Quizá por no tener ningún recuerdo demasiado firme de los primeros juegos de la franquicia, más allá del recuerdo histórico que cualquiera con un mínimo de amor por el videojuego debería tener, este nuevo Syndicate me ha sorprendido. Poco queda del original, claro, algo que disgusta a muchos pero que personalmente no veo tan dramático; cualquier atisbo de duda sobre el paso a FPS que pudiera haber albergado en mi interior se disipó cuando en mis primeras partidas fui identificando sabores que me traían buenos recuerdos: recordé, por ejemplo, Resistance 3, y recordé también Singularity. Estas dos referencias no son baladí: creo que son significativas para hacerse una idea previa de lo que podemos esperar del nuevo Syndicate. Pongámonos al día: somos Miles Kilo, un agente de una de las tres empresas, EuroCorp, que cortan el bacalao en el agorero futuro de Syndicate. El mismo día en que el chip que tenemos implantado en el cuerpo empieza a dar señales de estar empezando a funcionar como mandan los cánones, nuestro jefe, Jack Denham, nos avisa de que han encontrado a un topo en la corporación; es misión nuestra y de nuestro compañero Merit salir ahí fuera a mandar un mensaje a las corporaciones rivales, sustituyendo en esta ocasión la tradicional cabeza de caballo sobre la almohada por un rastro de científicos muertos en las oficinas de la competencia. De la historia lo más reseñable quizá sean las interpretaciones, a cargo de Rosario Dawson, Brian Cox y Michael Wincott; aunque parece tener algo que contar, Syndicate se muestra demasiado torpe en la narración como para llegar a apasionar o, en algunos casos, incluso a tener sentido. Las voces, como iba diciendo, ayudan a que el dramón conspiratorio del juego entre mejor: los personajes que mueven la trama, además de estar modelados muy bien, se expresan con gracia y sí, se nota que la gente que pone la voz es buena en lo suyo. A pesar de que la historia sea una patraña, la campaña para un jugador es muy, muy divertida. Syndicate es un shooter sin demasiados complejos; durante toda la partida se puede comprobar qué era lo que quería decir el CEO de Starbreeze, Mikael Nermark, cuando decía hace un tiempo que «si ponemos disparos en nuestro juego, tienen que ser los mejores disparos». En un juego muy hábil en ese sentido: como ocurría en Resistance 3, y como debería ocurrir en cualquier juego de disparos, no hay ningún arma que podamos usar que no sea divertida y tenga una peculiaridad que la haga especial. La rotación de armas es constante: aunque sólo podemos llevar dos al mismo tiempo, no es raro encontrarnos a nosotros mismos urgando entre los cadáveres de nuestros enemigos para ver qué armas tienen, por si alguna de las que han dejado caer al morir nos apetece. Esto es importante, porque el tiempo que invirtamos en el juego lo pasaremos en su gran mayoría pegando tiros. Apetece, y mucho, explorar todas las armas y en esta exploración radica gran parte de la diversión de Syndicate; no es uno de esos shooters en los que no nos despegamos de cierta ametralladora una vez la conseguimos. Otra parte de la diversión está en que Syndicate es muy juego. Todo el tiempo que tenemos el mando en las manos estamos haciendo algo; a excepción de en las partes más narrativas, en las que sólo aguantamos la chapa de algún personaje y miramos los escenarios, el juego sabe sacarse de la manga pequeñas mecánicas que a veces prefieren pasar un poco desapercibidas pero que hacen las veces de la sal y pimienta de esta ensalada de tiros. Dos ejemplos: para ordenar a un enemigo que se suicide, por ejemplo, tenemos que pulsar el bumper izquierdo hasta que una barra se rellene; si soltamos el botón en el momento en que el progreso está sobre una muesca blanca que hay en la barra, además de ahorrar un tiempo que nos puede salvar el culo en según qué tiroteos conseguiremos que la habilidad no se agote del todo, haciendo que recargarla sea un poco más rápido. También: si matamos a muchos enemigos seguidos entramos en un modo en el que nuestro daño se va multiplicando; mantener el multiplicador lleno nos asegura una mayor efectividad a la hora de convertir a los esbirros de las corporaciones como los coladores que están llamados a ser. El lacito lo ponen las habilidades que podemos usar gracias al chip que tenemos implantado en el coco. Son tres: la primera nos permite hacer que el pobre desgraciado que tenga la mala suerte de ser nuestro objetivo se inmole, llevándose por delante a todos los que estén cerca de él; con la segunda hacemos que las armas de nuestros enemigos estallen, inhabilitándoles durante unos instantes y permitiéndonos ensañarnos con ellos; la última hace que un enemigo se ponga de nuestro lado, atacando a los suyos hasta que, cuando no hay moros en la costa, se pega un tiro en la cara a sí mismo. Combinarlas con habilidad y saber cuáles usar en cada situación es de mucha utilidad en el nivel normal, y crucial en el difícil; utilizarlas estratégicamente para provocar distracciones o reducir a grupos pequeños mientras buscamos una posición más ventajosa para atacar aporta un poco más de profundidad que la que sería posible sólo