Análisis de Yakuza 3

Han pasado más de tres años desde mi análisis del primer Yakuza. En ese tiempo he cambiado 2 veces de curro y tres veces de casa, me he comprado un coche, tengo un perro, y mil cambios más. Entre otras cosas, me pasé Yakuza 2, ha salido Yakuza 4, está anunciado Yakuza PSP, y le compré ese «Yakuza en el Japón feudal» que es el Kenzan a un colega cuando pasé por tierras niponas. Con Yakuza 3, por una vez, he hecho lo posible por reventar el juego. Le he dedicado 50 horas de mi vida (o eso dice su contador, porque yo creo que han sido más), pero sólo he conseguido que el marcador de su porcentaje refleje que he superado el 40% del juego. Y eso que he hecho todas las misiones secundarias (menos las de jugar a minijuegos… que no estoy por la labor), he metido entre rejas a todos los Avengers, he ligado con todas las chicas y, por supuesto, he cumplido la misión principal. ¿Y sabéis lo mejor del tema? Que me he sentido realmente pleno. Kazuma Kiryu, el protagonista de la saga Yakuza (o Ryuu Ga Gotoku) es un tipo realmente entrañable. Fuerte como un armario, de apariencia no demasiado inteligente (pero de los que se toman las cosas con cierta calma, lo que le deja tiempo para ver por dónde van los tiros), que ha dejado, tiempo ha, la Yakuza, después de haber sido nombrado 4º jefe del clan Toho. Ahora, siendo Daigo el 6º jefe, él (que es huérfano) tiene un orfanato en Okinawa (a 3.000 kilómetros de Tokyo), y se encarga de que un porrón de huerfanitos tengan donde poder dormir y vivir en paz. Pero… como sin problemas no tendríamos juego, resulta que el Ministerio de Defensa de Japón quiere poner un escudo anti-misiles justo donde tiene Kazuma su orfanato, y una agrupación quiere convertir ese trozo del mundo en un resort. Así que ya tenemos el lío. Personalmente, este es el juego que más me ha gustado de la actual generación. Patearse (el juego dejó de contar cuando llegué a los 42 kilómetros recorridos) Kamurocho y Okinawa es un placer, y al menos mitiga un poco la nostokyotalgia que me entra cada cierto tiempo. El juego ha evolucionado bastante desde las versiones de PlayStation 2 (recordemos que la base es del año 2005), ahora todo es en 3D, podemos usar una cámara en primera persona para encontrar los más diversos detalles y muchos detalles más que os seguiré contando. Como la mayoría no habréis jugado a las versiones anteriores, y lo más importante, no las conseguiréis encontrar (aunque, casualmente, son las reinas de las gasolineras, donde están a un precio bastante irrisorio), el juego os pone a vuestra disposición la historia de las dos primeras entregas en formato vídeo (a una resolución bastante lamentable, todo sea dicho). Es recomendable su visionado, para saber qué estamos haciendo. Durante el juego podemos decidir tomárnoslo como si de un beat’em up se tratase (pues nos va marcando el camino de una manera muy directa) o aprovechar que nos hemos dejado los titos en disfrutar de él. Yo aconsejo esta última posibilidad, porque es donde el juego muestra realmente su potencial. Misiones de todo tipo, desde momentos en los que convencemos a alguien para que no se tire al río, hasta carreras por la ciudad persiguiendo a un experto en simpas, pasando por un juicio al más puro estilo Phoenix Wright, en total más de 100 misiones alternativas. Además, entre esas misiones, destacan varias posibilidades. La primera es enfrentarnos a los Avengers, un grupo de súper ex Yakuzas que se las tendrán tiesas con Kazuma (si vosotros queréis). La segunda es hacer fotos (revelations) con el móvil a eventos que ocurren en Okinawa y Kamurocho, y que servirán para hacer el blog de Kazuma (Kamublog). Y la tercera corresponde a las famosas hostesses, que en el original eran chicas a las que podías pagar para que te acompañasen, pero en la versión europea son chicas que te encuentras en el burguer o en la heladería de turno, y puedes ligar con ellas. Porque sí, el juego ha llegado recortado (los anteriores parece ser que llegaron intactos). Faltan algunas misiones y algunos detallitos más (el shogi y el mahjong han desaparecido). Más que recortado la palabra correcta es localizado (al gusto anglosajón, eso sí, porque no hay nada en castellano más allá de las tiendas Don Quijote), pues se ha pensado en el público occidental, y en que en EE.UU. no les pusiesen un +18 (porque en Europa sí lo ha recibido). Una pena, sobre todo teniendo en cuenta que el grueso de las ventas tienen lugar en Japón (este juego debería ir subvencionado como «producto cultural»). Que si tiene cosas malas, me preguntaréis. Sí, las tiene. La animación de correr es bastante ruin, y nos tiramos todo el juego corriendo. Pero a mí personalmente no me ha molestado demasiado. En anteriores Yakuzas veías venir a los enemigos «normales», y normalmente podías esquivarlos. Ahora tienes que verlos en la lejanía (es fácil, son los que están en mitad de la calle buscando pelea), y «cruzarte de acera». Y las misiones de correr, sobre todo una que hay en mitad de una pelea, fastidia porque la cámara no está pensada para ellas. Además, a quien sólo esté buscando un juego de peleas no le gustará nada el inicio del juego, porque hasta el cuarto capítulo (de 12) la cosa no se pone emocionante. Pero tiene tantas cosas buenas. Desde el modelado y la animación de cada uno de los personajes y rincones, hasta la veracidad con la que se muestra la sociedad japonesa (esos transeúntes fumando en los rincones para fumar, esos hombres de fin de cola haciendo su trabajo… de fin de cola, esos anunciantes a grito pelado, esos manjares y yantares fantásticos, esos vendedores que te dan la bienvenida a las tiendas…), pasando por las divertidísimas misiones, el trabajado sistema de lucha, las muchísimas bizarradas (cantar en el karaoke es impagable), la historia de altos vuelos… Yakuza 3 es mi firme candidato a GOTY desde este momento y se merece que le deis una oportunidad, sobre todo si sabéis inglés. [9]