Análisis de Mario Kart 8 Deluxe

Una ausencia, o un reemplazo, es la diferencia más vistosa entre la versión original y la Deluxe. El infame modo Batalla de Mario Kart 8, con sus circuitos reciclados sin mucho éxito para hacer campos de batalla, se sustituye por cinco nuevos modos más parecidos a los tradicionales y centrados en atacar al resto de karts en arenas diseñadas específicamente para la ocasión. La batalla normal, la más sencilla, va de conseguir puntos atacando; se empieza con cinco globos y, al perderlos, se reaparece con la mitad de puntos y tres globos. Otros modos se ponen más creativos, como Patrulla Piraña, en el que un equipo tiene que encerrar en la cárcel al otro y evitar que se escapen; o Asalto al Sol, en el que hay que conseguir y retener un sol de Mario Sunshine (este modo y Bob-ombardeo salen, de hecho, del Mario Kart de GameCube) hasta conseguir cierta cantidad de puntos.

Son cinco formas de experimentar Mario Kart 8 fuera del rigor y la precisión de, por ejemplo, una carrera Contrarreloj, bien diseñados y con detalles muy interesantes (en Bob-ombardeo, por ejemplo, la onda expansiva de las bombas es más pequeña cuanto más lejos se lanzan; hay un nuevo objeto, la pluma, que es un poderoso salto con el que esquivar conchas o a otros karts), pero que también se prestan más a los desequilibrios; son ideales para las partidas rápidas y menos serias a las que, por su propia condición, se presta Switch. El modo Batalla del original era esa opción del menú que al final se hacía casi invisible; estos nuevos tipos de partida con globos resultan más apetecibles, y acercan a Mario Kart 8 Deluxe al ideal platónico de Mario Kart 64, el Quake III de los globos.

El resto de cambios y añadidos son más discretos pero no por ello menos importantes. La posibilidad de tener dos objetos al mismo tiempo en vez de solo uno funciona sorprendentemente bien; genera más movimiento en los puestos, porque aumenta la cantidad de objetos que entran en juego en todo momento, y cuando en primera posición anima a descartar ítems y probar suerte. Este plus de poder se equilibra obligando a usar los objetos en orden y con el fantasma, un clásico que roba lo que tenga otro jugador en la primera ranura. Otra novedad, el ultra miniturbo, es una manera genial de aprovechar el derrape en las curvas más largas; es un fogonazo púrpura que desata un acelerón mucho más potente y duradero que los otros dos niveles de turbo, y casi parece que los circuitos estén diseñados con él en mente. (De la que tocaban esto, parece que también se han llevado por delante el fire hopping, esa técnica entre lo permitido y el exploit que permitía arañar segundos enlazando turbos y saltitos muy precisos.)

Me metería en el mismo callejón sin salida dialéctico si intentara explicar por qué Mario Kart 8 me parece un juego objetivamente bueno que si buscara las razones por las que Nintendo ha decidido relanzarlo en Switch tocando solo un par de cositas, modo Batalla aparte. Lo primero se podría llegar a explicar con la práctica, jugando; la edición Deluxe mantiene el equilibrio poniendo y quitando con mucho cuidado de no romper nada. Lo segundo necesita más maniobras. Supongo que es importante para Nintendo ofrecer un motivo de peso para justificar ese tan poco popular online de pago que llegará dentro de unos meses; qué mejor que un juego de eficacia probada y que para mucha gente es sinónimo de multijugador. He podido jugar poco online, pero es prácticamente idéntico; entre los cambios más destacables está la posibilidad de cambiar de kart desde el lobby, pulsando Y, lo que debería decir algo sobre lo mucho que se parecen el de Wii U y este Deluxe.

Es un juego fácil de disfrutar y que se beneficia de los poquísimos cambios de la reedición (ni siquiera visuales: se ve lo suficientemente mejor como para que se pueda notar en las distancias cortas, pero me creo que haya quien ni vea mejoras ni las eche en falta), pero un repaso a las doce copas del Grand Prix hace pensar en qué habría pasado si también hubieran ampliado la colección de circuitos, quizá el punto individual que mejor define, como definía al original, a Mario Kart 8 Deluxe. Son espectaculares, son complejos pero legibles, están diseñados para tener en cuenta todas las variables de la carrera en cualquier punto; son testimonio de una evolución gradual en la manera de crear circuitos para Mario Kart y también de la manera en que se juega a Mario Kart, pero de una forma reposada y sutil que se va haciendo más evidente a medida que te familiarizas con sus trazados. Sigue siendo el juego infalible que siempre quieres llevar encima, por lo que pueda pasar, por si te surge la oportunidad de echar unos globos o vas a casa de alguien o tienes un rato libre para jugar un GP. Es tan sencillo que es imposible de explicar. Parece tan poco que casi da rabia, pero nada más lejos de la realidad. [9]