Análisis de Hatoful Boyfriend

Hatoful Boyfriend solo es a medias una visual novel corriente; quizá por ser una visual novel, ni siquiera es un juego corriente. Ya sabéis cómo va el asunto: aquí la cosa va de dedicar la mayor parte del tiempo a leer texto, tomando ciertas decisiones de vez en cuando que van moviendo la historia hacia un sitio o hacia otro. A qué clases asistir, por qué actividades extraescolares decantarnos, a quién invitar a tal o cual evento; poco a poco, y a base de entablar amistad y coger confianza con unos y otros, Hatoful Boyfriend se va desarrollando ante nosotros, un Elige Tu Propia Aventura con palomos en el que, como en toda visual novel, buena parte de la gracia está en ir desbloqueando los distintos finales posibles.

Ayuda a aligerar la carga de cada partida (de entre media y una hora y media de duración, en función de cómo de lejos lleguemos y de algunas de las decisiones que podemos tomar) que se pueda acelerar el texto, para no tener que leer las partes que no varían entre sesiones y podamos centrarnos en lo importante: escoger nuestra ruta. Además de hacernos amigos de unos u otros, tenemos unas características (sabiduría, vitalidad y carisma) que podemos ejercitar asistiendo a ciertas clases, por ejemplo. Afectan relativamente al progreso de la historia: si no vamos a clase de matemáticas, digamos, los exámenes de final de semestre se nos darán peor; no sabría decir hasta qué punto esto es tan importante como dirigir la vida social hacia el lado que mejor nos convenga, pero Hatoful Boyfriend nos pide cada equis tiempo que decidamos algo.

Supongo que a veces es un simple alto en la narración para crearnos la ilusión de que estamos participando activamente en la vida de nuestra protagonista. Lo que tiene de novel Hatoful Boyfriend nos pide, claro, que usemos la imaginación de manera constante: mucho menos visual que Danganronpa, un ejemplo de visual novel moderna y más atrevida a la hora de incluir mecánicas e interacciones más allá de hablar y elegir entre A o B, la falta de atractivo inmediato de Hatoful Boyfriend puede llegar a suplirse con una escritura solvente, consciente de con qué y para quién está trabajando (geniales los momentos meta y las referencias a la cultura pop) y que sabe dar alguna que otra sorpresa.

Algo tenía que tener detrás para que Devolver Digital se animara a lanzar algo tan inesperado como el remake en HD (la versión original salió en 2011, y poco a poco se convirtió en juego de culto) de una novela visual japonesa protagonizada por palomas que van al instituto. Hay unos cuantos misterios escondidos entre esta colección delirante de clichés de instituto, esta aventura para chicas (preparaos para empatizar, amigos, porque aquí solo puedes ser una chica y tienes que ligar con chicos/palomos) con tanto de twee y kawaii. Hay dos momentos cruciales que le animan a uno a seguir hurgando y buscando desenmarañar la otra historia, la que ocurre en otra capa mientras nosotros estamos de ligoteo con las palomas: cuando mueres (¡se puede morir!) y cuando exploras las galerías después de terminar por primera vez el juego. No diré mucho más, pero merece la pena poner a trabajar la curiosidad.