Análisis de Grand Theft Auto IV

¿Un juego de 10? ¿El mejor GTA de la historia? ¿El título que esta generación estaba esperando? Pues eso depende de a quién se lo preguntes, y por eso estamos ante un tocho legendario el primer post con paginación que ha habido en AnaitGames. Muchas opiniones y puntos de vista para analizar e intentar comprender el que es, eso seguro, el lanzamiento más importante del año. Por chiconuclear Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal, o Indiana Jones 4 (por abreviar) es la cuarta película de Indiana Jones. Critters 4 es la cuarta película de las graciosas bolas de pelo asesinas. Halloween 4 es una buena película y, efectivamente, es la cuarta de la serie de nuestro psicópata favorito, Michael Myers. Grand Theft Auto IV es el noveno juego del simulador de matar putas favorito. NOVENO. 9. Y se llama GTA IV. Así son las cosas y así vamos a contárselas. ¿Qué teníamos? Si podemos agradecerle algo a la serie GTA, ese algo es sin dudarlo ni un segundo Crackdown. Pero señoras Timbol aparte, GTA llevó el sórdido mundo del crimen organizado a nuestras casas como prácticamente nunca antes lo habíamos podido ver. ¿Atropellar gente? ¿Robar coches? ¿Tirarse pedos (la gran pérdida de la saga) en medio de la calle? Que me aspen si las dos primeras partes no tienen un huequito señalado con luces de neón en nuestros negros corazones. Cuando llegó la tercera parte, y con ella el paso a las tres dimensiones, muchos nos sentimos decepcionados. Algo fallaba. No era lo que habíamos jugado antes, era otra cosa. Aunque Vice City conquistó a más de uno (a mí el primero), San Andreas, al menos para mi gusto, supuso un paso atrás. Demasiado espacio vacío. Claro que nos divertimos atropellando transeúntes, pero de nuevo algo fallaba. Todos sabemos cómo va el asunto: tienes una ciudad a tu disposición para robar coches, disparar a los peatones y matar, oh matar putas. Todo como muy libre. Los que seáis poco amigos de la libertad en los juegos (he de unirme a esta corriente, me temo), podréis encontrarlo abrumador: ¿qué hago ahora? ¿Mato a esa puta o robo un taxi? ¿Disparo a unos cuantos peatones? Lo que digo, algo fallaba. Personalmente, y con la excepción del siempre glorioso GTA 2 y Vice City (que tiene mucho carisma), no puedo decir que sea muy de GTA. Pero amigo, oh amigo, esta vez es otra cosa. Algo ha cambiado. Este GTA tiene un algo, no sé si ese algo que le fallaba a los otros u otra cosa, pero tiene algo. Vayamos con calma. ¿Qué tenemos? GTA IV nos pone en el pellejo de Niko Bellic. Niko es un pobre diablo que llega desde su Serbia natal hasta Liberty City buscando fortuna. Un inmigrante al uso se pondría a vender perritos calientes en una esquina o a conducir un taxi: Niko no es así, y le va más el rollo de asesinar gente, robar coches y repartir droga. Así, veremos con lagrimillas paternales en los ojos cómo Niko va saliendo de las esferas más miserables de la ciudad, amasando dinero y consiguiendo contactos. Así a bote pronto parece lo mismo que en anteriores ocasiones. ¿Lo es? Bueno, sí, lo es; podríamos decir que es la misma mierda pero muy perfumada y con un lacito del rojo más hermoso que hemos visto en mucho tiempo. El juego sigue teniendo el punto flaco que me hizo odiar los GTA: las misiones son repetitivas hasta la saciedad. Ve del punto A al punto B y mata a tal gente. Acaso, ve del punto A al punto B, mata a tal gente y luego, por un giro argumental, ve al punto C. Fin. Así es GTA IV, como fueron los anteriores, pero aquí ha cambiado algo. Ese algo, ese motivo por el cual GTA IV es un gran juego, es Niko Bellic y los personajes que aparecen en el juego. El juego es prácticamente impecable en lo