Análisis de OlliOlli 2: Welcome to Olliwood

Cuando escribí sobre el primer OlliOlli, me dio por mencionar un juego muy menor que había podido jugar un poco antes, a finales de 2013: Tiny Hawk, un arcade mínimo que tenía casi toda la chicha en la broma, formidable, del título. Luego decía que «si la referencia a los legendarios juegos de Neversoft tuviera algún peso, sería OlliOlli el que merecería el título». Ha pasado un año y pico desde eso; ahora tenemos entre nosotros OlliOlli 2: Welcome to Olliwood, la secuela del muy reconocido juego de Roll7, y me alegra ver que el círculo se cierra: cuando salimos cien veces con trucos perfectos en rampas, conseguimos un trofeo llamado Tiny Hawk. (En español ha acabado siendo «As del monopatín»; cosas de la traducción.)

La referencia está justificada. Como pasó con las primeras entregas de la serie de Neversoft, las novedades más interesantes de las secuelas tenían que ver con los trucos, como es lógico: la introducción del manual en Tony Hawk’s Pro Skater 2 fue tremenda, y la guinda la pusieron los reverts en Pro Skater 3. No suena a mucho, pero la cantidad de posibilidades que abrían estos dos movimientos, el bien que le hicieron las infinitas combinaciones posibles solo gracias a estos dos añadidos, todavía me pone los pelos de punta.

De manera similar, OlliOlli 2 ha incluido en su trucopedia manuals y reverts con resultados notables. El primer OlliOlli iba a por la puntuación alta animándonos a aprendernos los niveles, a decidir bien cuándo saltar, dónde grindar, qué barandillas era mejor dejar pasar; eran en los Spots, los Enclaves en OlliOlli 2, donde se nos exigía la ejecución perfecta de un combo que durase el nivel entero. El manual le quita importancia a estos Enclaves, pero le da una nueva dimensión a los niveles normales: con suficiente pericia, podemos mantener el combo todo el rato, aumentando el multiplicador y consiguiendo puntuaciones más y más altas.

Una de las ausencias duras de la primera parte cobra nuevo sentido aquí gracias a la mayor flexibilidad de las puntuaciones. Las tablas de clasificación, incluidas en OlliOlli medio año después de su lanzamiento, aquí animan más al pique porque la diferencia entre los resultados de varios jugadores es más drástica en función de nuestro nivel de habilidad: haber dominado el manual o el revert marca la diferencia. Nuestro progreso, también, es menos rígido que en la primera parte: repite la distribución inteligente de los desafíos (cinco por nivel), que nos piden siempre un poquito más sin llegar a hacerse frustrantes mientras nos ayudan a entender el funcionamiento de todas las mecánicas del juego, presentadas poco a poco a lo largo de los 25 niveles fáciles y rematados y puestos a prueba en los 25 difíciles. Aquí, nuestro progreso como jugadores es multicapa: si no se refleja en los desafíos se refleja en las tablas de puntuaciones, y si no en los Enclaves, y si no en el Daily Grind.

Ah, el Daily Grind. La idea estrella del primer OlliOlli repite aquí con energías renovadas por las novedades jugables: con un techo de habilidad más difícil de alcanzar, la gestión del riesgo y la recompensa que da sentido al Daily Grind es en OlliOlli 2 mucho más emocionante. Las variables son mucho mayores: solo tenemos una oportunidad para completar una partida a uno de los Enclaves (si es igual que en la primera parte, es el azar el que elige cuál sale cada día), para ejecutar sin fallo lo que hayamos practicado antes. Las prácticas son infinitas, pero la partida con la que plantamos nuestra puntuación en el Daily Grind es única: la tensión de saber que solo tenemos una oportunidad para hacer todos los trucos, grinds, manuals y reverts que hemos ensayado sigue siendo formidable; la alegría de salir victorioso, enorme; y el chasco de tropezarse y acabar con los dientes en el suelo y un cero en la tabla, brutal.

Merece la pena pararse un momento en el diseño de niveles. Más chiflados, por contexto (el Olliwood del subtítulo nos da una pista: cada mundo está ambientado en un escenario de película diferente, con temáticas y aspectos muy distintos), también son más complejos e interesantes que los de la primera parte. Después de un principio más o menos conservador, que parece querer funcionar de toma de contacto para el recién llegado y de puente para el veterano, la cosa se empieza a poner jugosa a medida que avanzamos; para cuando queremos darnos cuenta, las rutas alternativas, los saltos enormes y los grinds ramificados son el pan nuestro de cada día. No sé si puede llegar a ser hasta demasiado variado para alguien sin experiencia en OlliOlli; a medida que le vas cogiendo la medida al juego, las rutas alternativas son una forma más de buscar nuevas maneras para superarte a ti mismo en los rankings, y de paso superar al resto de jugadores que hayan dejado su marca en ellas.

Es un juego bastante más rápido y caótico que el primero, y el cambio gráfico le sienta muy bien precisamente por eso. Roll7 ha conseguido que todo sea fácilmente legible a pesar del mayor número de cosas moviéndose en pantalla; entre los muchos colores que hay en cada mundo, siempre destacan los importantes: los que nos indican que podemos grindar una superficie, los que nos ponen sobre aviso de los obstáculos, los que confirman que hemos hecho bien un grind switch (un cambio de truco en medio de un grind) o los que nos meten prisa porque estamos a punto de perder velocidad y caer al suelo. El nuevo estilo visual me parece más agradable que el del primero, que ya era bastante bonito, y además funciona muy bien: ninguna queja por aquí.