Desde el principio he querido quedarme con las cosas buenas de Miitopia. Las tiene. Como Tomodachi Life, el juego del que surge (como continuación, spin-off o variante), las relaciones entre Miis determinan en buena medida el devenir de la partida, aunque la historia sea otra y vaya más allá de la red de colegueos que se forman entre avatares: hay un grupo de aventureros y un malvado Archimago que aterroriza pueblos y reinos enteros robando los rostros de sus habitantes, y por el camino te encuentras con todo tipo de personajes de cuento que se mezclan con otros personajes no tan de cuento; reyes, princesas, príncipes, chefs, cantantes, científicos, gatos. La gracia está en que cada uno de estos personajes lleva la cara que tú quieras: extrayendo la información de tus Miis de 3DS, de Tomodachi Life o incluso de Miitomo, en Miitopia tu grupo de aventureros puede estar formado por ti y varios clones del profesor Layton, la familia real puede tener miembros tan ilustres como Scooby Doo y Waluigi y el Archimago puede ser Hitler, o puedes ser tú mismo, ¡por qué no!
Es un planteamiento simpático para un RPG ligerísimo en el que exploramos un mundo lineal combatiendo contra enemigos y recogiendo los tesoros que hay en los caminos que llevan de una posada a otra. Estas posadas tienen cierta importancia: son un interludio entre niveles (en lugar de un mundo abierto o secciones más o menos libres, aquí se exploran, de manera casi automática, niveles individuales; más sobre esto después) en el que alimentamos a los Miis, los equipamos y, más importante, asistimos a momentos íntimos en los que se puede ver cómo su relación se afianza. Pasan de ser desconocidos a convertirse en coleguillas, y luego en buenos amigos, y gracias a esa relación más profunda sus habilidades de combate evolucionan: primero se dan ánimos en el fragor de la batalla, luego se preocupan los unos por los otros, luego se ayudan y atacan conjuntamente.
Esta es sin duda la parte más interesante de Miitopia, un juego, por lo demás, blando y soso como pocos. Que el combate no dependa de uno, sino que sea más o menos automático (en el mejor de los casos controlas a tu avatar, al principal protagonista; existe la posibilidad de dejar que todo el grupo, o la pandilla, como dice el juego, actúe de forma autónoma), no es un tropiezo porque viene a reforzar la idea de que trabar amistades puede dar lugar a alianzas que terminen siendo beneficiosas, cuando tus amistades deciden, usando su libre albedrío (o un algoritmo oculto programado en los chips que tienen bajo su cráneo, si sospechas que vives rodeado de robots y que el mundo es una enorme simulación de alguna entidad alienígena que subyugó y eliminó a la humanidad siglos atrás), echarte un cable o darte una palabra de ánimo, o cuando tu personaje se esfuerza un poco más porque quiere dar buena impresión frente a Layton o Layton o Layton, como en mi catastrófico equipo de clones.
Es un sistema interesante que funciona mejor cuanto más imprevisible es. Cuando el roce hace el cariño pero la confianza da asco, por ejemplo, y dos Miis que se llevaban muy bien se enfadan por una tontería y pasan varios combates poniéndose la zancadilla e interrumpiéndose constantemente, o peleándose delante de los atónitos enemigos, que reciben alguna colleja colateral por el camino. Estos enfados no se presentan directamente como algo negativo, sino como una circunstancia de vivir en compañía: a veces sus consecuencias son negativas pero otras la rivalidad lleva a un doble ataque, por ejemplo. El resto del tiempo parece una buena idea desaprovechada por la manera en que Miitopia está estructurado, tan rígido e inflexible que el único motivo para hacer amigos parece ser ganar el favor de alguien para que te eche una mano cuando te ataca un goblin. En el fondo este sistema de amistades es un minijuego de gestión en el que simplemente hay que ir colocando a los Miis en distintas habitaciones para que se vayan haciendo amigos y que de esas simpatías salgan mejores resultados en combate; trabar amistades es una forma de conseguir buffs.
Durante unas cuantas horas casi parece que Miitopia vaya a hacer algo interesante con esta idea, pero poco a poco el juego va diluyéndose en un mar de interacciones rutinarias y cortadas en cachitos digeribles en sesiones cortas. Uno de los puntos fuertes de Animal Crossing o, por no irnos muy lejos, Tomodachi Life es la sorpresa: veinte minutos de juego dan para conocer un poco más a tus vecinos, o para presenciar cómo una relación que viene fraguándose desde hace un tiempo muta en otra cosa, o cómo da frutos, o cómo se enfría y se pierde. Miitopia tiene un problema serio con la repetición: no solo se repiten las acciones que se pueden realizar dentro y fuera del combate, sino que las interacciones entre personajes, sus diálogos o las escenas que protagonizan, son tan limitadas que ni el punto aleatorio que hereda de Tomodachi Life consigue apartar la sensación de déjà vu constante que provoca el enésimo bocadillo en el que un personaje se pregunta, mientras el grupo explora de manera automática un bosque o una caverna o los entornos mucho más extravagantes que van surgiendo, si Layton se ha tirado un pedo.
