Forza Motorsport 7

Dan Greenawalt, histórico director de la serie Forza, se refería como «car porn» al aspecto limpio de los coches del juego, similar al que tienen en los folletos de los concesionarios. Es una expresión que se ha pegado a Forza como una lapa. «Simply put, Forza Motorsport 4 is utter car porn». «Forza 5 Is Car Porn That Teaches You How To Drive». «It’s admiring the sheer amount of car porn on display in Forza 6’s sprawling garage». «Microsoft and Turn 10 has released the standard shiny car porn-filled Forza Motorsport 7 launch trailer today». Son los primeros ejemplos que he encontrado haciendo una búsqueda en Google; ya sabéis a qué me refiero.

Lo primero de lo que se habla en Forza Motorsport 7 es de la velocidad, la versatilidad y la adaptabilidad; de técnica y de placer; de mecánica y de libertad. Se habla de las cualidades y las habilidades y los deseos de la gente que conduce los coches; el vehículo no es nada sin alguien que lo gobierne. En su larga introducción, que ofrece un vistazo rápido a muchas de las principales virtudes del juego (el gran realismo de sus circuitos, la emoción de las carreras, el espacio que deja a la fascinación y la sorpresa), se habla de personas y sensaciones más que de motores y neumáticos. Te propone un viaje: a través de esta representación considerablemente bien conseguida de coches y circuitos del mundo real, quizá sientas algo parecido a lo que sienten los pilotos del mundo real.

Lo cierto es que Forza 7 hace un buen trabajo en este campo. Es un juego sencillamente espectacular: los vehículos tienen una presencia y un realismo imponentes, los circuitos saben ser un marco perfecto para unos cielos y unos paisajes que quitan el aliento, el sonido da motivos para perderse en el juego y transportarse a la cabina, un viaje astral que solo es posible gracias a la maestría del equipo audiovisual de Turn 10. Incluso se permite tontear con pruebas más divertidas y sorprendentes poniéndote al volante de vehículos inesperados y dándote objetivos que se alejan de llegar el primer en una carrera. Es fácil ponerse cursi con Forza 7. Es casi obligatorio, de hecho: es uno de esos juegos cuya sola presencia le hace a uno querer hablar mejor, impostar un tono más elegante o educado o inteligente, como cuando te graba la tele hablando sobre el criminal que resultaba ser tu vecino o cuando los jefes de policía dan ruedas de prensa. Tiene aspecto de juego caro; incluso en una Xbox One normal Forza 7 te pasa por encima como un camión, quizá mientras conduces literalmente un camión en el mismo juego, y sé de primera mano que en Xbox One X (el nuevo modelo más potente de la consola de Microsoft) tiene un aspecto todavía mejor. La lluvia de la tercera prueba que se juega en la intro fascina en Xbox One; en Xbox One X, refresca.

Lo mismo con la conducción. A medio camino entre la simulación y la accesibilidad, permisivo pero creíble, Forza 7 sigue haciendo todo lo posible para que cualquiera pueda coger el mando y disfrutar, independientemente de su experiencia con simuladores de conducción. Como de costumbre, existe una ristra enorme de ayudas que se puede activar o desactivar a gusto del consumidor: toqueteando aquí y allá no solo es posible ajustar al máximo qué tipo de juego queremos que sea Forza 7, sino que también se crea una segunda curva de dificultad que te permite mejorar poco a poco, acometer las maniobras más satisfactorias (las curvas cerradas, los adelantamientos arriesgados) a tu manera y a tu ritmo. Que no sea el ABS lo que te arruine la partida. Forza 7 quiere que lo juegues: Forza 7 te quiere a ti, y quiere que estés con él, y quiere que te veas reflejado en el juego tanto como sea posible. No eres una inteligencia superior controlando vehículos virtuales: eres un piloto de carreras con preferencias y gustos y necesidades individuales. Esta idea se refuerza por la fuerte presencia de tu avatar en el juego. Es ahí donde el tema se tuerce.

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Una de las primeras pantallas con las que Forza 7 llama tu atención es la de las cajas de premios. Ya sabéis: una suerte de sobres de cromos en los que se pueden encontrar distintos ítems, desde conjuntos de ropa para nuestro avatar hasta mods, uno de los pilares básicos de Forza 7. Es una de esas cosas opcionales o secundarias que sin embargo se te recuerdan de vez en cuando, como quien no quiere la cosa. «Has acumulado unos cuantos créditos», dice el narrador del juego en el intermedio entre dos carreras. «¿Por qué no te pasas a abrir unas cajas de premios?» La frase puede no ser exactamente así, pero el sentimiento es ese. ¿Por qué no pasarte a abrir unas cajas? Al fin y al cabo, tienes tres gratis para ir probando cómo es eso de recibir premios: seis si has pagado más dinero por el juego.

Para ser opcional, el sistema de recompensas de Forza 7 es omnipresente y todos los caminos parecen llevar a él. Todo el juego está articulado a su alrededor. No es nuevo que todo tenga su nivel, y que se falsée la sensación de progreso añadiendo barras de progreso a todo lo que sea susceptible de tener una, pero la nueva forma en que están organizados los niveles en Forza 7 es un poco diferente. Al nivel general que marca el progreso en las distintas pruebas se une el nivel de coleccionista, que depende de la evolución de nuestro garaje. No está mal pensado, en realidad: los setecientos coches están divididos en varias categorías y es necesario comprar un número determinado de ellos antes de desbloquear los de la siguiente; por mucho que ahorres, no puedes conseguir los coches más potentes sin pasar antes por las categorías inferiores.

