De Frankenstein siempre se ha dicho que trataba sobre la perversión intrínseca al progreso, que el futuro nos tiene destinadas tantas innovaciones científicas como consecuencias funestas y tragedias personales. Seguramente sea el tema más explorado en toda la historia de la ciencia ficción moderna, pero en el relato gótico de Mary Shelley había algo más: la lucha del creador contra su creación. Esto es a lo que nos enfrenta Incredipede: a pelearnos con nuestra propia propuesta. Fácil en apariencia, hasta que ves como ese remiendo humano de decenas de cadáveres, ese monstruo con alzas, es capaz de perseguirte allá donde vayas, de cargarse a tus seres queridos y de joderte la vida en general.
Claro que Incredipede tiene difícil hacerse tan molesto; al fin y al cabo su protagonista no es más que un globo ocular llamado Quazzle, pero sí que tiende demasiado a menudo a fastidiar una experiencia que podría ser brillante. De hecho, la idea central lo es: fabricar bichitos a base de patas y músculos que haga flexionarse esas patas en dos direcciones. Esto da pie, nunca mejor dicho, tanto a emular a la madre naturaleza en un domingo de resaca con el diseño más imbécil posible, una triste esfera con un palo, que se arrastre y luche por respirar; como a ejercer de científico loco y concebir al primo arácnido de Cthulhu, una complejísima máquina de dar pasitos de izquierda a derecha, algo temible.
Las posibilidades son abundantes en cuanto al monstruito, cuyo objetivo es alcanzar un haz de luz recogiendo algunas frutas por el comino y en ocasiones arrastrando alguna estatuilla o fetiche hasta la meta. ¿Y de dónde viene el fastidio? Pues del entorno. Unos niveles descorazonadoramente llanos, sin inspiración, torpedean la idea brillante y bien ejecutada de este puzzle de físicas. Hay momentos en los que Incredipede nos da ese estímulo, pero es muy de vez en cuando, cuando se produce una alineación entre un que nivel está a la altura y la intachable mecánica principal, algo que pasa con demasiada poca frecuencia.
Por lo demás, Incredipede es un descojone monumental. Tanto si se nos ocurre fabricar un bicho con forma de polla —y esto es algo que eventualmente intentaréis tarde o temprano, para qué nos vamos a engañar— como si intentamos domar al engendro que nos propone el juego, sobre todo por cómo vuelve a quedar en evidencia la coordinación de nuestros dedos. ¿Habéis jugado al QWOP, verdad? Pues imaginaos la misma hilaridad reptante y temblorosa con seis extremidades.
Quizá Incredipede acuse cierta falta de lucidez en algunos niveles, de repetirse con demasiada facilidad, pero también es justo admitir que cuando consigue enfrascarnos en un escenario difícil de completar se vuelve un desafío estimulante y atractivo. Darle vueltas al mecanismo, ver cómo añadiendo una pata aquí y un musculito allí podemos imitar el salto de un canguro o el remo de una barca o las patas de un insecto o la forma de una rueda con un contrapeso. Dar con la locomoción más eficiente y rápida es ese reto, y lo mejor es que justo cuando uno se cree que ha dado con el método perfecto, que ya podemos mearnos en la carrera de ingeniería y que lo de la NASA no tiene tanto mérito, si le da por curiosear las soluciones de otros jugadores (algo que puede hacerse desde el menú del propio juego), se da cuenta de que ni es tan listo como creía ni se hizo de letras solo por gusto.
Ahí radica el mayor valor de Incredipede, en su forma de picarte, de hacerte averiguar el secreto de ese truco con monedas, vasos de chupito y mecheros que tantas cervezas gratis le ha procurado. La escasa frescura de unos escenarios aburridos y repetitivos se compensa con la diversidad de posibilidades y alternativas para completar un mismo nivel y la dificultad que manifiesta en algunos tramos, haciéndote morder el polvo una y otra vez, sometiéndote a la humillante tiranía de la lógica, hasta que la bombilla se enciende y el señor piernas locas emprende a buen ritmo su camino hacia el éxtasis cotidiano de resolver un problema. [7]
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Me esperaba un 8 como minimo, aun así, esta claro que este verano ha de caer.
B-R-A-V-O
Parece interesante. Buen texto
Hay gente de letras más inteligente que un ingeniero, though.
da gusto leer los analisis de la nueva web, sabes que vas a encontrar el video y el texto que buscas
http://www.minijuegos.com/Incredipede/13297 Aqui se puede probar!
Que de putisima madre, gracias!.
Otro texto ejemplar y otra vez que me ilumináis con estos pequeños diamantes en bruto tan bien escondidos. Como tantos otros, caerá.
¡Gracias maestro!