La historia de Harry Helmsley podría ser la ejemplificación del sueño americano de no ser por su segunda esposa Leona. La apodada «reina de la maldad» era también una mujer hecha a sí misma (incluso más acaudalada que su billonario marido) que había conseguido un puesto entre los grandes ejecutivos inmobiliarios a pesar de que su género y religión (era judía) ponían todo en su contra. Acostumbrado al dinero y al poder, el matrimonio, especialmente Leona, hacía y deshacía a sus anchas. Eso sí, jamás pagaban ningún tipo de impuesto ya que, para la mujer, eso era cosa de «la gente inferior». Con el FBI en el cogote y la prensa constantemente señalando su opulento estilo de vida, los Helmsley decidieron separarse como paso previo a la entrada a la cárcel de Leona. Sin embargo, pese a las vacas flacas, en ningún momento consintieron en vender el que para ellos era su mayor símbolo de status, el Empire State Building. Por aquel entonces, el edificio más alto del mundo.
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En las metáforas anticapitalistas la clave está en la verticalidad. Los rascacielos, símbolos del poder, del trabajo humano y representación de la vida urbana y del crecimiento económico, suponen el punto más alto de un paisaje modificado a la fuerza, en contra de la naturaleza. En su piso más alto nos encontramos como en la cima de una pirámide con la masa bajo nuestros pies y solo unos cuantos elegidos —cada vez menos— conforme subimos de piso. Esta distribución no sólo se asemeja a la pirámide del darwinismo social tan utilizada como ejemplo por liberales como Rand, sino también a los estratos producidos por diferencias sociales como las que produce la clase o la raza. Todas esas ideas están mucho más presentes de lo que creemos en las ficciones actuales de manera que incluso taquillazos como La Jungla de Cristal pueden tener lecturas asociadas al avance en vertical de su protagonista. Pero, sin duda, la obra que mejor encadena estas cuestiones es Rascacielos de J. G. Ballard, influencia indiscutible en Yuppie Psycho, el nuevo trabajo de Baroque Decay.
En Yuppie Psycho acompañamos a Brian, un chico de clase baja, durante su primer día de trabajo en una gran compañía llamada Sintracorp. Durante la espera antes de iniciar la jornada, algunos compañeros nos informan de la dinámica de la compañía: cuanto más alto trabajas mayor es tu sueldo y estatus social. La sorpresa para Brian viene cuando el ascensor que debe llevarlo a su nueva vida lo dirige hasta la décima planta. Hasta la cima absoluta de la empresa más importante de la ciudad. «Mata a la bruja» puede leerse en el mensaje de la pared del enorme despacho, escrito con sangre. El enorme sueldo de Brian viene con una gran responsabilidad: la de convertirse en el cazador de la criatura que atemoriza al edificio.
Yuppie Psycho es un survival que mezcla horror y comedia. Aunque gran cantidad de niveles tengan que explorarse con una linterna (de baterías limitadas) y la muerte (que además es un despido fulminante) aceche a cada esquina, la asustadiza y sencilla personalidad de Brian es el elemento perfecto para sacarnos una sonrisa en cualquier situación. Los secundarios tampoco fallan. Desde la excéntrica señora Sosa, al psicópata de Hugo, pasando por la adorable Kate y la confusa Sintra, todos los personajes y los diálogos consiguen el propósito de sumergirnos en este mundo extraño donde todo puede pasar. La historia, bastante más larga y compleja que la de El Conde Lucanor, está llena de interés y cuenta con gran cantidad de elementos frescos y originales como para mantenernos enganchados hasta el final. El guión en Yuppie Psycho es absolutamente sobresaliente y, pese a sus riesgos, funciona muy bien tanto a nivel cómico y de terror, como alegórico.
