Análisis de Super Mario Galaxy

Hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana

Nos encontramos en un periodo de desconcierto. El malvado Imperio Nintendero ha obtenido una gran ventaja en la dura guerra frente a sus enemigos. Durante la batalla, los espías rebeldes han conseguido apoderarse de los planos secretos del arma total y definitiva del Imperio, la Wii, una revolucionaria estación espacial. El Imperio se ha encargado de crear en su estación las más infames y nefastas obras jamás concebidas, con potencia suficiente para destruir una generación entera. Perseguida por los siniestros agentes del Imperio, la Princesa Peach vuela hacia su patria, a bordo de su nave espacial, llevando consigo los planos robados, que podrán salvar a su pueblo y devolver la libertad a la galaxia…

Attack of the Clones Han pasado más de 10 años desde que Super Mario 64 revolucionara la industria en general y los plataformas en particular. A partir de entonces, muchos han intentado, sin éxito, igualarle. Desde las feas copias de la generación PSX ((Hola, Spyro, Crash, Croc y Gex.)), pasando por el auge de las parejas que saltan unidas, quizás para compensar, precisamente, su falta de personalidad ((Va por vosotros, Banjo, Kazooie, Jak, Daxter, Ratchet & Clank.)). La mayor parte de todos ellos trataba de copiar los elementos principales de la obra maestra de Nintendo, con algún pequeño añadido. Incluso su eterna enemiga pareció mirarse en el espejo del fontanero para crear sus Sonic Adventure, aunque luego se redimió con el soberbio Jet Set Radio, el juego más cool ever ((Junto con Viewtiful Joe, of course.)).

Rare empleó una de sus licencias más divertidas en hacer el juego más aburrido de la historia, Donkey Kong 64, llevando su obsesión por la búsqueda de mil objetos, de cien colores cada uno, a límites insospechados. Afortunadamente, poco después, cambió el aspecto a su eternamente anunciado Conker ((El de verdad, no el de XBox.)), dando lugar a una joya. Aunque su calidad y originalidad radicaban más en su sentido del humor, que en lo jugable. Entonces, Mario, tras años de pluriempleo para pagar sus deudas a la yakuza, decidió tomarse unas vacaciones en la playa de Sunshine. Pero la sombra de su predecesor era demasiado grande, y el fontanero no estaba a la altura, ni siquiera cuando usaba ACUAC para impulsarse. Seguía los patrones marcados por el juego de Nintendo 64, pero su falta de inspiración y el anodino diseño de niveles lastraban un buen juego sin más. A new hope En el SpaceWorld 2000, la gran N había mostrado una demo técnica titulado “Mario 128”, que se suponía sería la secuela de Mario 64 y aparecería en GameCube. El juego nunca salió a la luz, pero parte de sus elementos dieron origen a los soberbios Pikmin. Tras aplaudir (con y sin kongas) el brillante Donkey Kong Jungle Beat, Nintendo encargó a su equipo desarrollador la ardua labor de crear un nuevo plataformas 3D de Super Mario. Así que los chicos de EAD se pusieron manos a la obra y aprovecharon otro de los elementos que se habían vislumbrado en la demo de Mario 128: la “esferidad” del escenario. Bien es cierto que algo así ya se había visto anteriormente en Sonic 3, Yoshi’s Island y  Ratchet & Clank, pero en Super Mario Galaxy, la base del juego se sustenta en esta idea, y esa es su principal innovación y acierto.

Across the universe El juego está dividido en varias galaxias, la mayoría de las cuales consta, a su vez, de varios planetas que Mario recorrerá para obtener las preciadas estrellas que le permitirán enfrentarse por enésima vez con Bowser. Son precisamente los planetas quienes aportan gran variedad al título, ya que en cada uno existe una “misión” diferente por cumplir, antes de avanzar al siguiente, cual Principito. Además, debido a su pequeño tamaño, existe un gran dinamismo, y el jugador no tiene tiempo de aburrirse. Puede estar esquivando balas de cañón, evitando electrocutarse, no caer en la lava, saltar a la siguiente plataforma, matar a un goompa y recoger monedas… a la vez. La esencia de los Super Mario de toda la vida llevada a un nuevo nivel. El diseño de niveles de Super Mario Galaxy debería ser estudiado por muchos desarrolladores faltos de imaginación y grandes ideas. Algunas de las pantallas más divertidas son en apariencia las más simples, una evolución de las gloriosas fases retro, quizá lo único destacable del Sunshine. Plataformas a la antigua usanza, con saltos imposibles, bloques que aparecen y desaparecen, etc. También hay algunas zonas con jugabilidad 2D, en las que la gravedad entra más en juego que nunca. Pese a la aparente simplicidad que puede conllevar manejar al fontanero sólo “hacia delante y hacia atrás”, andar fijándose hacia dónde va la fuerza gravitatoria (arriba, abajo, izquierda o derecha), o incluso tener que cambiarla nosotros mismos activando un interruptor, supone un auténtico reto. Hasta el más mínimo salto debe ser meditado previamente para no acabar en un agujero negro, o con el culo chamuscado por culpa de ese fuego que creíamos dejar atrás con facilidad.

