Análisis de Yakuza 4

Creo que la primera vez que vi realmente Yakuza 4, el juego para PS3 más vendido en Japón durante el año 2010, fue cuando estaba en el Tokyo Game Show del año 2009, rodeado de bellas protagonistas del juego. Ya conocía la saga, la respetaba, pero no sabía de su enorme empuje en tierras niponas, ni de lo que me iba a gustar su salto a la actual consola de Sony. Porque Yakuza 3, que aparecio medio año después en España, sigue siendo el juego que más me ha impactado de esta generación. Y eso deja como posible damnificado el juego del que nos toca hablar ahora. Yakuza 4 no es un mal juego. Es más, puede que haya gente que lo prefiera a la tercera parte, ya que tiene bastante más acción. Y tiene ciertas mejoras, como una version occidental más fiel a la original —por encima de algunas cositas muy breves solo está el cambio en la canción de inicio, y gana con el cambio—, el manejo de cuatro personajes distintos, más minijuegos y nuevas zonas dentro de la misma Kamurocho: ahora podemos visitar los techos y subterráneos. Pero si has gozado de Yakuza 3 como un campeón, con Yakuza 4 sientes que no han pensado en ti a la hora de realizar el juego. Por ejemplo, dada la insana cantidad de tutoriales que tiene, puede pasarte, como a mí, que cuando terminan los tutoriales se te acabe el juego. Si eres una persona que ya se conoce al dedillo el sistema, sientes como que falla algo. A lo mejor si hubiera salido dentro de 3 años. A lo mejor si en vez de meter a cuatro personajes separados hacen cuatro juegos distintos. Es muy dificil hablar de Yakuza 4 sin hacer comparaciones con las partes anteriores. En esta entrega, la interesante trama, con sus altos y sus bajos, roba algo de protagonismo a Kazuma Kiryu. El origen de la historia es el asesinato de 18 yakuzas, acción por la que Taiga Saejima, hermano de sangre del carismatico Majima, acaba en la cárcel… hasta que se fuga. Además, en ese crimen se ve envuelto el padre de Tanimura, un policia del cuerpo nacional japonés. A Kiryu, Saejima y Tanimura hay que añadir Akiyama, posiblemente el personaje más fantástico de esta entrega y merecedor de un párrafo para él solito. Porque Akiyama, a quien empezamos manejando en el juego, es un tipo realmente peculiar. A los 20 años estaba en la élite, trabajando para uno de los mayores bancos japoneses. Cuando la cosa se pone mala y le rescinden el contrato, entra en depresión, la novia le deja y decide hacerse indigente. Pero gracias a los sucesos ocurridos en el primer capitulo de la saga puede reiniciar su vida y se convierte en prestamista. Y cada vez que deja dinero lo hace, literalmente, por los lulz. Mientras manejamos a Akiyama —muy de patadas, él—, tenemos un sistema parecido al del Yakuza de toda la vida: nuestro protagonista tiene determinadas misiones que debe realizar para avanzar en la historia, que normalmente acaban en una pelea con el personaje X, mientras van sucediendo objetivos secundarios que podemos atender o no. Además, tenemos a nuestra disposicion un minijuego que ya existía en versiones anteriores, aunque lo quitaron de la occidental de Yakuza 3, y que merece otro parrafo. Exacto, hablo del manager de chicas de compañía. Así, primero reclutaremos a la moza en cuestión, luego la vestiremos, le enseñaremos cómo tiene que comportarse, aprenderemos qué quieren los clientes, y finalmente, cobraremos por ello. Es una curiosidad, pero es una curiosidad muy curiosa. En el segundo capítulo manejamos a Taiga. Está dividido en varias partes, pero la gran diferencia con el resto de personajes es que debemos tener mucho cuidado con la policía por razones obvias. La otra novedad es que con él entrenamos a luchadores. Conocemos a un piltrafilla y tenemos que hacer de él el mejor contendiente de Japón. Otro minijuego al que le podemos dedicar muchas horas, que podría ser perfectamente un título independiente. Saejima es una mole, algo es muy fuerte, algo que no sólo afecta a su manera de pelear, sino que le permite moverse por las alcantarillas porque puede levantar las pesadas compuertas que impiden el acceso al resto. Durante el tercer acto encarnamos a Tanimura. Como policía que es, recibe ciertos encargos por radio («Hay una pelea en Tenkaichi con Tahei, mira a ver qué pasa», «A todas las unidades, están atracando la tienda de ramen de Pink») y puedes hacerte cargo. Además, sabe todos los idiomas de oriente, lo que le permite entrar a zonas vetadas para el resto de personajes. Su estilo de lucha, por otro lado, es más bien centrado en las esquivas que en los ataques directos, bastante distinto al del resto de luchadores. En el cuarto capítulo, por fin, volvemos a llevar los mandos de Kazuma. Ya os digo que en esta ocasión veremos muy poco Okinawa. Si sois fans de la tercera parte, olvidaos de pasear por la ciudad en camisa hawaiana (lo que a mi entender es una verdadera pena). Con Kazuma nos movemos como siempre y peleamos como siempre. Una vez hayamos acabado con las partes de cada personaje, hay un «gran finale», donde podemos manejar, individualmente, a cada uno de los personajes desfaciendo entuertos. Es algo totalmente opcional y puede alargar la vida del juego, pero los impacientes pueden acudir directamente a la gran batalla final. La duración del juego, pues, está entre las 20 y las 50 horas, dependiendo de la cantidad de misiones secundarias que se hayan realizado. Yakuza 4 comparte bastante similitudes, a nivel de producto, con Yakuza 2. Es, básicamente, una versión mejorada de su antecesor. Pero hay varias diferencias de tono, en especial para nosotros los occidentales. Cuando llegaron las dos primeras partes a nuestro territorio, Playstation 2 estaba en su ocaso. En cambio, estas entregas llegan en la cúspide teórica de Playstation 3. Además, Yakuza 3, como producto, está mucho más pulido que la primera entrega, lo que provoca que el margen de mejora sea mucho menor. En conclusión, salvo que estéis deseando más acción que paseo, si no habéis jugado a Yakuza 3, id primero a por él. Ahora mismo se puede encontrar de primera mano por unos ridículos 15 euros. Si ya lo habéis hecho y tenéis ganas de más, o si queréis saltaros toda la parte de protegener el orfanato de la tercera parte, compraos este Yakuza 4 (como siempre, se incluyen en vídeo las escenas más importantes de las 3 entregas anteriores). Es un magnífico juego, largo, variado, técnicamente muy bueno —aunque sigue manteniendo el fallo de la animación al correr del anterior—, y con una historia trabajada que mezcla momentos de humor con momentos de gran densidad argumental. Pero, y avisados quedáis, no supone el salto de calidad de su predecesor. [8]