Es interesante leer lo que se dice sobre jugar en el Diccionario de la Real Academia Española. Hay para todos los gustos: «Entretenerse, divertirse tomando parte en uno de los juegos sometidos a reglas, medie o no en él interés», dice la tercera acepción; la cuarta: «Tomar parte en uno de los juegos sometidos a reglas, no para divertirse, sino por vicio o con el solo fin de ganar dinero». Séptima: «Tratar algo o a alguien sin la consideración o el respeto que merece». (La decimonovena: en El Salvador, «volver tonto o medio loco a alguien».) Hohokum tiene que ver con la primera acepción del diccionario, la que habla del tipo de juego más puro y más libre, más inocente: según esa, jugar es «hacer algo con alegría y con el solo fin de entretenerse o divertirse».
Lo que se hace en Hohokum, con alegría y con el solo fin de entretenerse o divertirse, es explorar. Me gusta pensar que es un juego sobre la curiosidad: en lugar de marcarnos un objetivo (salva a esto, mata a lo otro; gana o pierde), Hohokum estimula poco a poco nuestra curiosidad para dar un sentido a la exploración. Recompensa nuestro interés por explorar con estímulos; la sorpresa al encontrar nuevos personajes, la inesperada alegría al reunirnos con alguien que quiera interactuar con nosotros, la sensación fenomenal de resolver un rompecabezas por nosotros mismos, sin que nadie nos lleve de la mano. Y sin embargo no nos castiga por no querer experimentar, o por explorar otros caminos que no sean los que el juego espera de nosotros.
Digo todo esto porque Hohokum sí es juego. No es un no-juego, y no es un anti-juego: es un juego, aunque sepa presentarse de una forma fresca y más o menos novedosa para no parecer lo de siempre. Hay puzzles y hay niveles y hay puntos, y hay una serie de mecánicas con las que resolver los primeros, superar los segundos y conseguir los terceros; puede que sus formas no sean las de siempre, pero el resultado es el mismo. Es muy curioso cómo Hohokum sabe ser relajante a pesar de que en su mundo están siempre ocurriendo cosas; cómo, a pesar de estar delimitado por unas normas, sabe hacer de la creatividad uno de sus mayores aliados. Aunque sabes que el objetivo de la serpiente que manejamos es activar y resolver una serie de acertijos para reunir a las demás serpientes que hay por el extenso, y a menudo caótico, mapa del juego, a veces solo te apetece hacer formas, ir más rápido o más lento y dejarte llevar por el flow, digamos: jugar, sin más, hacer un paréntesis antes de continuar con el camino que nos marcan las normas.
Ese camino está ahí, aunque no sea fácil de seguir. Es un camino no muy bien señalizado, uno de monte que se acaba haciendo de tanto caminarlo; quizá por la potencia visual de Hohokum se hace menos difícil de lo que uno podría esperar navegar por todas las habitaciones, por llamar de alguna forma a los niveles, o se hace menos frustrante perderse: en parte, la gracia está en dejarse llevar, en dejarse perder y en ver y escuchar lo que el mundo tiene que ofrecernos. Hay que ser paciente para ser curioso, imagino: no hay una forma de ver Hohokum entero de un vistazo, algo que forma parte del trato que hacemos con el juego cuando nos decidimos a jugar con él.
Porque, en último instancia, se juega con Hohokum, no a Hohokum. La relación que se establece entre juego y jugador es muy especial: es despreocupada, feliz, sin las presiones ni las restricciones deseables y aplaudibles en otro tipo de juegos. Menos radical que otros también inclasificables (Proteus, por ejemplo, o más recientemente la trilogía 776, 778, 780), Hohokum es una de las experiencias más felices y especiales de cuantas hay disponibles en PlayStation 4. Generalmente se asocia los juegos experimentales, los art games o las piezas interactivas menos tradicionales con la no diversión, con una estética más basta y cierta tendencia a la iluminación que suele echar para atrás a cierto público más acostumbrado al videojuego tradicional. Bien: Hohokum es divertido, técnicamente es una maravilla y no quiere contar ninguna película sobre la condición humana, y aun así es arriesgado, innovador, de alguna forma imprescindible. Al final va a ser verdad que se puede tener todo en esta vida. [8]
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Le tengo muchas ganas desde hace bastante, y aunque no lo he podido jugar todavía (por culpa de este análisis voy a acelerar la montaña de cosas que se me interponen entre Hohokum y yo) me da mucha pena que en general no se esté hablando de él demasiado por ahí.
Joder, por análisis como éste siempre leo todos los de esta santa casa, aunque no me interese el juego.
Súper, @chiconuclear.
Gracias por aclarar que no es tan radical como Proteus. Estoy con él ahora, y no acaba de convencerme algo tan, tan poco «jugable». Aunque «gratis» con el Plus, es una experiencia interesante.
Hohokum es lo más bonito y feliz que se ha visto desde FEZ. Merece cada minuto y cada euro que se le dedique.
Ganas de comprar una PS4 aumentando…
Edito: No me había fijado que está en PS3 xD
Me está encantando. La banda sonora es deliciosa (realizada por gente como Tycho y Com Truise) y el juego es un amor.
Lo mejor y lo peor que tiene es esa libertad de exploración. Es un juego para dejarse llevar, aunque yo en alguna pantalla me he frustrado un poco por estar mucho tiempo probando cosas sin saber qué hacer.
Putada de nombre.