A lo largo de la partida, y siempre con la finalidad superior de acabar con la bruja, tendremos que recorrer los diferentes pisos del edificio para recopilar toda la información posible sobre nuestra adversaria. La exploración es tanto el elemento principal de las mecánicas como la base sobre la que se construye todo el juego. Explorar habitaciones, registrando cada uno de sus cajones resulta imprescindible, no solo para reunir los elementos principales en la misión sino para conseguir aprovisionarnos de los escasos recursos para la supervivencia. Además de comida con la que recuperar energía (alguna puede cocinarse para aumentar sus propiedades nutritivas), mediante la inspección de todos los elementos de los escenarios podremos hacernos con papel de bruja y toner de impresora, imprescindibles tanto para grabar la partida como para librarnos de algunos de los monstruos más temibles. Porque los miniboses en Yuppie Psycho son muy variados pero, por suerte, también fáciles de engañar.
Entre los enemigos que tendremos que sortear (Brian solo va armados con lápices de oficina, su maletín y una linterna) se encuentran detectores explosivos, que limitarán nuestro paso a no ser que aprendamos a neutralizarlos, arañas gigantes, impresoras mutantes que detectan nuestro movimiento y chicas de recursos humanos con tan mala baba que terminarán escupiendo ácido en nuestra dirección. Por si fuera poco, tendremos que esquivar un gas letal que parece que emerge desde el mismísimo corazón del edificio. En Yuppie Psycho siempre hay algo que hacer. El juego fluye con ritmo y es difícil quedarse atascado. Sin embargo, la gran cantidad de tramas, misterios y situaciones extrañas son más que suficientes para mantenernos interesados más allá de los pequeños puzles o jefes que enfrentemos al final de cada una de nuestras etapas. Conforme avanzamos, el juego va abriéndose y haciéndose más accesible en cuanto a gameplay (muchas partes del mapa se interconectan a través de respiraderos, conseguimos un destornillador que abre puertas, compramos recursos…) pero eso no significa que se haga más fácil en cuanto a guión.
La lograda ambientación del juego se ha logrado a partir de un impresionante lore que mezcla elementos más reconocibles con otros más originales, creados para adaptarse a este universo. Incluso los coleccionables, que en este caso son pequeños micrometrajes de terror, logran tener sentido dentro de una oficina de locos y perturbados en el que el trabajo y la sangre son lo mismo y lo opuesto a ser una mierda.
Yuppie Psycho es un juego sólido, bien escrito y lleno de referencias y misterios para los amantes del terror. Con su colorido y llamativo arte en pixel art y sus graciosos diálogos, consigue crear un universo lleno de ideas, metáforas y mensajes, además de un lore rico que puede dar lugar un universo expandido muy interesante. Pero, además de jugarse, Yuppie Psycho puede interpretarse y ahí encontramos otra fuente de diversión. El primer día de trabajo de Brian Pasternak va a dar que hablar. Como mínimo, va a convertirse en uno de los indies más interesantes del año. [9]
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Muerte al capitalismo comprando videojocs y consolas.
Vaya, me regalaron la demo en steam por tener el juego anterior y lo ignore totalmente. Habrá que darle un tiento.
Genial analisis.
Pues no lo tenía fichado para nada y pinta guapísimo.
Pues a ver si lo sacan físico en Switch como el Lucanor, yo me espero por si un caso…
Me pareció super curioso el Conde Lucanor, tengo ganas de este.
Ni idea de que existiera esto pero me lo has vendido @martatrivi
Edit: si llega a alguna consola 🙁
@solidsnake
Por lo que tengo entendido más pronto que tarde lo verás en Switch 😊
@martatrivi
Genial :bravo:
Soldazo.
Tenía mis dudas de que fuera a funcionar bien esta mezcla loca de conceptos, pero ahora tengo claro que le daré muy fuerte (eso sí, en switch )
«¡Podríamos acabar muertos! O peor, ¡expulsados!» -Ron Weasley
Hacer un videojuego anticapitalista es tan incoherente como ser comunista y comprar videojuegos.
Se rumorea que si eres anticapitalista no te dejan usar moneda de curso legal y solo puedes recurrir al trueque. Y comer solo de lo que plantes y recolectes con tus propias manos. Igualmente te prohíben montar algo tu por tu cuenta, o te dejas explotar o nada.
Venga, va.
De hecho si eres capitalista y vives en un país comunista, eres juzgado y condenado a muerte.
