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Análisis de las increíbles aventuras de Captain Spirit
Análisis del Episodio 1: Roads
Análisis del Episodio 2: Rules
El antepenúltimo capítulo de la segunda temporada de Life is Strange supone, como no podía ser de otra manera, la calma antes de la tormenta. Los hermanos lobos han hecho un alto en California para intentar ahorrar el dinero necesario para dar el salto a México y, dentro de lo trágico de su circunstancia, todo parece idílico. Establecidos en un campamento improvisado en mitad del denso bosque, Sean y Daniel trabajan en una plantación de marihuana durante el día e intiman con su pequeña y extraña familia durante la noche. En lugar de centrarse en la acción o el drama más directo, como sí hacía Rules, Wastelands recurre a las sensaciones, al material que conforma los recuerdos. Y lo hace tan bien, que emociona como pocas veces lo ha hecho la saga.
Wastelands se dibuja en pequeños momentos a través de conversaciones intrascendentes. En una ocasión debemos preparar los cogollos para la venta, cortando lo sobrante con mucho cuidado y limpiando las tijeras para no perder precisión. Alrededor de la mesa los secundarios hablan, discuten y ríen con diversas historias cercanas. Podemos intervenir. Podemos no hacerlo. Pero el momento es tan inmersivo, íntimo y real como el de cualquier referente dentro del género costumbrista. Otro instante nos sitúa alrededor de una hoguera. Mi personaje escogió dibujar. Mientras levanta la vista y la devuelve a su cuaderno su manada charla bajo el cielo nocturno, recordándonos el verdadero poder de las historias. No podemos pedir más.
La primera temporada de Life is Strange sorprendía al reivindicar desde la narrativa la inacción y los pequeños gestos. La protagonista, Max, podía sentarse en su habitación a practicar con la guitarra y, como su mente, la cámara vagaba permitiéndonos fijarnos en los diversos detalles del entorno. En la historia de Sean Díaz, una huida con tintes trágicos, muy diferente a la de Max, parar no es intimidad sino que supone conectar con otros y, en esta ocasión, la reivindicación de los pequeños momentos no se produce solo desde la narrativa sino desde las mecánicas. Sentado cerca del fuego, Sean puede beber, puede observar, puede fumar. Puede cuidar preparando café para sus compañeros. Puede dejar de ser un lobo.
Pero, por supuesto, Wastelands no olvida que debe ser una pieza más en el conjunto de una historia mucho mayor. Este episodio sigue explorando temas como la familia, el precio de los secretos o las dificultades para acercarse a los demás. Sin embargo, introduce la cuestión que parece que será la encargada de llevar la historia a su final: ¿podemos salvar a nuestros seres queridos incluso cuando estos no quieren ser salvados?, ¿es posible proteger sin controlar?
Durante este tercer episodio es cuando podemos ver con más claridad cómo las circunstancias que envuelven a Sean y Daniel empiezan a hacer mella en la relación entre los hermanos. Si durante los primeros episodios era el mayor el que mostraba más síntomas del trauma vivido, en Wastelands es Daniel el que ha mutado en un adolescente precoz y los mismos salvavidas que mantienen a su hermano a flote son los que funcionan como un ancla para él. La singularidad de Daniel es ahora doble al ser el único niño del lugar, mientras que su soledad —sin Seta, Chris o sus abuelos— es más profunda que nunca. Y eso lo hace tan vulnerable como peligroso.
Sin embargo, en Wasteland los secundarios tienen casi tanto protagonismo como los hermanos. En este inevitable capítulo bisagra, las historias de los demás miembros del campamento no solo cumplen la función de hacer más real el universo planteado por los desarrolladores sino que intentan dibujar a los hermanos bajo una nueva luz a través de las interacciones. Y aquí, solo aquí, es donde Wastelands fracasa. De la misma forma que podemos ver a Daniel dejarse influenciar por otro joven que no es su hermano, Sean empezará a sentir las urgencias de vivir con otras personas de su edad.
Este capítulo pone a nuestro alcance la posibilidad de iniciar una relación con dos de los secundarios más destacados e interesantes del campamento. Y aunque las diferentes escenas amorosas están excelentemente escritas y se sienten actuales en temas como la representación del consentimiento, es frustrante ver cómo los escritores nos han empujado a lo largo de todo este capítulo (y del anterior) a decantarnos por Cassidy en lugar de por Finn, de manera que solo el beso con la chica se siente realmente orgánico y en consonancia con lo que sabemos del personaje de Sean. Al final, y aunque la serie se base en tomar decisiones, es fácil pensar que habría ganado mucho más al no dejarnos elegir en esta ocasión.
Pero, como el propio beso, este inconveniente es breve y, en el fondo, deja buen sabor de boca. Wastelands es un excelente capítulo al mismo nivel que los dos primeros y muy por encima de la serie original. Este tercer episodio es tan actual y fresco como Roads y, a la vez, tan sentido y sutil como lo fue Rules. La segunda temporada de Life is Strange ha construido sus personajes sobre unas bases sólidas mientras que sube poco a poco la presión para ver cuánto tardan en estallar. Los guionistas nunca han intentado engañarnos, esto es una tragedia y no puedo dejar de ̶j̶u̶g̶a̶r̶ mirar. [9]
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Los que nos estamos aguantando a que esté la temporada completa creo que pensamos igual… no nos ayudas con esto Marta, no nos ayudas!
Desde luego que no nos ayuda… dan ganas de no esperar más XD
¡Buen análisis!
Pues las dos horicas que me duró el otro día Captain Spirit me gustaron mucho y ya está instalado el primer capítulo de esta segunda temporada. Ojalá no se me haga tan pesado como el primer Life is Strange que, salvo el primer episodio, me pareció más espeso y manido de lo que esperaba. Eso sí, el tufillo de serie indie de Netflix no se lo quita ni a manguerazos. Tirar de Sufjan Stevens de primeras ya te deja muy vendido.
Muchas ganas de que salga el cuarto para ponerme con esta temporada. Atracón y a esperar al último reposando lo vivido.
La crítica está bien aunque tengo un pero. Cuando hablas de lo del beso, no veo necesario decir el nombre de los personajes, quizás no lo sea pero parece un poco destripe.