con las armas. La cosa termina de redondearse con las mejoras que podemos aplicar a nuestro avatar, algo limitadas en la campaña individual pero que volveremos a ver, mucho mejor planteadas, en el multijugador. Aunque no dura mucho, a la campaña de Syndicate le da tiempo a desarrollar unos cuantos momentos muy interesantes —incluidos puzzles en los que tenemos que usar nuestro chip prodigioso para manipular interruptores y cableados desde la distancia— que, entre tiroteos de mayor y menor intensidad y por lo general bien planteados, acaban de dar forma a la experiencia individual, corta pero muy divertida. Es un shooter futurista con la mirada puesta en el pasado; como los ya mencionados Singularity y Resistance 3, cuando más deja ver el pie que tiene puesto en los juegos de tiros de antes es cuando Syndicate más logra brillar. El multijugador es otro asunto. Aquí la cosa sí está totalmente al día: no sólo por su estructura poco tradicional, sino por la cantidad de opciones que ofrece. Las partidas multijugador se plantean como misiones que tenemos que hacer junto con otras tres personas. Cada misión tiene su historia aunque sólo es relevante antes de que empiece la partida, y no es que aporte ni arregle mucho lo visto al jugar en solitario. Una vez nos ponemos a jugar la cosa es sencilla: tenemos una serie de objetivos que ir cumpliendo, que suelen implican tiroteos de todo tipo, y cuando solucionamos la papeleta con éxito se nos dan una serie de puntos que podemos invertir en mejoras de perks (aquí el árbol, aunque parecido al del modo para un jugador, tiene más sentido), habilidades y armas. A medida que actualizamos nuestra hoja de personaje tenemos acceso a más habilidades y tecnologías, y ya el tiempo que podemos echar en conseguir un personaje apañado ya supera sin problemas al de la campaña individual. Como extra, se nos van asignando objetivos que también nos recompensan al ser superados, a los que se añade una segunda tanda si montamos nuestro propio sindicato con tres amigos y vamos en comandita a patear culos del futuro. El conjunto está bien pensado para aprovechar al máximo en este peculiar cooperativo todo lo que el juego puede ofrecernos: los objetivos y recompensas asociados a usar todas las armas, más allá de la pura diversión que ello supone, trabajar nuestro árbol de habilidades y jugar en cada mapa están bien diseñados para que dé la sensación constante de estar consiguiendo nuevas cosas, y de no ver cercano el momento en que el cooperativo se agote. Es normal que en EA quisieran que todo el mundo pudiera acceder al cooperativo sin necesidad de pase online: se complementa a la perfección con la campaña y sería una lástima que alguien lo dejara pasar por alto. Otra cosa que me ha sorprendido de Syndicate son sus gráficos. A pesar de algunas texturas feas que se ven en algunos momentos, visualmente es despampanante: no duda ni un segundo a la hora de desenfundar una estética futurista llena de metales brillantes, altas esferas que recuerdan con mucho gusto a Mirror’s Edge y unos bajos fondos oscuros y deprimentes, muy a tono con los vagabundos y miserables que viven en ellos, fuera del paraguas protector de las corporaciones. Se mueve fluido y resulta muy agradable a la vista; la banda sonora sólo se pone más dubstep de la cuenta en un momento muy concreto, casi al principio del juego, y el resto del tiempo sabe ser tan cyberpunk y atmosférica como se le exige. No es la secuela que muchos parecían esperar, ni el reboot que a algunos les gustaría; sin embargo, Starbreeze ha demostrado mucho saber hacer al aceptar el encargo de Syndicate. A pesar de que apenas ha tenido tiempo de construir hype, o quizá por eso —fue anunciado hace apenas cinco meses—, puede ser la demostración de que, entre la supuesta aglomeración de shooters que viven nuestras consolas, todavía hay sitio para propuestas menos ambiciosas y con más posibilidades de acabar sorprendiendo. Esta vez me ha pasado eso: intuía un buen juego, pero no me esperaba terminarme la campaña de una sentada y luego tener muchas ganas de a) repetirla en difícil y b) ponerme a jugar al multijugador lo antes posible. Syndicate ambiciona ser un juego de tiros que los aficionados a los juegos de tiros podamos disfrutar sin ningún complejo; eso es justo lo que, felizmente, ha conseguido Starbreeze. [8]
Redactor
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Tiene un no se que, que que se yo.
Me mola!
Habrá que catarlo entonces
Tengo mucha curiosidad por la campaña. El multijugador de la demo me ha sorprendido bastante: no recuerdo a muchos que jueguen tan bien con la mezcla de cooperativo y competitivo, obligando a trabajar en equipo porque la cosa no es fácil, pero intentando ganar más puntos que los otros tres.
Bien por Starbreezee. Espero que sume y siga.
El multijugador me ha parecido una mierda de las gordas. Tanto gráficamente como jugablemente, apuntar en este shooter es…imposible!
Joder, qué poquitos comentarios para un juego que apunta a AAA.
En los vídeos parece bastante Deus Ex, y parece bastante divertido, así que a mí me lo tienen vendido (cof, cof, cuando llegue a los 13 €, cof, cof)