que a guión se refiere. Puntualicemos: la trama no es nada del otro mundo, pero tanto Niko como los demás tipejos que vas encontrando a lo largo del juego despiertan en el jugador MUCHAS ganas de seguir jugando, de ver qué pasa con ellos. La historia no nos cuenta nada que no hayamos visto ya en mil lugares, pero el hecho es que si Brucie nos dice que hagamos una carrera ilegal, la hacemos porque queremos escuchar a Brucie, queremos que nos grite GENETICALLY DIFFERENT y VIP MAN y todas las demás cosas. Queremos que el argumento se desarrolle para saber qué pasa con Niko, de algún modo conectamos con él y eso anima a seguir jugando. Si no fuera por eso, cuatro misiones de “roba un coche, ve a matar a tal ruso y vuelve” y fin del juego, no daría más de sí por el mero hecho de que llevamos demasiados años haciendo eso y, de hecho, con el mismo nombre: GTA. Además de eso, la conducción de los coches, por ejemplo, se ha visto modificada considerablemente. ¿Qué no es realista? Ni idea, ni siquiera sé conducir, pero es espectacular, y sobra. Las físicas, en general, son bastante espectaculares: doscientos kilómetros por hora, en coche, contra un árbol y sales disparado por la luna delantera, rebotas en el asfalto y quedas en el suelo, retorciéndote de dolor, para que un puto taxi te atropelle y te mate. Que nadie me pregunte por qué, pero esto hace que uno sienta cosas. Es irracional pero es así. No todo son cosas bonitas, porque también tiene puntos flacos. El sistema de combate cuerpo a cuerpo, por ejemplo. No sé qué pretenderían en Rockstar o si en las oficinas lo veían bien, pero es una mierda. O el sistema de cobertura en los tiroteos; ¿soy el único que al final sale a pecho descubierto a pegar tiros como un loco y, lo que es mejor, no sólo no muere sino que sale victorioso rodeado de montañas de cadáveres? La banda sonora es otro de los aspectos en los que GTA IV flaquea y mucho, más en comparación con sus antecesores: por ser claros, es una mierda. Las emisoras no tienen chicha, cuesta dar con una canción que merezca la pena y, lo peor de todo, hay una emisora de reggaeton locutada por el mismísimo Daddy Yankee. Pero todo eso deja de importar cuando te metes en el juego. Hacía tiempo que no me pasaba, quizá desde Dead Rising: una vez enciendes la consola y arrancas el juego, eres Niko Bellic. Llamas por teléfono a tu novia, vas a jugar a los bolos con tu primo, te vas a un show de striptease con tu colega jamaicano, y eres tú. Lo sientes, de algún modo. La ciudad está viva, los peatones llaman por teléfono, fuman cigarrillos, se refugian de la lluvia. Vas en taxi, en metro, comes un perrito caliente en Algonquin y todo encaja. Esto, en cierto modo, se debe al extremo cuidado con el que han diseñado todo los chavales de Rockstar. Desde las emisoras de radio hasta las cadenas de hamburgueserías, todo está puesto en su sitio de forma precisa, y en conjunto hace que (como he repetido una y otra y otra vez) sientas que realmente estás dentro de una ciudad viva. ¿Qué carajo…? Por ir terminando, GTA es un juego que no pasará a la historia por revolucionar el panorama de los videojuegos. No tiene una conducción fabulosa, ni un sistema de combates increíble, ni una historia nunca antes vista. Es, sin lugar a dudas, el mejor GTA de la historia; y es (con permiso de Crackdown) el mejor sandbox jamás creado. De eso estoy seguro. Gustará a seguidores de la serie, a amantes de la libertad de acción, a fanboys de las películas de mafiosos, a europeos del este y a flipados de la espectacularidad. Es un juego que difícilmente no gusta. Y eso tiene mérito. Haceos un favor y jugadlo. Entenderéis muchos análisis (incluido este) después de hacerlo.

