Eschatos es un shoot ‘em up vertical en el que manejas una navecita que se enfrenta a hordas de invasores alienígenas. Es la definición más justa de un juego como Eschatos, que a grandes rasgos va de lo mismo que Space Invaders. Es el tipo de juego que dio lugar a lo de los marcianitos, solo que treinta años después; como tantos otros, pero sin maquillaje. No hay grandes civilizaciones extraterrestres, ni dioses, ni horrores cósmicos: tampoco representas a ningún país de la Tierra, ni a una gran coalición internacional ni a un conglomerado corporativo del siglo XXII en el que ambienta el juego. Es el Bien contra el Mal, pero sin fliparse, en un sentido cien por cien utilitario. El uno contra el cero. Los marcianitos, la máquina, contra ti, el mando.
Es también bastante más sofisticado de lo que puede dar a entender esa versión tan básica del planteamiento estándar del juego de naves, tan infantiloide que a estas alturas de la película es inservible. Es esa sofisticación lo que hace que Eschatos sea tan contemporáneo hoy como lo era en 2011, cuando se publicó originalmente en Xbox 360. Es un juego extraordinariamente hábil, siempre correcto y pulcro sin caer en lo pavisoso; al contrario, siempre va rápido, siempre es interesante, nunca deja de ser exigente. No llega a los extremos de los danmaku más temibles, pero no le importa tirarte más balas de las que quizá puedes esquivar. Al contrario: le gusta, y lo hace con gracia pero sin abrumar, sin miedo pero procurando ofrecer algo a cambio; en este caso, los dos tipos de disparo son un buen punto de partida para poder cubrir todo el ancho de la pantalla sin mucha dificultad, pero además hay un escudo que ayuda a bloquear los proyectiles enemigos y una ración de ítems generosa en todos los modos de juego, desde salvavidas que limpian todas las balas que hay en pantalla hasta vidas extra, no pocas. No es fácil, pero no se puede decir que sea difícil. Es lo que tiene que ser.
Por supuesto, en muchas ocasiones los mejores videojuegos se nos quedan flotando en el coco por ser algo que no se suponía que tenían que ser. Es una textura que Eschatos no se permite. Su objetivo principal parece ejecutar a la perfección incluso sus ideas más audaces, como el finísimo uso de la cámara para crear secciones únicas y muy reconocibles; es un recurso en el que no se ve la tensión del arte sino el pulso de la artesanía. No pierde la calma en ningún modo de juego, que en muchas ocasiones suelen usarse para irse un poco de madre alejándose del modo arcade estándar, el que se supone original. En Eschatos los tres modos están en equilibrio: en uno solo te preocupas por sobrevivir; en otro se suman power ups y un sistema de puntos algo más complejo; en el último compites contra el reloj. El time attack quizá sea el más obviamente secundario, pero si los otros dos no se llamaran original y advanced sería difícil saber con exactitud cuál fue el primero.
Y tampoco hay prisa por jugar a Eschatos. En su momento, fue juego de culto por ser muy bueno pero también por haber sido editado solo en Japón; sin bloqueo por región, eso sí, muy fácilmente importable para las poquitas personas que compraban estos juegos (incluso los que se llevan un discretísimo 28 sobre 40 en Famitsu) en esos años. Jugarlo no ofrece ninguna clase de revelación trascendental ni da nuevos motivos para lamentar que algunas cosas auténticamente vanguardistas y estimulantes no salgan de Japón. Es una pena que algunos juegos, no pocos de ellos japoneses, no salgan de las fronteras de su país de producción, aunque la distribución digital haya facilitado que ciertas propuestas menos mainstream convenzan a la gente o encuentren un nuevo público entre el que florecer; Eschatos está muy bien, pero ya. No es un juego que tenga esa actitud que da a entender que quiere que lo juegue todo el mundo; no digo que no le gustara, llegado el momento, pero tampoco es algo que busque activamente.
Pero dedícale unos días y Eschatos se sabe colar en tu rutina de una forma muy cómoda, nada parasitaria, familiar y acogedor como algunas películas antiguas; como Space Invaders. Es cierto que tanto mecánica como visualmente está asombrosamente pulido, aunque casi nunca llegue a los mismos resultados que la mayoría de videojuegos, mucho más estimulantes; el proceso de buscar la partida completada un crédito en cada modo de juego y en niveles de dificultad progresivamente más altos es fantástico, natural y muy divertido, con una curva de dificultad suave pero que te mantiene alerta. Como en Xbox 360, además, acompañan a Eschatos los dos anteriores juegos de Qute, Judgement Silversword y Cardinal Sins, desarrollados originalmente para WonderSwan. Son dos juegos fantásticos y en los que Qute se desmelena mucho más: el primero es una suerte de clon en miniatura de Radiant Silvergun y el segundo, la joya oculta, es un shmup en el que cada nivel representa uno de los pecados capitales, una estructura única y que lo convierte en una especie de heptatlón en el que cada prueba tiene sus objetivos y sus estrategias. No hay prisa por jugar todo esto, ya digo, pero tampoco está mal si lo juegas ya, en Switch o en Steam o incluso en Xbox 360, si te da por ahí. Es un muy buen juego, y merece la pena conocerlo.
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Demasiado fast-paced para mí. Lo he metido a deseados solo porque tiene modo fácil, la verdad (Y qué bien lo ilustra).
Miyazaki whores, ESTO es el hardcore.
Un juegazo y ahora además portátil. No era yo precisamente de modos time attack y con este me he enganchado bastante. Espero que venda lo suficientemente bien para que se animan a portar el Ginga Force y el Natsuki Chronicles a Switch, juegazos también!
@diewito
Natsuki Chronicles es uno de los mejores ultimos matamarcianos que ha habido. El resto de juegos de Qute son bastante buenos, algunos muy miticos, como ese Judgement Silversword. Larga vida a ellos.
@nae
una maravilla, lo he retomado y lo estoy alternando con el Eschatos y el Radiant Silvergun estos días. Larga nueva vida al género
Judgement Silversword y Cardinal Sins se venden juntos en Steam como JUDGEMENT SILVERSWORD – Resurrection –.
Qué extraño me ha resultado el texto. Sospecho que intentas hacer algún tipo de juego o algo, como otras veces, pero no lo pillo.
¿Intento ver más de lo que hay y es sencillamente una decisión estilística o efectivamente hay algo más?