Los problemas llegan cuando quieres conseguir créditos más rápido. En Forza 7 se presenta una versión evolucionada del sistema de cartas de Forza 6. Aplicando mods antes de cada carrera se pueden añadir capas de desafío extra que aumentan el número de créditos que se consiguen; estos mods, las ya famosas (o infames) cartas presentes en todos los juegos de Microsoft, se consiguen en las cajas de premios y sustituyen a los modificadores que se aplicaban a los créditos quitando ayudas en los anteriores juegos de la serie. Es una de las marcas de la casa: toqueteando en el menú de ayudas era posible conseguir dinero más rápido si jugabas mejor, dependiendo menos del trazado recomendado o retirando asistencias. Era una manera genial de animarte a comprender mejor el juego y esforzarte un poco más en cada carrera: las recompensas estaban ligadas directamente a tu habilidad al volante.

Los mods hacen algo similar, pero hacen que todo pase necesariamente por las cajas de premios y, peor, le quitan importancia a la personalización de las ayudas. A veces da la sensación de que en Forza 7 importan más las cartas que los coches. El juego no te recompensa por jugar bien (o al menos por intentarlo, desactivando una ayuda de más para maximizar las ganancias de cada carrera, esforzándote para comprender cómo se comporta cada coche y aprendiendo a sacarles todo el partido) sino por utilizar activamente las cajas de premios; puedes descuidar las curvas o golpearte contra otros coches o abusar del rebobinado, también, porque no hay motivo para no hacerlo: a veces es incluso mejor.

Ni siquiera hacen falta micropagos para ver cómo este nuevo sistema de premios desequilibra el juego, quitando peso a la parte más seria de Forza (la que tiene que ver con la simulación light y la conducción) y haciendo que los focos apunten a las cajas. Ese mayor énfasis en los pilotos empieza a resultar sospechoso cuando llevas un tiempo abriendo cajas y aplicando mods. No debería ser así, pero casi parece que el único motivo por el que tu piloto aparece en los menús y en los podios al final de cada torneo es darle un sentido a los muchos disfraces que se pueden conseguir pagando créditos o abriendo cajas de premios; la economía tiene una importancia que casi recuerda a los gacha, con sus cientos de coleccionables y la importancia del azar. Forza 7 está en el borde: más que crear un nuevo sistema para acomodar en su interior estos sistemas pensados para adulterar el compromiso de los jugadores con el juego, han adaptado lo que ya existía para, quitando un par de cositas por aquí y poniendo otro par por allá, mejorar la rentabilidad de su sistema de recompensas aleatorias. Decía que no hacen falta micropagos, aunque llegarán, como llegaron en Forza 6: Turn 10 ya lo ha confirmado, y de nuevo existirá la opción de ocultarlos, pero esta vez es mucho más explícita la manera en que el diseño quiere propiciar el uso de las cajas de premios.

Creo que es significativo que todos los problemas de Forza 7 tengan que ver con las cajas de premios, los mods y cómo afectan a la organización y curso de las partidas. Es un juego de conducción excelente, al fin y al cabo, lastrado por una economía virtual que fuerza ciertos recortes y cambios con efectos en mi opinión negativos; que levanta sospechas sobre las intenciones y esperanzas de Turn 10 cuando nos agasaja y nos dice que somos los mejores. «De los mejores juegos se suele recordar su alma, no sus menús de opciones», escribía yo mismo en mi reseña de, precisamente, Forza 6; aquí me he visto obligado a pensar en los menús más a menudo de lo que me habría gustado.

Supongo que mi negativa a aceptar estas cajas de premios en concreto cuando en otros juegos me molestan menos se puede ver como una afrenta a toda esa gente que tiene las esperanzas puestas en Forza Motorsport 7, sin duda un juego importante para Xbox y uno de los juegos que servirán para poner a prueba el nuevo modelo de la consola de Microsoft. Se puede leer como una burla o un maltrato a la comunidad en vez de como preocupación sincera por el efecto que las economías virtuales tienen en un juego como este, suficientemente parecido a la anterior entrega como para que los nuevos ajustes resulten incómodos y un poco fuera de lugar. Se puede leer como un desprecio a un equipo de cientos de profesionales que han dedicado muchos años (no solo los dos últimos, sino también los anteriores, cuando desarrollaban Forza 5 y Forza 6) a crear uno de esos videojuegos que lideran la carrera tecnológica con una holgura que no está al alcance de casi nadie; en realidad, intento decir que es una lástima que todo ese talento y trabajo dedicado a trascender las categorías de simulador o arcade se acabe convirtiendo en un peaje o un trabajo entre caja y caja, entre nivel y nivel: en un trámite hasta conseguir que tu avatar tenga el jersey del Nota para vacilar en el multijugador. Decía al principio que era fácil ponerse cursi con Forza, porque son juegos realmente emocionantes y que llegan a ser muy hermosos; por eso da pena que tengan tanta importancia dentro del juego las mayores vulgaridades: que camufle como driver porn lo que en realidad es loot porn. Que se lea como se quiera: que un juego tan rotundo y fascinante como este deje tanto espacio para la decepción es un problema, y eso no hay caja de premios que lo resuelva. 

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