Análisis de Maldita Castilla EX

Siempre he simpatizado con los juegos de Locomalito. Por estética y por ética: una vez, el diseñador malagueño me hablaba sobre su «proyecto muy personal» para «llevar a otras personas las cosas que a mí me gustan»; es una ambición con la que puedo sentirme identificado. Un vistazo a su web deja ver algunas claves importantes de su filosofía: la afinidad con la cultura arcade, la concisión, la complicidad con el jugador dedicado, la afición al guiño. Casualmente, mi educación en los videojuegos pasó por algunos de los mismos videojuegos que apasionan a Locomalito; no tenía por qué haber sido así, pero la cosa es que compartimos nostalgia. Lo que propone me suele interesar.

Uno de sus juegos más celebrados se ha publicado recientemente en Xbox One; su trampantojo de Ghosts’n Goblins transita ahora, en «una versión extendida y mejorada» y renombrado como Maldita Castilla EX, el complicado sendero de los juegos comerciales, después de un tiempo disponible de forma gratuita, para ordenadores, en su web oficial. El propio Locomalito consideraba «agridulce» el cambio de actitud hacia el juego ahora que hay dinero de por medio; me resulta significativa la manera en que quita importancia a esta nueva versión relegándola al fondo de su web, dedicándolo solo un par de líneas a la «serie de circunstancias» que han hecho posible que Maldita Castilla suba de nivel y se convierta por fin en un juego hecho y derecho: uno por el que se pide dinero, un icono en una tienda regentada por una multinacional, en vez de simplemente un puñado de archivos ofrecidos libremente en un archivo .zip.

Es una frustración comprensible. Locomalito lleva casi una década desarrollando videojuegos por su cuenta; en ese tiempo ha podido publicar diez títulos, su «colección particular», como dice él. A la luz de este relanzamiento comercial, apoyado por la veterana Abylight Studios, apetece releer la trayectoria de Locomalito. «Suena a paradoja», me dijo hace tiempo, en una entrevista que nunca se llegó a publicar, «pero lo cierto es que cuando te dedicas a los videojuegos de forma profesional tienes menos oportunidades para crear lo que realmente quieres, y el día a día no motiva tanto».

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Maldita Castilla EX es un plataformas ambientado en las últimas décadas del siglo XI. Controlamos a don Ramiro, un leal caballero del rey Alfonso VI de León que «profesa una solemne obediencia al Señor y teme la venganza del Maligno, como cualquier mortal», se puede leer en el imprescindible manual de instrucciones del juego; este tipo de detalles argumentales resultan cruciales para entender por qué Maldita Castilla consigue, partiendo de la referencia clave a Ghosts’n Goblins, trascender el ejercicio de estilo vacío (hacer un clon de un juego antiguo con una nueva ambientación que lo pueda hacer atractivo) y se acerca más a una actualización de la novela de caballerías en clave arcade: ayudan a entender por qué agacharse frente a una iglesia saqueada en Tolomera del Rey (el enclave castellano, quizá una referencia a Talavera de la Reina, en el que se desarrolla el juego) recibimos un bonus de puntos en forma de crucifijo.

Es esta atención al detalle la que hace que Maldita Castilla dé la sensación de ser único de esa manera en que los juegos de los 80 daban la sensación de ser únicos incluso cuando eran revisiones más o menos actualizadas de las fórmulas que funcionaban entonces. Se nota en el diseño de niveles, y en cómo ya la primera etapa recuerda a Ghosts’n Goblins, pero también a otros más modernos como Midnight Wanderers: siguiendo estrictamente la concisión por la que quiere ser conocido, Locomalito lanza las referencias a situaciones clásicas a buen ritmo, aprovechando con inteligencia los veinticinco o treinta años de diferencia que hay entre sus referencias y él y su extenso conocimiento del terreno que pisa. 

Sobre las mecánicas clásicas se montan los rasgos característicos de la novela de aventuras, que la novela de caballerías compartía en buena medida: la necesidad «de un amplio espacio por el que los personajes pueda moverse en libertad», explica Isabel Lozano-Renieblas en su introducción a Los trabajos de Persiles y Sigismunda, de Cervantes; un espacio fantástico que «se presenta como desconocido», porque «toda concreción espacial, sea geográfica, económica o cotidiana, limitaría el poder absoluto del azar»; el carácter técnico del tiempo, que «no se incorpora a la biografía de los héroes, por lo que sus personajes apenas experimentan cambios». «Las novelas comienzan con una pareja que de jóvenes que huyen de la casa paterna y terminan con su regreso a la patria tras un sinfín de penalidades, organizadas en forma de aventuras», los distintos niveles del juego. «Cuando los dos jóvenes regresan a casa siguen siendo iguales que cuando se marcharon. Tienen la misma edad, son igual de atractivos y se comportan de la misma manera». Don Ramiro, dentro de esa tradición, viaja más allá de una Tolomera invadida de monstruos, en la que se mezclan gamusinos y zarramplas, cuélebres y mouras (criaturas de la mitología española), con muertos vivientes y harpías, batalla con gigantes y apariciones y conquista los mayores reconocimientos de su Rey.

La confirmación de que Maldita Castilla EX es un libro de caballerías interactivo (y un ejercicio intelectual de resultados brillantes) es que también utiliza la falsa traducción, como lo hacían tantas novelas en la época del Amadís de Gaula que Locomalito menciona entre sus inspiraciones; esa falsa traducción que Cervantes parodió en el Quijote, creando al historiador musulmán Cide Hamete Benengeli. De ahí la pantalla de RAM OK, ROM OK con que nos recibe el juego; de ahí la emulación del chip Yamaha YM2203 para crear la banda sonora; de ahí que el modo de vídeo por defecto sea el que simula las scanlines, las líneas de barrido de las pantalla de rayos catódicos.

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