Nota: 9,5

Por PIN-HEAD Conseguid un ejemplar del animal más divertido de todos: el mono. Jugad con él un rato y, tras reíros con sus movimientos simiescos y sus muecas graciosísimas; vestidle con ropa de persona, maquilladle, ponedle una peluca y haced que se mueva como un italoamericano encocado en una pizzeria. ¿Qué obtenemos? Sí, amigos: un mono mucho más gracioso que antes. Eso es exactamente GTA IV: lo mismo de siempre pero con vitaminas, minerales y un poco de sal gorda. Y es que, incluso desde antes de tocarlo, el juego nos guiña un ojo con encantadora picardía. No hay un gancho mejor que convertirnos un inmigrante ilegal de Europa del Este en New York Liberty City, atormentado por un turbio pasado como miliciano. Bueno, quizá ser la animadora rubia más popular del equipo de fútbol americano en un instituto de California, pero eso se lo dejamos a Nintendo. Niko Bellic ha hecho cosas horribles, ha sido un monstruo y lo sabe, pero aún conserva parte de su humanidad. Es un hombre hastiado, apaleado, sucio —Cristo, ¿dónde carajo hay que ir para ducharse y afeitarse en este juego?— pero con esperanzas. Esperanzas alimentadas por las mentiras de un primo gordo, hortera y gilipollas. Pero eso tampoco es culpa de Roman: todos tenemos algún primo gilipollas. Sin embargo, el empezar de cero es un privilegio reservado para aquellos que tienen el suficiente sentido común como para no llevar un chándal de poliéster debajo de una cazadora; y mucho dinero. Por ese orden. Y esto es una gran verdad que corroboran todos los juegos de la saga con guión: En GTA III, acabamos de fugarnos de un furgón policial que va de camino a la cárcel; en GTA: VC, venimos de cumplir condena en Liberty City por habernos cargado a once personas; en GTA: SA, volvemos casi por obligación a San Andreas después de haber estado prácticamente exiliados durante cinco años en Liberty City. Todos responden a la misma idea: si quieres arreglar tus errores y empezar una nueva vida, tienes que conseguir mucho dinero. Y para ello cualquier cosa vale. Incluso mearte en el código penal y sus representantes. Sin embargo, todos persiguen además otro objetivo prioritario: descubrir quién les traicionó; ya sea pegándoles un tiro durante un atraco, matando a su madre o vendiéndoles al enemigo. Por lo que podemos ver y oir, Niko es plenamente consciente de su condición marginal en una ciudad próspera, y se las traga dobladas nada más llegar. No tarda ni cinco minutos en cometer un delito a petición de alguien dispuesto a pagarle. Eso también pasa en la mayoria de GTAs, pero resulta chocante que alguien con la intención de comportarse como un buen ciudadano, se deje llevar por su institno criminal a las primeras de cambio. Sin embargo, la evolución de Niko a lo largo de GTA IV es más que evidente. No sólo se nos desbloquean tiendas de ropa cara y apartamentos de lujo; sino que además el sarcasmo desafiante y la chulería aparecen poco a poco en el carácter de nuestro personaje, llegando al punto de tomar decisiones por cuenta propia que le pondrán en contra de peces francamente gordos. Si bien es cierto que se han implementado nuevos elementos jugables —como la cobertura en los tiroteos, que ya hemos visto muchas veces en juegos de esta generación—, no son factores que revolucionen la saga. Se trata de un lavado de cara, una capa de reluciente barniz next-gen —no sólo en lo técnico, sino también en lo jugable— que le convierten en un nuevo eslabón en la cadena evolutiva de la franquicia. Una puesta al día, eso sí, más enfocada al realismo que sus anteriores iteraciones, pero manteniendo siempre un toque paródico. Así pues, GTA IV sólo mejora, acentúa y optimiza lo que ya habíamos visto muchas otras veces. Mejor apartado técnico, mejor asignación de las misiones —gracias al móvil, enorme acierto—, mejor guión, mejores diálogos, mejor y más sutil evolución del personaje, mayor interactividad con la ciudad y sobretodo con los medios —internet, teléfono, televisión, videojuegos, espectáculos…—, que acaban ejerciendo una influencia importante en el desarrollo de la aventura. Un juego que mejora algo ya de por si excelente con elementos muy acertados. De hecho, lo mejor de GTA IV es la capacidad de sus desarrolladores para implementar elementos que enriquezcan al juego en su justa medida, con criterio, y sin caer en el abuso, como pasó con San Andreas. Eso sí, la estructura básica, el amoroso esqueleto sandbox que nos regalo Rockstar hace ya la friolera de 7 años, sigue intacto. Nada nuevo bajo el Sol. Ah, sí, me recuerda mi secretaria que hay que poner nota: 9,5 y GOTY. Por DonDepre Probablemente en muchos