Heroes of Ruin es una petaca. Considerarlo una petaca es lo más sensato: Heroes of Ruin es la petaca que te llevas fuera de casa porque ir con una botella de Jameson por la calle es un poco cantoso; el Jameson es Diablo, efectivamente. En este caso la petaca gotea un poco y no funciona tan bien, pero acaba sirviendo como parche. Que esta torpísima imagen que acabo de formar en vuestras cabezas no nuble vuestro entendimiento: vamos a ver por qué Heroes of Ruin no consigue llegar a donde sí llega Diablo, y por qué llegar tan lejos no es, en el fondo, apenas relevante. En Heroes of Ruin somos un héroe que tiene que salvar a la esfinge Ataraxis, gobernadora del mundo en que se ambienta el juego, de la maldición que atenta contra su vida; para ello tenemos que viajar siguiendo las indicaciones que nos dan los personajes hasta encontrar la raíz del problema, atajarlo y volver victoriosos a casa. La historia no parece ir demasiado más allá que las otras mil y una aventuras fantásticas, pero, como en Diablo, tampoco es que importe mucho; aquí hemos venido a otras cosas, y enterarnos de las penas de la gente que nos vamos cruzando sólo importa por las recompensas que nos prometen cuando aceptamos sus encargos. La ciudad central es Nexus, un ejemplo de urbanismo esquizofrénico que consigue acumular todos los estereotipos de ciudad de videojuego en un espacio apenas mayor que Plaça Catalunya. Parece ser que Nexus tiene una posición muy privilegiada dentro del mundo, y desde allí podremos salir a cualquier lugar que sea necesario. Antes de todo esto, no obstante, tenemos que crearnos un personaje. Tenemos cuatro clases: el Justiciero, la Alquitecto, el Pistolero y el Salvaje, cada uno con sus características y sus puntos fuertes. Están bastante bien pensados para ofrecer experiencias diferentes sin resultar apabullantes a los jugadores menos veteranos, y sus posibilidades de evolución también están bien llevadas: trabajamos sobre tres variables que modifican, básicamente, fuerza, magia y salud, y que, combinadas con objetos y habilidades pasivas, van dando forma a todos los atributos de nuestro personaje. Las magias son algo menos destacables por sosas: las mejores son muy fáciles de identificar y es demasiado obvio centrarse en ellas, dejando de lado bastantes ramas del, por otro lado, tampoco enorme árbol de magias. A pesar de todo, lo más normal es que entre atributos, habilidades y objetos las posibilidades de encontrarse con un personaje igual al propio tiendan a cero. Porque, ¡sí!, aquí los objetos también juegan un papel crucial. Como en Diablo, gran parte de la gracia está en el looteo indiscriminado, esto es: amontonar botín como si no hubiera un mañana para venderlo o intercambiarlo o, en el mejor de los casos, equiparnos con los mejores objetos (normales, raros, legendarios, etc.) que vamos encontrando. La simple idea de explorar el inventario da escalofríos, por su diseño incómodo y su navegación lenta, pero tiene un par de cosas que me han parecido muy buenas: hay una sección donde se listan todos los objetos que tenemos ordenados según el momento en que los hayamos conseguido, dando privilegio a los que tenemos ya equipados. Esto es una buena forma de ir viendo qué nos conviene más y de hacer limpieza de inventario, y ahí viene el siguiente buen detalle: pulsando Y vendemos directamente los objetos. El dinero que recibimos es algo más bajo que el que recibiríamos en una tienda, pero por lo general es difícil ir mal de dinero y es una buena forma de deshacerse de cosas sin sentir que estamos desaprovechando oportunidades. Los jugadores menos sistemáticos agradecerán esta solución para no tener el inventario siempre hecho un asco. El punto más fuerte de Heroes of Ruin, partiendo de esta base que a cualquier jugador de Diablo le resultará muy familiar y definitivamente sencilla de comprender, es la posibilidad de jugar con otras personas, online o en local. A pesar de que sus opciones son muy comunes (chat de voz, posibilidad de agregar amigos al vuelo, intercambio de objetos dentro de la partida, etc.), no es del todo habitual ver este tipo de forma de jugar en consolas de Nintendo; es de agradecer que haya gente como n-Space que las hagan, así que minipunto para ellos aquí. Ahora bien: la necesidad de jugar con amigos es inmediata. Conectarse a una partida aleatoria con desconocidos está bien y tiene su gracia, pero lo más normal es que cada uno esté en su zona haciendo sus cosas y la acción rara vez se cruce. Si compartimos aventuras con conocidos, mejor: tener la compenetración suficiente e ir todos juntos es, evidentemente, gran parte de la gracia del juego, así que avisados quedáis. La unión hace la fuerza. También es de agradecer el esfuerzo que están haciendo para crear una comunidad online potente que dé vida al juego. Desde la web oficial del juego podemos crearnos un perfil y enlazarlo con nuestro personaje del juego, y así tenerlo actualizado, participar en los foros o conseguir recompensas por interactuar con otros personajes; estas interacciones nos dan otro tipo de dinero que podemos usar para comprar objetos mejores que los que podemos conseguir con simple oro (¡simple oro!, eso sí que es una sobrada), así que no está de más intentar tener unos ahorrillos de esa extraña moneda púrpura. El propio juego tiene un sistema de retos actualizados semanalmente que también nos dan recompensas, así que la idea parece clara: con otra gente o en solitario, la cosa es tener siempre un objetivo que cumplir. No es especialmente difícil en ningún momento, y terminarlo no es algo que nos vaya a ocupar más de la cuenta (unas seis horas, media hora arriba o media hora abajo en función de lo fuerte que vayamos con las misiones secundarias que nos encargan los ciudadanos de Nexus), pero repetir partida con cada uno de los cuatro personajes es algo que no podemos descartar de primeras. Su principal problema es que se queda algo corto: donde Diablo apuesta por mantener la partida viva hasta llegar arriba, Heroes of Ruin tiene su ambición un poco más baja y no sólo no anima demasiado a subir los personajes hasta el nivel máximo, sino que este tope también llega antes: una vez alcanzamos el nivel 30, poco más podemos esperar del juego. A pesar de todo, como decía al principio, no es descabellado pensar en Heroes of Ruin como petaca. Es un dungeon crawler de acción que procura no salirse de lo que pone en las convenciones del género, con suficiente mecha como para durar un buen tiempo si espaciamos las partidas y, qué demonios, está en una consola portátil. Es un buen juego para pasar el verano; no es brillante, no es revolucionario, no es el mejor en lo suyo, pero sí la mejor opción que podemos encontrar en Nintendo 3DS. [7]
Redactor
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un «qué diablos» hubiera sido un buen coupe de grace.
Este es uno de los que acabare comprandome, posiblemente de segunda mano
Lo dicho, estáis abonados al 7 con esta consola xD
@apache
Mas bien lo esta la consola.
Igual de bueno que el Revelations.
@apache @rojovelasco
…De momento. Supongo que es la llamada «maldición heptanumérica de Nintendo»; hasta el momento, solo los Marios y el Kid Icarus tienen más de 7.