juguetes. Es inevitable pensar al ponerse a los mandos de Toy Story lo bien que han conseguido que manejar a Buzz o a Woody de esas buenas vibraciones de estar sentado en el suelo manejando muñecos en un escenario hecho de cajas de cartón; un poco lo que hace el propio Andy en las películas, y es esta genial representación de la imaginación irrepetible de los niños lo que hace, quizá, que Toy Story 3 sea una experiencia magnífica para todas las edades. En ese sentido, el juego recuerda a la buena literatura infantil, aquella que puede ser leída de nuevo cuando ya somos adultos sin sentirnos insultados ni pensar en lo lerdos que debían pensar los mayores que éramos para darnos a leer semejante bazofia. Pienso ((Y pienso en mis gustos, porque en cosas infantiles sólo me guío por eso.)) en Cuentos por teléfono, de Gianni Rodari, y también en El Principito o en La señora Frisby y las ratas de Nimh, libros que me han gustado mucho más de adulto de lo que podrían haberme gustado siendo niño, seguro. Toy Story 3 une generaciones: los niños disfrutarán como ídem y los padres disfrutarán el doble, porque verán a sus hijos pasarlo bien y encima podrán coger el mando y pasar un buen rato con Woody y compañía, porque este juego, definitivamente, lo merece. [8]