sitios leeréis que el GTA IV es una simple evolución del III al HD. Posiblemente hasta lo leáis de algunos de mis compañeros de redacción. Yo no lo creo. GTA IV es muy distinto a los GTA III. En toda la anterior generación salieron hasta cinco GTA’s y, en realidad, eran una y otra vez el mismo juego. Por eso mismo todos fueron GTA III, con distintas coletillas. Traían nuevas capas de pintura, alerones, luces de neon y llantas de aleación, pero eran el mismo coche, sólo que con más accesorios. En cambio, el GTA IV reinventa los GTA. Los múltiples clones de la saga habían imitado la mecánica del GTA III desde hace años, por lo que ese filón estaba acabado. Continuar por ese camino, en un GTA III HD, hubiera sido un fracaso. Así pues, mientras la competencia había optado por un sistema de sandbox mucho más personalizable, mucho más genérico, en el GTA IV optan por el camino contrario. Lo que era un arcade en sandbox, con una trama completamente olvidable, es ahora una aventura en sandbox. No sólo la trama ha dejado de ser una excusa llena de tópicos, para pasar a ser un guión de película, sino que todas las mecánicas han pasado del simple arcade, a una mecánica mucho más compleja y, por otra parte, más realista. Los tiroteos son ahora mucho más elaborados, con el sistema de cobertura típico de los últimos third-persons, y eso permite misiones mucho más elaboradas respecto los demás GTA, como una misión con claras referencias a Heat. El manejo de los vehículos, integrado con el sistema de física del juego, es mucho más realista, y junto a un script en persecuciones, permite misiones a vehículo mucho más espectaculares. Pero el gran logro de este GTA ha sido dar vida a la ciudad. Los clubs de cabaret o de la comedia, las múltiples páginas ficticias de internet por las que uno puede navegar (y recibir mails o spam en el correo), los distintos canales de televisión que uno puede ver en su casa y, sobretodo, la gente, centenares de personas distintas caminando, hablando entre ellos, comprando en las casetas de perritos calientes, discutiendo, cogiendo taxis, siendo perseguidos por la policía, etc… dan una inmersión mucho mayor de la que hemos sentido en los demas GTA. Mientras que en los demás GTA nos aburríamos de la historia y empezábamos a hacer el capullo al poco rato, aquí pasa todo lo contrario. La liamos lo menos posible, hacemos misiones para completar la historia, jugamos de una forma mucho más madura, al estar atrapados por la trama e inmersos en la ciudad. Este GTA es mucho más adulto que los anteriores. Y no por haber más sangre o sexo, sino porque no nos empuja a tomar la ciudad como nuestro campo de batalla para atropellar gente, hacer explotar cosas y liarla hasta que nos maten. Nos empuja a sentirnos implicados con el personaje y avanzar en la historia. Tiene sus defectos, una cámara de conducción que no es suficientemente dinámica en los giros, la ausencia de checkpoints en las misiones largas, y los únicos edificios donde se pueden entrar son los que corresponden a alguna misión, haciendo que algunas partes del mapa queden demasiado vacías. Pero, aunque evidentemente no es mejor third-person que el Gears of Wars, o no es mejor simulador de conducción que el PGR4, o no tenga la trama del Mass Effect, es suficientemente bueno en todas estas facetas para ser la experiencia de juego más completa de esta generación. ¿Nota? 10/10. Si este juego no lo merece, ningún otro de esta generación lo merece. Por MrMxyzptlk GTA IV no es el mejor juego de la Historia. Tampoco es un juego de 10. No es una revolución en la saga, ni supone el mismo salto que experimentó la misma entre la segunda y tercera entrega, como dijeron muchos. Maldita sea, no creo que sea siquiera el mejor GTA. Concédeme un deseo y te pediré volver a Vice City, donde arena y cocaína se confunden y los neones pugnan entre sí por derretir tus retinas. Llamadme loco, pero no veo dónde está todo lo que hace de esta cuarta entrega un megatón que cambiará el mundo. No me malinterpretes: El juego es genial. Suprime todos aquellos aspectos molestos que había incorporado San Andreas así por nomacs y se saca de la manga unos cuantos atajos que te hacen la vida mucho más fácil. En el apartado jugable resulta el menos frustrante de los 40 o 50 juegos que forman esta franquicia, y el cambio de generación le ha sentado francamente bien. Hay pequeños fallos, pero exceptuando un popping absurdo a altas velocidades el apartado técnico es sobresaliente. Las físicas añaden ese punto de aleatoriedad y satisfacción que le faltaba a entregas anteriores, más encorsetadas y mucho menos inmersivas, y todo lo demás