Análisis de Mario Kart 7

Os propongo un juego antes de empezar. Para jugar sólo necesitáis estos signos de puntuación:

. ¡ ! ¿ ? … , ; @

En función de lo amigos que seáis de Nintendo, de los videojuegos o del concepto diversión en general, vuestra labor es utilizar los signos que consideréis oportunos en la siguiente frase, que se presenta desnuda, sin delimitar:

Otro Mario Kart

Dependiendo del resultado que obtengáis una vez colocados los signos en los puntos de la frase que decidáis, podréis saber si esperar una cosa u otra de este Mario Kart 7. Opción 1: ¿Otro Mario Kart? Efectivamente: otro Mario Kart. A estas alturas no sorprende que en cada consola de Nintendo se repitan ciertas series, varias de ellas protagonizadas por el fontanero: Mario Kart 7 viene a ser a Super Mario 3D Land lo que, en sobremesas, fue Mario Kart Wii a Super Mario Galaxy. Si Double Dash para GameCube ya fue recibido por muchos como un tropiezo, la versión para Wii acabó de matarnos; sin ser del todo catastrófico, no lograba llegar al nivel necesario para hacer que desenchufáramos al fin las Nintendo 64 y por fin dejáramos de quemar horas en el absolutamente magistral Mario Kart 64. (Mis compañeros de piso durante la universidad pueden dar fe de la cantidad de horas que jugábamos a diario a Mario Kart.) Donde nunca hemos perdido la esperanza es en portátiles. Desde Super Circuit, para Game Boy Advance, hemos disfrutado de nuestras carreras de karts como auténticos monos: muy pocas veces he amado tanto mi DS como durante los primeros meses con Mario Kart DS, os lo juro. Mario Kart 7 es, parece evidente, la séptima entrega para consolas de la franquicia, y su propuesta está a medio camino entre el respeto total a la tradición y la adición de nuevos elementos, una mezcla entre las filosofías que hemos podido ver en los Mario Kart de portátil y los de sobremesa. Opción 2: ¡Otro Mario Kart! Esa es la actitud, ¡con ánimo! Siempre es una buena noticia tener otra entrega de la franquicia, la verdad, porque en el fondo no hay tantas (siete en veinte años, ¡tampoco es tanto!) y además todas tienen algo. En este caso, las novedades son varias. Tenemos, estrella de esta entrega, la adición de tramos submarinos y aéreos. Ambos funcionan bien dentro de unos circuitos que invitan mucho y bien a la experimentación, a arañar décimas y a buscar unos atajos para los que a veces tendremos que salir de la carretera. Sobre los circuitos nuevos, dieciséis, ninguna queja: algunos, como el Wuhu o el Musical, están ya entre mis favoritos de toda la serie; en los antiguos el trabajo de adaptación para las nuevas condiciones es fabuloso, también, y da mucho gusto revisitar el Desierto Kalimari, por ejemplo, y sobrevolar el tren cuando está pasando por las vías en lugar de tener que frenar. La selección es fabulosa, con algunos highlights muy agradables como el Crucero Daisy o la Senda del Arce. Más novedades: los ítems. Además de todos los objetos que hemos usado una y mil veces, tenemos tres novedades: la cola de tanuki, la flor de fuego y el 7, que pone a girar alrededor nuestro los siete objetos clásicos de la serie para que los vayamos usando todos uno a uno. Obviamente, este objeto sale muy poco. El que no sale tan poco es la cola de tanuki, y casi siempre que aparece resulta más un estorbo que algo útil; va bien para romper algunos obstáculos y evitar algunas conchas, y poco más. La flor de fuego es rara: cuando la tenemos nosotros da la sensación de que no damos a nadie, pero cuando la tienen los demás es letal. Será que tengo que practicar más. Opción 3: Otro Mario Kart… Otro Mario Kart, efectivamente, y uno con especial poco riesgo. La posibilidad de tunear los karts está bien, pero a la hora de la verdad no se aprovecha tanto como podría; el online es divertido a rabiar, y el sistema de comunidades (aquí al lado tenéis el código de la comunidad de AnaitGames) es una idea genial para tener a tus habituales siempre a mano y ver de un vistazo si hay movimiento entre ellos, pero aun así la gestión de amigos tanto en la consola como en el juego sigue sin alcanzar los estándares que uno puede exigir hoy en día, y sin los cuales la opción online queda gravemente herida; los modos de juego más allá de las carreras están bien, pero siendo optimistas nos ocuparán a lo sumo unas partidas ocasionales durante una semana o dos, y poco más. La auténtica chicha está en las carreras de toda la vida, que siguen siendo estrellas indiscutibles. Opción 4: Otro Mario Kart. Y a pesar de todo, podemos decir que es otro Mario Kart, sí, y punto; nos quedamos tan anchos y poco más necesitamos. A estas alturas la fórmula está tan bien calculada que con tocar cuatro cositas para adaptar el juego a la consola en la que le toque salir bastaría; Nintendo no se conforma, y en esta ocasión además de los añadidos, que de tan naturales parece que hayan estado ahí toda la vida (que un añadido es bueno se nota cuando se tiene la sensación de que resultaría difícil prescindir de él: ahora me parece imposible vivir del mismo modo la Playa Koopa, sin las zonas de planeo), el trabajo en los nuevos circuitos es suficientemente bueno como para justificar que pasemos otro par de años llevándonoslo con nosotros por si alguien quiere echar unas carreras. Porque el verdadero motivo por el que Mario Kart 7 es un gran juego es porque está hecho con talento y cariño, y a pesar de que Nintendo parece estar más prudente que nunca en lo que a arriesgarse se refiere (ya lo vimos en Super Mario 3D Land, que casi parecía que se avergonzaba de sus mejores ideas) y de que el 3D no es para tanto (eso sí: técnicamente el juego es fenomenal, tanto por los gráficos, coloridos, hermosos y de framerate inquebrantable, como por el sonido, con sus canciones geniales y sus sonidos emblemáticos) podemos decir sin demasiado miedo a equivocarnos que cuando se trata de ponerse al volante y sacarse de la manga un arcade de carreras como mandan los cánones nuestro fontanero favorito sigue siendo el rey. Opción 5: Otro, Mario; Kart@ Si has puntuado la frase como se ve en la opción 5, estás loco y necesitas ayuda urgente. [8]