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Este es Bizcocho. Bizcocho es un gato siamés aficionado a los espacios angostos, las gomas del pelo y los videojuegos. Conscientes de que Gato Roboto, el reciente metroidvania de Doinksoft y Devolver Digital, no es un juego sobre el que un ser humano pueda pronunciarse con propiedad, en AnaitGames hemos decidido encargarle su análisis a Bizcocho, que además de siete vidas de experiencia gamer tiene conocimiento de primera mano de lo que significa ser gato hoy.

Lo que viene a continuación es el texto que Bizcocho nos envió por correo electrónico anoche, sin editar más allá de la separación de algunos párrafos y las (pocas) anotaciones que hemos considerado oportunas. Aunque comprendemos que no es habitual encontrar textos escritos de esta manera en un medio de videojuegos, animamos a todo el mundo a acercarse a su amigo felino más cercano y pedir, si existe interés, que ofrezca una traducción del análisis de Bizcocho. Estamos seguros de que con gusto os traducirán el texto, y quién sabe si de un gesto tan sencillo puede nacer una hermosa amistad.

Actualización, 18/06/2019, 18:25: Ante las numerosas quejas y amenazas recibidas en redes sociales hemos decidido incluir una traducción al castellano del análisis de Bizcocho; seguido de cara uno de los párrafos originales se ha añadido su correspondiente versión humana. Al parecer, numerosos lectores han sido gravemente heridos por gatos al solicitar la traducción del análisis; hasta que las autoridades aclaren la situación, NO le pidáis a ningún gato una traducción.

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¹ (Como si de una pequeña industria del videojuego en miniatura, también Devolver Digital tiene, a pesar de su tamaño relativamente contenido, juegos de primera, de segunda e incluso de tercera. Si existe una constante entre todos ellos es, en todo caso, cierto interés que seguramente tenga que ver con una mezcla de buen ojo y de un brillo —un carisma, un no sé qué mitad propio, mitad labrado con el tiempo y los buenos lanzamientos— que atrae a algunos de los proyectos más interesantes del panorama independiente al sello. Esa cualidad innata hace también difícil meter a sus juegos en una categoría u otra, aunque en el fondo sepas que existen esas distinciones; Gato Roboto, humilde como es, se resiste a ser de segunda, desde luego no es de tercera, pero parece exagerado ponerlo en la primera línea. Lo mismo da, porque es un jueguecito fascinante y formidable que, sin alardes, sabe dejar una bonita huella.)

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² (Una huella de gatita, claro: la de Kiki, protagonista de Gato Roboto, que de golpe y porrazo se encuentra junto a su compañero humano en un planeta misterioso al que han llegado siguiendo una señal de emergencia. La cosa se tuerce, la nave se estrella y ahí empieza la aventura: con su compañero humano herido y atrapado en la nave, Kiki debe salir ahí fuera y, pilotando un meca, conseguir acceso al laboratorio que esconde la clave para escapar. No es un punto de partida particularmente brillante ni original, pero acompaña muy bien una escritura que comparte con el propio juego esa naturaleza juguetona, divertida e inteligente que hace que sea una delicia ver avanzar la historia: cada pequeña conversación entre Kiki y su compañero humano sabe tocar en las teclas adecuadas para sacarte una sonrisa.)

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³ (Porque acceder al laboratorio no es tan fácil como parecía, claro, e implica dar más vueltas de las previstas; de ahí la estructura de metroidvania que sirve para describir en un momento el mundo de Gato Roboto. Lleno de peligros y recovecos, el…)

⁴ (Consultado por AnaitGames, el compañero humano de Bizcocho nos confirma que en este momento el redactor felino se quedó dormido encima del teclado; NdE.)

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⁵ (Lleno de peligros y recovecos, decía, el mapa tiene todas las peculiaridades que se pueden esperar del género: habitaciones fuera del alcance a las que se puede volver más adelante, cuando ya tienes los poderes apropiados o has activado tal o cual resorte, para conseguir un extra de vida o una paleta de colores desbloqueable; enemigos y áreas que son un auténtico reto la primera vez pero que luego, cuando tienes un movimiento nuevo o por tu propio aprendizaje, se atraviesan como si nada; un mundo por el que te mueves con aparente libertad, aunque en el fondo estés siguiendo paso a paso las órdenes del game designer. Tampoco en el tipo de habilidades que se consiguen innova Gato Roboto: ahí está el doble salto, el dash, la barra de vida ampliada; nada que no hayamos visto ya.)

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⁶ (Y sin embargo hay algo precioso y muy atractivo en este juego. Quizá sea el hecho de que es muy corto: su propuesta —su chiste, llamémosle— es muy concreta y su ejercicio no esconde en ningún momento en qué se basa —Metroid, más que otra cosa; llamarlo «clon de Super Metroid» no me parece exagerado ni ofensivo—, pero tampoco te exige un compromiso excesivo. Quizá sea el gameplay ajustadísimo, pulido hasta el extremo: el diseño de niveles y la manera en que se maneja a Kiki encajan a la perfección para ofrecerte el control justo y necesario sobre la situación, jugando de una manera brillante, además, con el hecho de que puedes manejar a Kiki en meca o sin él, ideal para colarte por huecos más pequeños; para hacerte sentir bien sin que notes que te están dorando la píldora más de la cuenta. Quizá sea la banda sonora o los gráficos, que como en el caso de Downwell, otro extraordinario de Devolver, parten de lo antiguo para conseguir resultados tremendamente actuales, robustísimos, elegantes y muy lujosos.)

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⁷ (El caso es que las piezas encajan, la cosa funciona, las sensaciones son buenas; imposible no dejarse seducir por Kiki y sus aventuras. Como gato, además, aprecio enormemente que los guionistas —que, sospecho, quizá sean también gatos; no es algo que haya podido confirmar— no hayan caído en la torpe y holgazana dicotomía gato-ratón o gato-perro, y que hayan sabido integrar en un juego tan pequeñito y humilde un par de momentos emotivos en los que se aporta a la relación entre Kiki y su compañero humano unos matices y una profundidad difíciles de ver en la ficción. Yo soy gamer como el que más: en mis siete vidas he jugado a JRPGs de ciento y pico horas, a juegos de estrategia que me han tenido en vela noches enteras, a juegos de acción que han hecho que los pelos del lomo se me ericen como los de esos compañeros que se tienen que ganar el pan en las duras calles de la ciudad. A veces, sin embargo, apetece un juego relajado pero interesante, divertido pero intenso, que te ocupe un fin de semana de lluvia y no te pida más; Gato Roboto es justo ese tipo de jueguecito fascinante y formidable que, sin alardes, sabe dejar una bonita huella. Una huella de gata: la de Kiki, por supuesto. [8])