Análisis de FX Fútbol

La selección argentina llegó al mundial de México con chichones en la cabeza de tanto ensayar cómo se defendían los córners. Parecía que de córner no se nos podía hacer un gol. En la final, de córner, nos metieron dos.

—Jorge Valdano, junio de 1987

Puto Valdano, ¿eh? Un intelectual entre cabestros. Un tío que parafraseaba a García Márquez o Rudyard Kipling al mismo ritmo que Clemente comía pipas, Aragonés lanzaba esputos o Cruyff pateaba manuales de gramática. El argentino con más incontinencia verbal que ha visto el fútbol era tan capaz de escribir un libro sin decir absolutamente nada (y así lo hizo) como de concentrar valiosísimas píldoras de sabiduría en una oración simple. Esa anécdota del mundial de México era de un simbolismo futbolístico devastador: sobre el césped, ni lo fácil es tan fácil, ni el entrenador es Dios.

Esto FX Fútbol lo sabe, y lo sabe porque es el heredero directo de una franquicia ancestral, una saga primigenia sin cuya presencia en la década de los noventa muchos no concebíamos el fútbol mismo. Fue la puerta de entrada para mucha gente que no entendía muy bien de qué iba esto de los jueguicos, y aunque la mayoría salieron por donde habían entrado, a todos nos quedó un poso en el recuerdo, una nostalgia que ni los sofisticados simuladores posteriores podían consolar. Ahora PC Fútbol quiere volver, con otro nombre, en otras circunstancias y rodeado de un mundo que ha cambiado mucho y que no le va poner nada fácil acomodarse a una nueva realidad.

Como decía, ha habido otros mánagers futbolísticos desde la desaparición de PC Fútbol, y todos sin discusión han sido mucho mejores (excepto una reciente atrocidad llamada Lords of Football que casi me destroza la vida): todos eran más completos, más bien diseñados, más realistas y algunos hasta tenían licencias oficiales, el Santo Grial del género. El panorama no podía ser más hostil así que los creadores de FX Fútbol parecen haber tomado la drástica decisión de no competir. Este renacido gestor se aparta de la complejidad obsesiva y a veces demencial de cosas como Football Manager de Sega, da un paso al costado y toma una perspectiva menos realista, menos estresante, buscando repetir las sensaciones de sus antecesores, con su margen limitado de influencia y sus detalles dejados al azar. Mi Sabadell ha eliminado en Copa a todo un Atlético de Madrid aun teniendo veinte puntos menos de media y ha sido vapuleado brutalmente por el Alcorcón colista de Segunda, así que el juego se encarga de recordarnos siempre que por muy poderoso que sea nuestro control, siempre será relativo.

Dividido en dos modos, Desafío y Mánager, FX Fútbol nos propone buscar la épica subiendo a los altares del deporte a un equipo modesto (o huyendo o otro equipo con mejores infraestructuras al final de temporada si cae alguna oferta, algo sucede si hemos trabajado bien) en el primero, o tomando las riendas de nuestro club favorito en el segundo. Y aquí, nada más empezar, ya nos pegan con la mano abierta: no solo no hay licencias oficiales, sino que solo podemos elegir equipos españoles. Sí, hay equipos extranjeros, la primera y segunda división italiana y media docena o menos de los clubes más conocidos de las ligas más importantes, pero solo están ahí para rellenar el cupo en las competiciones internacionales como las equivalentes a la Champions League o la Europa League, nada más. Los filiales, como el Castilla o La Masía, han sido tratados como equipos independientes, de modo que pierden la función principal de nutrir al primer equipo y hasta pueden ascender. Aunque poco probable, es bastante gracioso que el Castilla elimine al Madrid en Copa. Me imagino a Mourinho ante tamaño dislate, encaramado al techado del banquillo, mordiendo una esquina compulsivamente, los ojos inyectados en sangre, el pelo alborotado, el gesto desencajado. La grandeza del fútbol.

La complejidad ha aumentado, y no para bien, a la hora de interpretar el valor de un jugador. Ya no hay una media que sube o baja en función de diversas variables, sino que tenemos una calidad potencial y un número de rendimiento que viene determinado por el estado de forma, la moral (que viene afectada por la situación deportiva y también la contractual: cuando pones a un tío en venta se desanima automáticamente) o la posición en que situamos al jugador. Ese es el importante. Accediendo a una especie de hub central podemos gestionar todos los estamentos del club, como la parte financiera, las negociaciones de fichaje o renovación, las alineaciones, las tácticas, los entrenamientos o los tratamientos médicos. Algunas áreas pueden delegarse a empleados del club, como el preparador físico, el médico o el director técnico, y estos a su vez pueden ser sustituidos por empleados más eficientes y más caros. ¡Y cómo nos gusta en España delegar cosas!

Basta un paseo por las estructuras para darse cuenta de que el realismo no era un objetivo en el desarrollo de FX Fútbol. La posibilidades son limitadas (la única fuente de ingresos, por ejemplo, es la recaudación de taquilla) y la profundidad es escasa, pero hay algunas concesiones que ayudan a engancharse, como el hecho de que el mercado de fichajes esté permanentemente abierto. Lo que más odio de un mánager de fútbol es ese momento en que te obliga a ir pasando partidos haciendo poca cosa más que retocar el once inicial o apuntar sugerencias de los ojeadores. En FXF se han cargado esa limitación y han dejado que el culebrón de las altas y las bajas sea el pan de cada día en una utopía capitalista e inmoral que le salva un poco los muebles.

Pero la sombra de PC Fútbol es alargada y esa es una carga demasiado pesada, incluso para quienes estuvieron implicados en aquella bonita historia de amor y camisetas sudadas. La mezcla de nostalgia y de buen hacer en el pasado subrayan en rosa fluorescente las severas carencias de este FX Fútbol. Y es que nadie dijo que resucitar fuese fácil, pero los problemas estructurales del juego van más allá del simple desliz. Cosas como no permitir hacer cambios durante un partido, que no haya valoración del rendimiento de cada jugador tras un partido, una tendencia al empate algo extraña y un modo simulación que roza lo vergonzoso y que no tenía ningún sentido incluir (los comentarios de Gaby Ruíz son a la narración deportiva lo que Tomás Roncero al periodismo) se suman multitud de bugs que te secuestran en una pantalla del menú, te sacan al escritorio o te bloquean la partida después de varias temporadas trabajando.

Da la sensación de que este FX Fútbol es la base, los mimbres de algo a lo que todavía que queda un largo camino a medias entre los desarrolladores y la comunidad para convertirse en algo sólido. No hay duda de que mejorará, pero hay decisiones que va a ser muy difícil enmendar y carencias demasiado acusadas. Que no haya ni un triste modo online, aunque sea asíncrono o, yo qué sé, una puta tabla de puntuación, es una ausencia demasiado dolorosa como para no tenerla en cuenta. Quizá FX Fútbol venía a ocupar un nicho vacío en el género de la gestión futbolística, claro que sí. Es una forma más o menos honesta de desmarcarse de los peces gordos y de ofrecer una alternativa más básica, más desenfadada, pero eso, me temo, no protege a nadie contra la mediocridad. También los Pavones venían a convivir con los Zidanes, y ya sabemos cómo terminó la cosa. [6]