Suele decirse que Lego City Undercover es el primer juego de la serie de TT Games que no parodia un icono en concreto de la cultura popular (no está Harry Potter; no está Batman), pero quizá no sea así. Su parodia, algo fallida, se dirige al cine de los 70; digo que es fallida por cómo se descentra con más facilidad de la cuenta, por cómo se deja llevar por el picoteo y acaba parodiando a todo y a todos sin demasiado orden ni concierto. No es algo necesariamente malo: Lego City Undercover es como, de alguna manera, Hot Shots; más bien, es como Scary Movie. Una Scary Movie esquizofrénica que se mueve a bandazos entre la primera, cuando las películas de terror estaban en boga y el material a parodiar era abundante, y la última, cuando ya no hay tanto terror del que hacer chiste y la cosa se abre, se vuelve algo más descentrada y heteróclita.
Es más o menos innecesario saber de qué va Undercover, porque, como es habitual en este tipo de parodias, la historia sirve poco más que de enlace para las bromas. Aquí hay muchas: desde que Chase McCane, el protagonista, llega a Lego City después de un tiempo fuera hasta que todo el pastel con Rex Fury, su archienemigo recientemente fugado de una cárcel de máxima seguridad, llega a su conclusión, el arsenal de coñas marineras es de los que sirven para declararle la guerra a cualquier cara de palo.
No siempre están del todo bien calibradas: hay desde referencias elegantes y bien orquestadas a escena de películas hasta chascarrillos más o menos directos y más o menos (a menudo más) tontorrones; hay algún pedo, también, y algún eructo. Es un juego para niños: merece la pena no esperarse un catálogo de humor sutil, oscuro y desafiante, porque la intención es que los niños lo jueguen y lo disfruten, aunque el equipo de guión se haya esforzado en incluir referencias mejor hiladas para que los padres que jueguen con los más pequeños (o cualquier adulto solitario que combine las sesiones maratonianas de videojuegos en calzoncillos con litronas de Mahou Clásica y pizzas familiares a domicilio) no se mueran del asco por estar jugando a una colección de misiones que tienen como recompensa un pedo o un chiste estúpido.
Quizá sea la convivencia entre lo que va dirigido a los jugadores menos experimentados y el interés de llegar también a los habituales lo que más lastre a Lego City Undercover, a la larga. Querer interesar a los fans de GTA pero también a los niños pequeños hace que a menudo se quede corto para los primeros y parezca escapársele a los segundos. (Hablo de pareceres porque no, no he puesto a un crío a jugar; me resultaría muy sorprendente que un niño pudiera entender las referencias a Colombo o Cadena perpetua.) No sólo en lo referente al guión: a los mandos, Undercover también lleva una doble vida para intentar convencer a todo el mundo.
Le sale mejor aquí la jugada. Las diferencias que hay entre Undercover y otros juegos de Lego, en lo referente a las mecánicas de juego, son más circunstanciales que profundas: algunos accesorios y habilidades son variaciones de antiguas conocidas, y otras llegan para adaptar la jugabilidad al entorno urbano y a la exploración en un mundo abierto, pero cualquier que haya jugado a cualquier Lego anterior, especialmente el segundo de Batman, puede hacerse una idea aproximada de lo que le espera. Aquí hay obsesión enfermiza por el coleccionismo, plataformeo con un ligero desequilibrio entre exigencia y fidelidad del control, combate de baja intensidad; se une a la ecuación la conducción, algo más desarrollada que en Lego Batman 2 y que da pie a varias misiones y encargos, pero que es más funcional que brillante, en todo caso.
El grueso de la exploración está siempre peligrosamente cerca de resultar aburrida; pero, pero: siempre hay un pero. En el fondo, Lego City Undercover está bien pensado; sabe gestionar bien el ritmo y la cantidad de estímulos que nos ofrece: las herramientas que nos permite usar, la disposición de los bloques y disfraces que vamos coleccionando (tanto para poder avanzar en el juego como por el mero placer de coleccionar chismes) y las distancias y ritmo de las misiones que nos van encargando. Cuando te faltan 40.000 bloques para poder construir una estructura concreta necesaria para continuar (la mayoría son sólo opcionales, aunque útiles, pero algunas las necesitaremos para alcanzar zonas del mapa imprescindibles o para superar misiones) y estás con las manos en la cabeza por la pereza que te da ponerte a explorar para recoger putos bloques, el juego te pone justo los 40.000 que te faltan muy cerquita, y encima se saca de la manga un pequeño puzzle que tienes que completar antes de conseguirlos.
Se hace querer por estos detalles, aunque no siempre funciona tan bien y no siempre las sorpresas y momentos reseñables llegan de manera tan orgánica. También hay misiones aisladas, que ocurren dentro de escenarios específicos y que pueden ser repetidas a posteriori para, claro, coleccionar más chatarra. Aquí es donde el juego se puede permitir salirse un poco de su tónica habitual, por eso de tener escenarios específicos: hay cosas más espectaculares y a menudo funcionan como desafíos más centrados en mecánicas concretas, como el salto o la exploración y búsqueda de objetos.
Pero de nuevo, aquí también, el juego se queda a medias. Las limitaciones de un público objetivo tan amplio son comprensibles y evidentes, pero también es comprensible que cualquiera no esté dispuesto a jugar perdonándole la vida a nadie por estar dirigido a gente mucho menos experimentada. La recolección de coleccionables tiene algo que engancha mucho, y aunque haya momentos en los que parece que Undercover ha perdido completamente el norte (en ocasiones hay tantos objetos sumando a distintos marcadores al mismo tiempo que deja de tener sentido: desaparecen, se anulan en nuestra mente) la ciudad está diseñada con maestría para ir abriéndose poco a poco a medida que ganamos habilidades y podemos acceder a nuevas zonas gracias a ellas. Es un juego encantador, muy entretenido, ridículamente simpático e irresistible a su manera, pero también profundamente limitado.
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Que tal el mando? Se incorpora bien a wiiu? o al final se jugaría igual que con un mando normal?
@srvallejo
Tiene las cuatro polladitas básicas, nada especialmente sorprendente (mapa, una herramienta para usarlo como «cámara» con la que buscar objetos escondidos o a bribones o escuchar conversaciones a distancia) y alguna que se queda en simple gracieta, como el hecho de que el protagonista lleve una tablet muy parecida al GamePad para comunicarse con los demás personajes. No es especialmente reseñable, pero cumple.
Pues a mi es uno de los que mas me llaman del comienzo del año aparte de los dos grandes de 3DS (Luigi’s Mansion y Fire Emblem), Tomb Raider, que ya tengo machacado, y Bioshock Infinity que estoy esperando recibir. Siempre he adorado los juegos de Lego, me parece que a pesar de sus limitaciones, o quizás por ser tan conscientes de ellas, siempre ha sido «juegos», algo de lo que otros se han acabado por olvidar.
Al leer este análisis, me viene a la cabeza otro juego. Retro City Rampage.
Este es el juego al que tengo mas ganas de WiiU, con diferencia. Aunque me has quitado un poco el hype con el analisis, sigo queriendo echarle un tiento. Ojala saliese para PS3.
Viendo el aspecto del protagonista de este juego me viene a la cabeza con fuerza sobrehumana LEGO McGYVER.
Me da la sensación de que este análisis no acaba de explicar del todo bien el juego, como se controla, si se hace bien, se ve bien?
Me ha dejado con la misma idea del juego que si no lo hubiese leído