Análisis de What the Golf

En menos de un minuto, solo con los primeros tres compases de su tutorial, What the Golf establece el tono, el ritmo y el tipo de humor que mantendrá constante a lo largo de toda la obra. El inicio se compone de tres escenas muy breves que se suceden sin descanso y en las que se marca una evidente progresión. En la primera tenemos en primer plano una pequeña bola de golf blanca que se enfrenta a un hoyo situado a poca distancia en línea recta. Nuestro papel pasará por seleccionar la fuerza necesaria y la dirección del impulso para hacer que la bola acabe en el lugar indicado. Pero inmediatamente después de conseguirlo pasamos a un escenario algo más complejo: está la bola, tenemos el hoyo a la vista, pero el camino es ahora tortuoso, por lo que necesitaremos calcular el rebote necesario si queremos hacer un hoyo en uno. Y como las mecánicas del juego no son mucho más complejas que esto, la tercera escena nos lleva a un campo de golf bastante más abierto y vivo en donde un personaje se inclina sobre la bola. Calculamos la dirección, ajustamos el esfuerzo, y justo cuando el golfista ladea la cabeza para golpear su cuerpo sale despedido mientras la bola, traviesa, permanece exactamente en el sitio. Eso exactamente es lo que debemos aprender sobre What the Golf, que es un juego lleno de sorpresas y que siempre va a encontrar una manera efectiva de entregarlas. Porque sin importar a lo que el título haga referencia, aquí el deporte es lo menos importante.

What the Golf no tiene competición, no nos obliga a elegir entre varios hierros, ni se recrea en exceso en las indicaciones del par. Su acercamiento al deporte que le da nombre pasa por presentar algo —normalmente una bola pero también palos, pelotas, personas o incluso gatos— que hay que golpear hasta alcanzar otro algo que, por lo general, suele ser un hoyo. Los desarrolladores de Triband se han esforzado por sacar el máximo partido de esta premisa minimalista y el resultado es un juego que no solo es divertido sino interesante de explorar. En su inicio, What the Golf nos pone en la piel de una bola que se adentra en un laboratorio de golf con dudosas intenciones. Para avanzar en su objetivo, la bola se verá obligada a superar y «activar» diversas zonas experimentales así como a «hackear» los ordenadores a través de rápidos minijuegos. Entre las diferentes zonas que podremos explorar se encuentran una dedicada al fútbol, donde tendremos que aplicar regates y tiradas a puerta, otra que homenajea a videojuegos famosos o, incluso, una ambientada en el espacio en la que las físicas estarán dominadas por la gravedad. Pero incluso con toda esta diversidad de escenarios, el juego consigue mantener su simpleza y contundencia a lo largo de las zonas y logra triunfar por encima de otros títulos similares gracias a una coherencia que funciona como base del humor.

Como todo juego basado en físicas, What the Golf emplea muchos esfuerzos en mostrarnos cómo funciona el mundo que nos rodea. En las primeras fases aprendemos a diferenciar la contundencia de la bola oficial y distinguirla de las pelotas pegajosas, de las bolas que rebotan o de objetos más abstractos, pesados e impredecibles como el cuerpo humano. Y a la vez que interiorizamos pesos, texturas y densidades, también aprendemos a identificar y utilizar la mayoría de objetos comunes en los escenarios. En What the Golf los bidones siempre explotan cuando los tocamos, los coches parados arranchan al chocar contra ellos y los niños normalmente intentarán patear la bola para hacerla caer a través del precipicio. Tanto el humor como la dificultad general del juego parten de nuestra comprensión de estos elementos secundarios y la forma en la que elegimos utilizarlos tanto nosotros como los propios creadores. En el juego, ningún elemento es malo de por sí, y es igual de probable encontrarnos con un escenario en el que explotar los diferentes barriles sea la estrategia perfecta para hacer un hoyo en uno, como otro en el que tocar un barril supone quedar descalificados al rodar por el precipicio. Como jugadores debemos entender la situación y adaptarnos a ella, teniendo siempre presente que los desarrolladores ponen mucho énfasis en el factor sorpresa. Porque aunque el golf y las físicas suenen a temas muy serios, What the Golf es, ante todo, un juego de humor.

Para Karlheinz Stierle el humor es «intraducible», no solo por la necesidad de encajar en la cultura sino por la obligación de representar un contexto. Según el crítico literario alemán, todos los tipos de humor, incluso el absurdo —las bromas blancas de «humor humorístico» según las clasificamos en España—, pueden perderse para un interlocutor desconocedor del marco o del formato. Stierle es un referente a la hora de analizar por qué funcionan los memes o los motivos por lo que las comedias de éxito se quedan rápidamente desfasadas. Sin embargo, gracias a sus ideas, especialmente a sus teorías sobre los mecanismos de los chistes, podemos entender un poco mejor por qué resulta tan divertido What the Golf. A la hora de preparar una broma, la mayoría de las fases de What the Golf funcionan como una enorme máquina de contexto que tiene la paciencia suficiente para reservar las bromas hasta el momento en el que nos encontremos más cómodos. Conforme vamos superando retos e interiorizando ideas, los desarrolladores empiezan a distraernos a través de la dificultad hasta que en un momento dado deciden hacernos reír al presentarnos un resultado a nuestras acciones que se siente totalmente inesperado. Por suerte, los creadores tienen muy claro en todo momento que meter elementos «sacados de la manga» o contradecir información que se nos ha dado antes haría que la broma no terminara de cuajar. What the Golf resulta ingenioso porque siempre da en la tecla con aquello que no habíamos pensado y utiliza muy bien la dificultad al ponerla siempre al servicio del humor y la distracción.

Hablar demasiado de What the Golf tiene el mismo efecto que explicar un buen chiste. El juego de Triband hace muy bien lo que quiere hacer y focaliza sus esfuerzos en lo que realmente es importante y necesario, dando como resultado un título no demasiado ambicioso que nos recuerda las posibilidades por explorar que quedan dentro de la etiqueta casual. De cara a su llegada a Switch, What the Golf nos señala que ha ganado un BAFTA y que en 2019 fue el mejor juego de móviles según The Game Awards. Sería interesante explorar por qué muchos no le hemos prestado atención hasta que ha venido a legitimizarlo una consola. También el hecho de que los juegos de móviles tienen un cierto carácter táctil imprescindible que fuera de ellos es muy difícil de adaptar. Pero a pesar de todo esto What the Golf sigue funcionando. La broma es tan buena que puede hacernos reír sin importar que no se desarrolle en el mejor de los escenarios.

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