Análisis de Kirby's Adventure Wii

Menudas sorpresas nos está dando Kirby últimamente; no sólo se conforma con ser protagonista de algunos de los juegos que mejor usaron la pantalla táctil de la ya casi jubilada Nintendo DS (la última vez, en Kirby Mass Attack, del que hablamos hace no mucho) y con casi derretirnos el cerebro con uno de los juegos más bonitos de esta generación, el formidable Epic Yarn (del que Josep María Sempere habló, y bien, en Eurogamer), sino que además tiene ganas de cerrar un género entero en Wii, las plataformas en 2D, y quedarse tan ancho. Las referencias son buenas: sin hacer demasiado caso al presente (aunque se sopesaron otras opciones), Kirby’s Adventure Wii pretende que nos acordemos más del juego de NES al que hace referencia su título que a las últimas aventuras de la simpática bola rosa. El título americano también es muy apropiado: Return to Dream Land podría tener un sentido argumental si este Kirby pretendiera contarnos una historia (una que pueda interesar a alguien mayor de diez años que tenga una relación sana con su entorno y consigo mismo, quiero decir), pero tiene mucho más sentido como retorno a las raíces de una serie que últimamente había estado experimentando, siempre para bien (hemos tardado en darnos cuenta, pero Kirby es la hostia), con mecánicas que se alejaban un poco de aquellas a las que estábamos acostumbrados. Pero quizá me gusta más Kirby’s Adventure Wii como nombre, sobre todo porque nos trae a la cabeza instantáneamente una cruceta y dos botones; los del mando de NES, y también los del de Wii cuando lo ponemos, como en esta ocasión, en horizontal. El control es tan clásico como se podría esperar: un botón para saltar y otro para aspirar, con las diferentes combinaciones de toda la vida para correr, atacar hacia arriba y demás; a esto se le puede unir, a veces, algunas mecánicas diferentes para algunos poderes especiales (versiones más poderosas de poderes normales, realmente vistosas y muy divertidas de usar), pero no hay mucho más que añadir a un control tan sencillo como satisfactorio. Los pocos momentos en los que tenemos que mover el mando, por ejemplo a la hora de aspirar con potencia, parecen soluciones orientadas a suplir la falta de botones en posiciones cómodas. Además quedan graciosos, y son divertidos de ejecutar y ver cuando se juega a varios, otro de los grandes alicientes del juego. La forma de enfocar el multijugador de Kirby’s Adventure Wii es coherente con la filosofía del juego: es sencillo, es rápido y está dirigido a divertirse teniendo que esperar lo menos posible. Una pulsación de botón y estás dentro de la partida; otra y estás fuera. Esta referencia al multijugador de sofá con el que muchos nos criamos y rompimos mandos lanzándoselos a la cabeza a ese hijo de puta de clase que ni siquiera te caía bien, como tantas sutilezas de este juego, hace que estemos ante una experiencia fundamentalmente retro: el juego que los padres jóvenes pueden jugar con sus hijos pequeños y sentirlo como un puente que lo une irremediablemente, uno de esos puentes que parecen inquebrantables a pesar del paso del tiempo. Como ocurre en cierto tipo de productos que llevan el sello Nintendo, Kirby’s Adventure Wii es un juego que no aspira a la perfección, sino que la define. Visualmente nos lanza a la cara un preciosismo que asusta, con niveles coloridos, luminosos y que más de un alérgico a lo edulcorado odiará sin demasiado esfuerzo; jugablemente es, sobre todo por aferrarse sin miedo a unos principios que llevan casi, casi dos décadas demostrando ser infalibles, sólido como una roca y tan agradable que sientes que les debes algo por jugar; el audio es tan bueno que me obligó a poner todos mis cacharros en silencio para disfrutar de la música en todo su esplendor. Es un producto menos ambicioso que otros, más abarcable, pero es reseñable que no tenga tacha: se ve perfecto, se escucha perfecto, se juega perfecto. Sin embargo, dos cosas han hecho que Kirby’s Adventure Wii no me emocione tanto como su indudable perfección (perfección que reconozco, distingo, veo y admiro) debería haber conseguido. La primera es que su inmovilismo, de primeras perfectamente aceptable, sabe a demasiado poco; Nintendo sabe suplir esto con contenido extra de calidad, pero en este caso las posibilidades más allá de la aventura principal que nos ofrece el juego no son tan atractivas como en otras ocasiones. Hay extras, y no son precisamente pocos, pero en este sentido me cuesta no pensar en Kirby Mass Attack y la cantidad de horas adicionales que se podían conseguir esforzándose un poco en recolectar los coleccionables de cada nivel. La segunda es la dificultad. No es un juego difícil, desde luego, y esto puede suponer un problema para aquellos que tengan el reto como combustible para seguir jugando; es comprensible, porque aunque el diseño de niveles es formidable, aunque un poco simplote, y simplemente llevar a Kirby de un lado a otro es suficiente placer como para soportar unas cuantas horas de partida, al final muchos necesitarán otro empujón para completar las cinco o seis horas que puede durar una primera partida, la aventura principal; empujón que nunca llega, porque realmente es muy sencillo. Pude sortear la falta de riesgo con un deleite sensorial extremo, y como ejercicio de estilo Kirby’s Adventure Wii me provocó un placer fabuloso, con lo que no me fue difícil obviar la ausencia de reto; comprendo que hay jugadores diferentes, y por eso esto pretende ser más un aviso que una crítica. Sí, es muy fácil: pero todo está tan, tan bien que es difícil que esto suponga una queja para nadie que tenga un poco de corazón y respeto por los videojuegos. Lo retro no son sprites y gráficos con píxeles gordos. Lo retro no es el chiptune. Lo retro no es la dificultad hiperbólica y visiblemente exagerada. Lo retro no es que el juego lo haya hecho un grupete de amigos en una residencia de estudiantes de Berlín. Lo retro no es que salga para la primera Game Boy en 2011. Lo retro no es nada de eso; más bien: puede ser eso, pero no dejemos que los píxeles nos cieguen como arena que se nos mete en los ojos. Kirby’s Adventure Wii es un proyecto profundamente retro, asombrosamente respetuoso con el videojuego clásico y que no para de traernos a la memoria nostalgias de tiempos pasados. Como producto del siglo XXI es, además, impecable; como broche del plataformas en 2D para Wii, inmejorable. La consola de Nintendo parece decidida a irse por la puerta grande, y a soltar a su paso los fuegos artificiales. [8]