Por todo ello, las galaxias más grandes, basadas casi exclusivamente en una gran zona principal, en vez de en pequeños planetas, están mucho menos inspiradas. Siempre hay cosas por hacer, pero el ritmo desciende notablemente. Por ello Nintendo creó los trajes para dotarle de más variedad al asunto, pero lejos de lograrlo, ralentizan el desarrollo aún más. Especialmente molesto es manejar a Mario con cosplay de la abeja Maya, ya que además en algunos momentos, como cuando se pega a los paneles de miel de la pared, resulta difícil de controlar. Ni Mario bee, ni Boo, ni boing ((Juego de palabras patentado por Nintendo Co. Ltd. Copyright © 2007 All rights reserved.)) aportan gran cosa, sino más bien lo contrario. Al menos, la flor de fuego, y sobre todo, la de hielo, resultan mucho más interesantes. We are all made of stars El control es una absoluta delicia, como es habitual en la saga. La raíz se vuelve a encontrar en el juego de Nintendo 64, pero adaptado a la Wii. Además de los movimientos clásicos, han incorporado un movimiento giratorio que sirve para golpear enemigos, romper algunos objetos y para tomar un pequeño impulso en los saltos que más de una vez nos salvará de una caída segura. Se realiza agitando el wiimote o nunchuk, y para no abusar de él, hay que esperar unas décimas de segundo antes de hacerlo otra vez. El puntero del wiimote sirve para recoger trozos de estrella, simplemente apuntándoles cuando aparecen en el escenario. Sirven para dispararlos sobre enemigos y aturdirles. Puede parecer complicado, pero nada más lejos de la realidad. La ejecución es realmente ejemplar, y tras unos minutos, resulta de lo más sencillo recoger trozos de estrella y disparar mientras movemos a Mario. Podría decirse que la tarea se realiza de manera prácticamente inconsciente una vez acostumbrados al manejo.

La cámara se posiciona casi siempre en el lugar que debe, aunque en algunos momentos puntuales, principalmente en los planetas pequeños, debido a la cantidad de elementos en pantalla, queda un poco perdida. Entonces podemos situar manualmente la cámara tras Mario, pulsando el botón C, y fin del problema. No suelo dar gran importancia al apartado técnico de los juegos; siempre he sido de los que prefiere un buen diseño artístico y que el juego fluya como debe. Super Mario Galaxy cumple en los tres apartados: gráficamente es lo mejor de la consola, aunque el listón no estuviera muy alto, el diseño y modelado de personajes rallan a gran altura y, por encima de todo, es realmente fluido, algo indispensable para un juego de estas características. Da igual que estemos volando, nadando, patinando o saltando, y rodeados de cantidad de enemigos y elementos del escenario, el juego va a 60 fps constantes, sin ralentización alguna. El diseño es, obviamente, fiel a la saga. Lo único que aporta un nuevo punto de vista artístico es la historia de Estela (aka Rosetta/Rosalina), que ella misma nos cuenta a modo de libro, con unas ilustraciones que bien podrían ser acuarelas de Antoine de Saint-Exupéry. Un cuento infantil emotivo y enternecedor, que capta perfectamente la esencia del juego.

Mención aparte merece la fabulosa Banda Sonora, en mayúsculas. Cada brillante composición suena totalmente orquestada y se adapta perfectamente a la acción, modificando su tempo en base a nuestros movimientos. El ritmo aumenta o disminuye dependiendo de la velocidad a la que Mario realice sus acciones. Cada acorde y cada efecto de sonido está perfectamente sincronizado con lo que acontece en pantalla. Hasta el infinito, ¡y más allá! Desgraciadamente la compañía de Kyoto vuelve a demostrar una vez más que ha olvidado cómo finalizar sus juegos, o al menos, cuándo hacerlo. Su absurda manía auto-impuesta de redondear la cifra de objetos a recoger hasta 120 acaba lastrando el juego en su recta final. Las dichosas monedas azules de Super Mario Sunshine han desteñido aquí en púrpura. Encontrar 100 de ellas en 16 galaxias resulta monónoto en la mayoría de las ocasiones. Un recurso tramposo y facilón para alargar el juego innecesariamente. De igual forma, el tener que encontrar a Luigi en algunas pantallas para que nos conceda el ansiado premio es de lo más repetitivo, ya que no supone ningún reto jugable, al no variar la mecánica de nuestra anterior visita a dicho lugar.

En cambio, la aparición de cometas de distintos tipos y colores sí que cambia el estilo de juego en algunas zonas. Ya que Nintendo quiere reutilizar algunos de sus escenarios para que consigamos nuevas estrellas, mejor hacerlo de una manera diferente, que suponga un nuevo reto. Con tiempo limitado para llegar al objetivo, en una carrera contra nuestra sombra, con enemigos moviéndose al doble de velocidad o, la más difícil de todas, tener que matar a un final boss o encontrar la estrella con sólo un punto de vida. Super Mario Galaxy es un digno sucesor de Super Mario 64, a años luz de Sunshine. Sin embargo, no es perfecto, ya que algunos fallos empañan el resultado final. Es imaginativo como pocos y supone un auténtico soplo de aire fresco, no ya en el catálogo de Wii, sino en el actual panorama videojueguil. Es un oasis en el desierto de la mediocridad y los marines calvos. Además, demuestra que un buen diseño de niveles vale más que mil polígonos, axioma que tantos desarrolladores (y usuarios) parecen haber olvidado ((Excepto tú, Valve.)). Super Mario Galaxy es un juego que apela al niño que todos llevamos dentro; a la diversión por la diversión, al placer de jugar por jugar. Puro amor old school adaptado a los nuevos tiempos. Y es que…

«Todas las personas mayores fueron al principio niños. (Aunque pocas de ellas lo recuerdan).»

Nota: 9

Ficha técnica Plataforma: Wii Desarrollador: Nintendo EAD Distribuidor: Nintendo Género: Plataformas Precio: 49,95 € Código PEGI: 3+ Idioma: Traducido al castellano Fecha de salida: 15/11/2007