Podrías leer el libro negro del comunismo, que fué escrito en 1998 y habla de cómo esta doctrina se ha cobrado la vida de más de 110 millones de personas hasta ese entonces (ahora esa cifra debe ser más alta).
Oliver Stone es un tipejo que maneja millones de dólares, vive en el país más capitalista del mundo y nos viene a decir que el comunismo es mucho mejor, pero contradictoriamente no se fué a vivir a Venezuela…. qué conveniente.
P.D: He montado varios negocios y en ninguno de ellos se me ha prohibido algo.
Me parece perfecto, pero no tiene absolutamente nada que ver con la supuesta incoherencia que señalabas al principio y que yo te comentaba: que no se puede hacer un videojuego con trasfondo anticapitalista. Por si todavía no lo tienes claro, pregúntate si se puede hacer un libro, un disco o cualquier otro producto con trasfondo anticapitalista. Si tu respuesta es «no», piensa en lo siguiente: no se trata del «producto», si no de «cómo se hace ese producto» y/o «cómo gestionas esos beneficios».
En EEUU se han creado millones de productos anticapitalistas, han criticado a todos, desde la policía hasta a los políticos, desde los colonos Europeos hasta a las personas actuales, desde la bandera hasta la iglesia.
Hay al menos tres grupos a los que nunca he visto ser criticados: Los judíos, los homosexuales y los negros, y en cuanto a temas ideológicos jamás he visto a EEUU crear algún producto criticando abiertamente al comunismo, de hecho ni documentales han realizado.
A ver cuándo saco tiempo para jugarlo porque ya le tenía muchas ganas con lo que se había visto y lo que me gustó Lucanor y lo que cuenta Marta no ha hecho más que aumentarlas. Ojalá lo peten lo suficiente como para al menos poder retomar el desarrollo de Cathequesis.
Aparte de la ideología que parece que tienes, diría que el problema es que has visto pocas cosas.
Pero vaya, que pareciendo que te moleste que para ti no se haya criticado a judíos, homosexuales y negros, tu opinión al respecto vale nada. No voy a explicar por qué criticar ciertas cosas o colectivos está bien y a otros no porque es evidente que sería una pérdida de tiempo.
@darkcooledge En serio explícamelo, ya que pareces saber taaaanto del tema y te crees una entidad taaaan superior como para no decir nada.
Y otra respuesta que se desvía de lo que estamos hablando. Al menos hemos llegado a la conclusión que puede haber productos anticapitalistas en una sociedad capitalista. Con esto voy al principio de la conversación donde decías «Hacer un videojuego anticapitalista es tan incoherente como ser comunista y comprar videojuegos.», que ahora ya hemos concluído que no tiene sentido.
@el_jugador_medio
@darkcooledge
Llego tarde a la discusión, porque he esperado a pasarme el juego por mi cuenta antes de leer el análisis aquí. Me parece de traca la sarta de chorradas que ha soltado el tal @rapsi.
Dejemos de lado a los judíos, que son quienes manejan el cotarro en EEUU y que ahora están más que encantados con las últimas decisiones de Trump. No hay que ser muy espabilado para ver el discurso hegemónico que ha habido desde siempre contra negros y gays. Y algo aún peor que esas críticas contra ambos colectivos que tanto dices echar de menos: atentados terroristas y asesinatos por parte de la policía, especialmente contra negros.
Así que salir aquí a criticar este juego por tener un mensaje anticapitalista es empezar mal. Pero además salir a reclamar poder meterse libremente contra colectivos desfavorecidos (entre los cuales NO se encuentran los judíos, por cierto) es reaccionario conservador y digno de votante de VOX. Sólo te ha faltado exigir meterte contra las mujeres para el combo completo.
Pensar que la política exterior de Israel y el lobby de judíos ricos derechosos de USA define al pueblo judío en si mismo si que es flipante y derechoso…
Anda que no hay marchas (reprimidas e invisibilizadas por los mass media) en el estado de Israel en contra de la guerra y objetores de conciencia que se pasan todo el servicio militar entre rejas.
Le faltó decir que no hay judíos pobres. XD