Ni siquiera me resulta molesto que la aventura per se, la exploración de los entornos y el avance por el mundo del juego, sea básicamente automática más allá de los combates, las encrucijadas o los cofres. El problema es que tu partida no parece tuya más que a un nivel superficial: ni los oficios (que vienen a ser las clases, y determinan qué armas o armaduras llevan los personajes, así como sus habilidades especiales) ni las personalidades (que tienen también sus habilidades específicas) ni las relaciones dan la sensación de ejercer un papel importante en el progreso de la aventura, porque el cuento es el mismo siempre; solo cambia el careto que llevan pegado los muñecos que te acompañan. El omnipresente botón de captura de pantalla me resultó muy sugestivo cuando quise poner el foco en la pura vagancia que hizo que Nintendo eliminara las relaciones entre personas del mismo sexo en Tomodachi Life; tengo un puñado de capturas de Miitopia que no cuentan nada, ni son más especiales o menos que las de otra persona, o que las capturas oficiales del juego que se distribuyen a la prensa. Es un RPG en el que no se rolea en ningún momento: solo se mira cómo una serie de personajes estrambóticos dicen unas pocas frases al azar, y poco más.
Las buenas ideas de Miitopia se mezclan con un desarrollo poco inspirado y criminalmente plano que traiciona la idea de formar tu propia aventura creando una pandilla de amistades y personas cercanas y viendo, con deleite y con horror, cómo sus relaciones afectan al curso de la historia. Es una oportunidad desaprovechada que acaba recordando más al minijuego de Street Pass, inteligente y gustoso porque implica cruzarte con gente por la calle, que al cruce de RPG ligero y life sim que da a entender su conexión con Tomodachi Life y Miitomo. Hay espacio para juegos como Miitopia, si me preguntáis, pero hay que hacerlos de otra forma; esta vez solo ha salido un entretenimiento vacío y que se agota antes incluso de mostrar todas sus cartas, atrapado en una tierra de nadie que ni convence como RPG o juego de aventuras ni como generador de viñetas de la vida cotidiana.
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Que penita me da cada vez que veo un producto flojito de Nintendo teniendo en cuenta que es una desarrolladora que cuida con muchísimo mimo sus lanzamientos.
El otro día estaba en un centro comercial y no paraba de ver críos que salían del game con este juego en la mano.
Claro que viendo la fecha de lanzamiento igual era otro similar xD
@azuma
Puede ser Tomodachi Life, que está bastante, bastante mejor que este.
@azuma
Está claro, porque el target de este juego no puede ser otro que crianças.
Yo me enteré ayer de la existencia de esta cosa y ya me pareció como una revisión de Rescate Mii para hacer que quedara menos cutre, ahora ya estamos fuera de dudas, es una pena porque podrían haber aprovechado bien el alto nivel de personalización de los Miis para currarse una buena comedia.
Yo no sé que tienen los miis, pero todos los juegos que veo protagonizados por ellos me echan para atrás. Será la estética, no sé.
Yo al tomodachi le he echado lo menos 200 horas, y tenía las expectativas muy altas con este. Me sabe mal que la hayan cagado tanto pudiendo haberse marcado un Fantasy Life con miis.
Otra vez será.
Pues qué pena, tenía señalado el 28 para esto 🙁
Entre esto y el Pikmin, tengo la 3ds un poco triste últimamente.
Es una pena. Tomodachi Life era una locura muy interesante y me figuraba que Miitopia mejoraría la fórmula añadiendo una trama. La gracia debería haber estado en que cada grupo y partida fuese realmente única, reclutar personajes con carisma y escenas absurdas.
Si Nintendo ya ha comenzado la carrera de los móviles, no sé por qué esto aparece en una 3DS. Y otro tanto con el Pikmin. Y el último Kirby.
Todos ellos, poco más que shovelware.
Esperaba este análisis para plantearme comprarlo, el tomodachi life era graciosete un rato pero se me hacia pesado enseguida.
El punto surrealista nipón te sorprende al inicio pero necesita algo mas para sostenerse como juego. Pensaba que quiza el rollo rolero le diera lo minimo para ser un juego normalito y entretenido, pero parece que no.
Dedicare ese dinero a drogas o al pikmin.
Eres una idea cojonuda en el papel, pero la cagaron al final. Una pena.
Espero que no sea el último título exclusivo de 3ds porque entre este y el pikmin no veas que drama…