raya a un nivel realmente alto. ¿Por qué, entonces, digo lo que digo en el primer párrafo? Porque nada te sorprende. Superada la agradable noticia del sistema de físicas, todo lo hemos visto. Afrontémoslo, los cambios que introduce GTA IV son solamente detalles, estéticos o jugables pero detalles al fin y al cabo, que pule de entregas anteriores. Es sin duda el más completo, menos frustrante y más sólido de los GTA, pero nada más, aunque eso ya sea mucho decir. Las novedades que acompañan a esta aventura no son más importantes o decisivas que las que incluía San Andreas. Sí están mucho mejor aplicadas y resultan menos pesadas, pero no son más que maquillaje para una estructura que empieza a desgastarse. Incluso el apartado creativo de Rockstar empieza a notar el cansancio, y es que aunque cada centímetro del juego esté plagado de detalles curiosos todo resulta más burdo, menos afilado que en Vice City. La historia de Nico Bellic pretende añadir a la saga algo nuevo, seriedad. Queda la sensación de que debería haber ido quizá un paso más lejos, porque la sensación final es que queda anclada en un territorio ambiguo. Demasiado surrealista para tomársela en serio, demasiado seudodramática como para dejarse llevar por la ya característica galería de personajes desquiciados. El camino del protagonista está también muy forzado: para ser un alma torturada Nico acepta demasiadas misiones que no debería. La excusa del hombre solo en una ciudad hostil no funciona. Con 300.000 dólares en el bolsillo, nuestro personaje sigue aceptando misiones de desconocidos que ni siquiera mantienen relación alguna con el detonante de la trama. No creo que nadie tenga ningún problema en encarnar a un hijo de puta con todas las de la ley, así que quizá Rockstar debería pensarlo antes de cometer errores tan obvios como esos. El fallo más grave, sin embargo, no es ninguno de esos. Unos cuantos compiten por el trono. Podríamos hablar del irregular sistema de cobertura, que genera algún que otro problema con la cámara en entornos cerrados, pero que afecta a la experiencia de una manera más grave: hace el juego demasiado fácil. Tanto como para pasarse las misiones más difíciles con una miserable Glock encadenando headshot tras headshot mientras el enemigo dispara a tu parapeto. La puntería guiada sólo lo hace aún más fácil, pero es desactivable. Otro tirón de orejas para R* por las físicas de los vehículos. Éstos resultan caóticos, impredecibles y más incómodos en general que en entregas anteriores, donde alcanzaban el equilibrio perfecto entre comportamiento realista y comodidad para girar sin tener que pulsar dos botones a la vez EN CADA CURVA. La cámara, muy baja y colocada detrás de Nico en vez de detrás del coche, sólo lo hace peor. El premio gordo, sin embargo, se lo lleva el arcaico diseño de las misiones. No por su estructura ya conocida por todos (quizá demasiado), si no por limitaciones estúpidas de diseño. La imposibilidad de guardar (o ausencia de checkpoints) en alguna misión kilométrica resulta demasiado grave y frustrante como para pasar por alto. Las nuevas físicas son geniales, pero resulta desesperante ver cómo mueres golpeado por la puerta de un coche que acaba de volar y tienes que reiniciar la misión EN EL OTRO PUÑETERO LADO DEL MAPA, teniendo en cuenta de que aún debes completar una interminable persecución para llegar a ese punto en que falleciste. Eso si algún giro de la cámara o los rebotes de las granadas no te hacen morir antes. Algo inexplicable a estas alturas, pero en lo que insisten los creadores de la saga. No me gustaría dar la impresión equivocada. GTA IV es un producto excepcional. Candidato a juego emblema de esta generación (no más next-gen, maldita sea) y proyecto faraónico que sólo la enorme maquinaria de T2 y Rockstar podrían realizar. Pero tiene errores graves, unos cuantos. Y la impresión de que sus creadores están quedando sin material que justifique el arrollador éxito de la saga. Por expresarlo de una manera breve, y siempre desde una opinión personal, esta cuarta entrega comparte muchas cosas con Halo 3. Como el FPS de Bungie, será juzgado (o debería serlo) cuando se pose la polvareda de hype, ansia y tinta que ha levantado. ¿Importa? En realidad, no. Matar prostitutas será siempre un hobby apasionante. Incluso si una estúpida pulsera GPS te impide acercarte a la Casa de Campo… ¿Alguien tiene una cizalla?

Nota: 8,5

Ficha técnica Plataforma: PS3, Xbox 360 Desarrollador: RockStar north Distribuidor: Take 2 Género: Acción/Sandbox Código PEGI: 18+ Precio: 69,95 € Idioma: Textos en castellano Fecha de salida: 24/04/2008 Web oficial: Disponible