En la web de Fruitiny se puede leer que es «el primer juego de memoria en tiempo real jamás creado, probablemente»; no me atrevería a decir que esto es totalmente cierto, porque los arqueólogos (y quizá no tanto) del lugar seguro que saben poner algún ejemplo que desmonte esta afirmación, pero no pasa nada: es un gran juego, en cualquier caso. Todos sabemos lo duro que es a menudo encontrar algo bueno en el inmenso catálogo de la App Store, pero este es de los que merecen la pena. Su mecánica es suficientemente conocida por todos como para que las pequeñas modificaciones que ha introducido Totano Corp., el alias bajo el que desarrolla sus juegos el italiano Briano Casotto, no tarden nada en ser comprendidas: hay cartas boca abajo, y tenemos que ir volteándolas para encontrar las que forman pareja hasta, al final, vaciar la pantalla. No le costará a nadie acordarse de más de un ejemplo parecido: se me ocurre a bote pronto el minijuego de Bart vs. The World que funcionaba de forma parecida. No es el tipo de juego más frenético que existe, la verdad sea dicha, pero justo ahí es donde empieza a demostrar Fruitiny sus puntos fuertes. Para compensar la velocidad extra que nos da la pantalla táctil, Fruitiny introduce varios elementos a priori no tan habituales en este tipo de juegos y que son cruciales: un temporizador contra el que competimos (y que se rellena un poco a medida que hacemos parejas y pasamos de nivel) y multiplicadores, esenciales para las puntuaciones. No le hace falta muchísimo más para convertirse en uno de los juegos más adictivos que han caído en mi iPhone últimamente: el resto lo consigue Fruitiny a base de tiempos perfectamente medidos y variedad de cartas, cada una con su fruta correspondiente y bien elegidas para aumentar la dificultad sin prisa pero sin pausa a medida que avanzamos en la partida (el coco y el kiwi, por ejemplo, o el melocotón y la naranja son suficientemente parecidos como para aportar un plus de dificultad muy interesante en los últimos niveles).
No se tarda más que un par de partidas en encontrar el punto dulce en el que Fruitiny consigue una sensación de flow genial a base de combinar memorización y habilidad: hay que poder retener dónde están las cartas a medida que las vamos viendo, pero también hay que ser rápido y preciso para darles la vuelta rápido y sin fallos, porque a partir de cierto nivel un fallo puede ser suficiente para echar abajo una buena partida. En sus mejores momentos Fruitiny recuerda casi a tocar el piano; el nivel de concentración que exige es muy alto. No va mucho más allá de contenido una vez terminamos el modo principal: la primera vuelta nos desbloquea una nueva dificultad, que introduce cartas con enemigos en las rondas estándar en lugar de, como ocurre en la dificultad normal, limitarse únicamente a aparecer en las rondas de bonificación. La gracia son los puntos: está bastante bien calculada la manera en que nos superamos a medida que jugamos, y nos deja bien claro Fruitiny que podemos ir un poco más allá, hacerlo un poco mejor.
No es raro que el juego esté dedicado, for the eternal fruits of his labor, a Fukio Mitsuji, conocido por Bubble Bobble y Rainbow Islands: el homenaje visual queda claro desde el minuto cero. Es irremediablemente retro en estética y en sonido, con una banda sonora que, si bien no «se te queda pegada en la cabeza para siempre» como anuncia en su página web, acompaña bien a la avalancha de cartas volteadas y es coherente con el rollo vintage del juego. No se conforma, en cualquier caso, con quedarse del todo en el pasado: la mezcla de mecánicas de memorización, habilidad y tiempo de Fruitiny es totalmente contemporánea, y no podía haber existido en otro sitio que no tuviera una pantalla táctil. Como casi todas las personas aburridas que confían en su iPhone para alegrarles un poco los momentos de tedio extremo, suelo visitar la App Store a menudo; pocas veces encuentro juegos que merezcan la pena. Fruitiny merece mucho la pena, no me cabe duda: es humilde y no intenta esconderlo, pero consigue ser al mismo tiempo un pasatiempos de primera categoría, de esos a los que se puede volver constantemente y en los que uno puede confiar en todo momento. Es un juego diseñado de forma inteligente, además. Una muy agradable sorpresa. [8]Hoy, 21 de noviembre, el juego es gratis para celebrar el lanzamiento; pasará a costar 89 céntimos a partir de mañana. ¡Aprovechad!
Estéticament el juego muy bonico. Ese rollo pixelero me encanta. Pero la mecánica del juego… MEH! Supongo que para gustos los colores, pero a mi no me ha enganchado nada. Es más, después de la típica media horita de prueba lo he archivado en una de las muchas carpetas que tengo. No descarto volverlo a intentar dentro de un tiempo, haciendo revisión de Apps, pero, sincerament, no lo considero un buen juego. Pero, repito, para gustos los colores
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Justo iba a poner que el personaje principal se me parecía al del Rainbow Island. Sin duda ha cogido un referente estético maravilloso.
Anotado para probarlo esta tarde en casa D: A ver si me mantiene mas de 10 minutos girando iconos para ver si he acertado…
FREE? Pa’la’saca
Hace como 25 años, yo solía jugar a algo parecido en el MSX. Pairs, se llamaba.
Un buen jueguico, hasta hicimos en casa una versión propia, en su día.
http://www.mobygames.com/images/shots/l/132464-pairs-msx-screenshot-pick-a-cards.png
Echadle un ojo también a Super Tiny Leap y a Dream of Pixels, que también son crema.
Estéticament el juego muy bonico. Ese rollo pixelero me encanta. Pero la mecánica del juego… MEH! Supongo que para gustos los colores, pero a mi no me ha enganchado nada. Es más, después de la típica media horita de prueba lo he archivado en una de las muchas carpetas que tengo. No descarto volverlo a intentar dentro de un tiempo, haciendo revisión de Apps, pero, sincerament, no lo considero un buen juego. Pero, repito, para gustos los colores