Raphael, el joven protagonista de Rhythm Thief y el Misterio del Emperador, se convierte en Phantom R cuando necesita ocultar su identidad para robar obras de arte, oficio en el que es, a juzgar por lo perdida que anda la policía de París, insuperable. Como Raphael, Rhythm Thief cambia de disfraz en función de lo que necesita: a veces es juego rítmico y a veces aventura gráfica, pero la intención de Xeen (los desarrolladores) es fundir ambos elementos en una experiencia homogénea. ¿Aprendiz de mucho, maestro de nada? Sí y no. La parte de aventura se desarrolla sobre un mapa mediante el que exploramos el formidable París del juego. La historia no es nada del otro mundo, pero sí sabe mantenerse lo suficientemente simpática y ágil como para resultar un gancho eficaz: por un lado, alguien resucita a Napoleón y lo usa para sus maléficos fines; por otro, Raphael va, junto con su sidekick perruno, en busca de su padre, desaparecido años ha; los caminos de Raphael (o de Phantom R) y Napoleón no tardan en cruzarse, cuando el emperador decide robar la pieza que el chaval acaba de agenciarse por estar relacionada con las pistas que su padre dejó sobre su posible paradero. Los giros se suceden rápidamente, y las escenas de animación en las que la historia avanza son bastante agradables; sorprende además la buenísima resolución y el buen uso del 3D que hacen, y aunque no volverá loco a nadie sí que sirve de hilo conductor para las secciones de exploración y, claro, para las pruebas rítmicas y puzzles que el juego nos va proponiendo. La exploración se lleva a cabo en dibujos más o menos estáticos de París, a menudo poblados de algunos personajes secundarios con los que podemos entablar conversación. No faltan cosas que hacer: entre buscar monedas, sonidos y otros secretos, toqueteando con el stylus en la pantalla táctil, hay suficiente para tenernos entretenidos un buen rato. También es interesante a nivel turístico: todo lo que alguien de cierta edad pueda ver en Rhythm Thief resulta un poco evidente, pero no por ello menos agradable; tiene cierta gracia didáctica para el público más infantil al que va dirigido el juego. Lo repetitivo de estas secuencias, no obstante, hace que no tarden demasiado en perder fuelle, y acaban resultando más un incordio metido para alargar el juego que una parte realmente interesante. De vez en cuando, mientras exploramos, encontraremos algún puzzle. Ninguno es demasiado complejo y, por desgracia, tampoco complicado: es improbable que tardemos más de un segundo en entender su lógica y poco más en resolverlo, porque ni en los casos en que el funcionamiento daría pie a aumentar la dificultad por pura complejización (por ejemplo, cuando tenemos que repetir patrones pulsando distintos elementos en el orden que nos indican) el juego parece interesado en resultar un reto. En los minijuegos rítmicos es donde más chicha hay, y donde más creatividad se nota: hay un buen montón, y, aunque siempre basados en el ritmo, hay de suficientes tipos como para conseguir sorprender. En algunos tendremos que imitar las formas de unos setos para que los guardias de seguridad no nos vean y consigamos colarnos con éxito en algún edificio; en otros, deberemos pulsar botones rítmicamente para dar una buena tunda a los secuaces de Napoleón. No le falta variedad, ya digo, y aunque tampoco son espectacularmente difíciles sí que aprovechan mejor las posibilidades de la consola, combinando con bastante buen gusto pantalla táctil, giroscopio y botones. Se prestan mucho a ser repetidos para mejorar nuestra puntuación, y eso siempre se agradece. No es un juego cojo, ni fallido: Rhythm Thief está lleno de cosas que hacer. Esa fusión de exploración y minijuegos de la que hablaba antes se nota, sobre todo, cuando exprimimos el juego un poco más a fondo. Es importante rebuscar en cada escenario todos los secretos que pueda haber, y no sólo porque algunos sean temporales y desaparezcan con el paso de un capítulo a otro: también hay minijuegos que sólo veremos si hablamos con ciertos personajes, entre ellos uno que hace referencia directa a Samba de Amigo y que tocará hondo a los fans de SEGA. Rhythm Thief intenta algo interesante, y aunque no lo consigue del todo sí es un juego trabajado y con suficiente personalidad y buen gusto como para resultar atractivo. Su historia es agradable y su recreación de París, aunque no podría sustituir a unas vacaciones en la ciudad, tiene mucho encanto y más de una vez es suficiente reclamo como para seguir jugando y explorando sus zonas más emblemáticas. Hay algunos juegos que quizá tú no comprarías por voluntad propia, pero que decides regalar a tu hermano pequeño y, de paso, aprovechas para disfrutar tú mismo. Rhythm Thief y el Misterio del Emperador es uno de esos. [7]
Redactor
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Probe la demo y no termino de convencerme, me parecia que los controles no respondian todo lo precisamente que se requiere para un juego de ritmo. (eso o yo soy un manco, que tambien puede ser XD)
Por cierto Anaitgames, tironcillo de orejas por los sponsored ads popupeantes
WTF, no tenemos nada de eso. ¿A alguien más le aparecen?
He estado mirando, debe ser cosa de mi explorador, porque tambien me ha saltado la misma ventana en VideoCopilot. Tacho lo del tironcillo de orejas
[quote=»ikky»
]Por cierto Anaitgames, tironcillo de orejas por los sponsored ads popupeantes[/quote]/autoflagelacion por bocas
@ikky
Piensa que si ponemos popups sólo serán de porno y de casinos online, ¡prometido! ¡Por un internet virtuoso!
Pues a mi el juego me tiene buena pinta, un juego que combina ritmo con aventura gráfica con escenarios buenos y gráficos decentes… me lo llevo.