No sé qué nicho cubre Minecraft Legends, si es que quiere cubrir algún nicho, pero la propuesta es morrocotuda: con el hiperpopular universo de Mojang como base, Blackbird Interactive —un estudio levantado por dos de los fundadores de Relic, el estudio de Homeworld, Company of Heroes, Warhammer 40.000— monta un juego de estrategia en tiempo real en el que al mismo tiempo exploras un vasto mundo abierto y lideras algo así como un ejército para ayudar a los aldeanos a defenderse de las cada vez más insistentes de los Piglins del Inframundo. Durante unos segundos, Minecraft Legends parece un poquito más complejo o incluso confuso de lo que debería; en cuanto el tutorial propiamente dicho termina, las piezas empiezan a encajar a gran velocidad y de pronto comprendes todo: si acaso, quizá echas de menos un puntito extra de complicación, por si fuera esa la manera más directa de alcanzar el nivel de profundidad que parece esperable en un juego de estrategia en tiempo real.
La campaña, y para el caso casi cualquier partida, es fácil de entender: básicamente la cosa va de encontrar y neutralizar bases enemigas, al principio suficientemente inofensivas como para que tengas todo el tiempo del mundo para organizar y movilizar a tus unidades (y para confundirte, si procede; Minecraft Legends, más que la mayoría de juegos de estrategia, deja mucho espacio para el error, seguramente por estar dirigido a un público más joven, aunque en general creo que este plus de amabilidad es positivo para todas las edades) pero poco a poco más duras de roer, con más elementos a tener en cuenta a la hora de planificar tu estrategia. Pronto descubres que enviar a todas tus unidades a dar golpetazos en el mismo punto, por mucho que la interfaz te diga explícitamente que tal tipo de unidad es mejor para destruir estructuras y tal otra funciona mejor contra Piglins, no es una estrategia; es una aproximación funcional al juego durante bastante tiempo, sí, pero da lugar a partidas penosas y muy poco estimulantes. Si le dedicas un poquito de atención, Minecraft Legends sabe llevar sus piezas en direcciones interesantes de vez en cuando; nunca mucho, nunca de manera muy valiente, pero sí acaba teniendo una solidez que yo, personalmente, no me esperaba: gana peso sin introducir nunca más variables o piezas de la cuenta. Tiene algo de esa pureza de los buenos juegos multijugador, los que parecen infinitos sin ser más que sota, caballo y rey; está lejos de los mejores por pura ejecución, pero la intención parece ir por ahí. La creatividad queda en segundo plano: aquí la cosa va de exprimir, de optimizar, de sacar partido.
Pero también tiene suficientes puntos flacos como para que no acaben marcando la experiencia más de la cuenta. La mayoría de soluciones que se han aplicado para adaptar el estilo visual al nuevo gameplay me parecen más que suficientes; la más explícita podría ser esa suerte de cel shading con el que se quiere diferenciar mejor a las unidades, por ejemplo, para evitar que se confundan con el entorno cuando hay muchas, cuando los enfrentamientos se vuelven multitudinarios y a Minecraft Legends le cae algo de sudor por la frente para conseguir el equilibrio apropiado entre la legibilidad (necesaria para poder jugar, para entender lo que estás haciendo) y el caos que exigen la ambientación o el tono cómico de las tanganas. Otras ideas funcionan bastante peor. La interfaz, lejos de facilitar la interacción con el juego, es confusa, incómoda y, que se me perdone la vulgaridad, muy fea; usarla es aparatoso, casi todos los procesos son toscos e imprecisos y te requiere atención sin darte en realidad nada a cambio, porque ni tienes la sensación de que los atajos con los que intenta facilitar la ejecución de las acciones más comunes sean realmente útiles ni te da herramientas para microgestionar a placer tus unidades. Me resisto a echarle la culpa al mando, que nunca ha sido el mejor dispositivo para controlar un juego de este género: he jugado lo suficiente al también reciente GrimGrimoire OnceMore como para saber que hay maneras más audaces de diseñar un esquema de control para mando en un juego que no es exactamente igual, lo sé, pero tampoco tan distinto como para no pensar en él.
La idea, está claro, es que Minecraft Legends se juegue durante un tiempo: después de los días que te dé la campaña, las partidas competitivas o cooperativas y sobre todo los escenarios extra que vayan publicándose, que no llegan a ser campañas como tal pero sí se pueden permitir el lujo de experimentar y retorcer las bases del juego (ahora mismo solo hay uno disponible), tienen el potencial para mantener viva la llama durante un tiempo. Es incómoda, por eso, la sensación de que el juego sale menos pulido de la cuenta, con asperezas que no le hacen ningún bien ni ayudan a que te encariñes con este particular choque de universos o fórmulas; hay un contraste muy notable entre cuánto parecen haberse pensado las traducciones a RTS de algunos elementos icónicos de Minecraft y cuánto se han pulido. Decía lo del nicho al principio precisamente por eso: el punto de complejidad al que acaba llegando Minecraft Legends requiere una dedicación que, sin ser abrumadora, sí sería mucho más agradecida si no notaras cómo raspa cada paseo por los menús, cada torpeza heredada de Minecraft, cada traducción cuestionable. Y a la vez, ahí está la paradoja, no es tan profundo ni tan brillante como para que estas flaquezas te acaben dando igual. Así, el juego de Blackbird Interactive se queda en un paso intermedio que nunca deja de ser un poquito incómodo: no puedo evitar que me resulten muy agradables e interesantes muchas de las cosas que hace, pero a la vez nunca las lleva tan lejos ni las desarrolla suficientemente bien como para poder decir que han hecho diana.
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Pues esta noche le caerán unas horas a ver que tal. Muy completo el texto 😉
Brütal Legends