Análisis de Tekken Hybrid

Tekken Hybrid es un aperitivo. No merece la pena tomárselo como mucho más que eso: su intención de servir de antesala a Tekken Tag Tournament 2 está bastante clara. Lo que este Hybrid nos ofrece es bastante directo, no llevan a engaño a nadie: el primer Tag Tournament en alta definición, una demo del segundo y la película Blood Vengeance, todo ello en un disco de precio reducido que sigue el modelo que ya hemos visto en otros juegos emblemáticos de PlayStation: coge algo que ya sea suficientemente bueno, ponlo en HD y no te esfuerces mucho. Pasó con God of War o con Sly Cooper, pero en este caso en Namco igual se han quedado un poco cortos. El plato principal, Tekken Tag Tournament, es exactamente lo mismo que todos jugamos en su día. Los únicos cambios son los trofeos, sobre los que no hay mucho que decir, y los gráficos, que ahora son en alta definición; desgraciadamente, el mal que le hace al juego subir este escalón es mayor que los beneficios hipotéticos que podría tener. Que la resolución sea mayor sólo sirve para que veamos los defectos más claramente: y no sólo me refiero a que el juego original ya era un Tekken menor en su día (que el minijuego de bolos se sostenga más que el juego en sí tendría que decirnos algo), sino que visualmente, quizá único punto en el que una revisión en HD de Tag Tournament podría tener sentido, chirría más de la cuenta. Todo tiene demasiada pinta de juego de lanzamiento de PlayStation 2, sobre todo si lo ponemos al lado de Tag Tournament 2. Más allá de los gráficos, todo es igual que en su día. Para bien y para mal: a quien le gustara Tag Tournament en su día le gustará hoy, porque es lo mismo y se juega y siendo exactamente igual; un modo online y algún extra para dar un pequeño empujoncito a la decisión de compra habría sido lo ideal, y a estas alturas Tekken es una franquicia con suficiente nombre y base de fans como para que cualquier queja por la desgana que se ve en este Hybrid sea comprensible. Donde sí nos dan un poco más es en la versión Prologue de Tag Tournament 2 que incluye Tekken Hybrid, terriblemente parca en contenido pero que sabe apañárselas para dejarnos con la miel en los labios de una manera espectacular. Las maniobras con nuestro compañero de pelea, los momentos espectaculares cuando interactuamos con los escenarios, los gráficos, efectistas y un poco histriónicos pero muy apropiados… Todo nos deja con ganas de más; frustra mucho poder jugar sólo con cuatro personajes y que no haya lista de movimientos, pero las expectativas están altas. La otra cara de la moneda es que me gustaría estar reseñando un juego, y no una demo puesta a la venta en un disco; por mucho que me haya dejado buen sabor de boca, tampoco es un motivo de compra razonable. La opción de inspeccionar con detenimiento los modelos de los personajes manejando nosotros la cámara tampoco tiene demasiado peso. Para rematar el pack tenemos Tekken: Blood Vengeance, una película de animación en 3D protagonizada por Xiaoyu y Alisa y sobre la que no se puede decir demasiado. Es una high school movie con las habituales intrigas de Tekken, coreografías de combate (la mejor, la primera; la peor, la última) y un buen montón de japonesadas sin demasiado sentido, como la fijación brutal de la cámara por posarse en todo momento en las piernas y el culo de la pareja protagonista. Da la sensación de que se pasan demasiado tiempo desarrollando la amistad de Alisa y Xiaoyu, y cuando llegan los últimos momentos de la película (un gran combate mucho menos inspirado que el que hay entre Nina y Anna al principio, más humilde pero bien coreografiado) se precipitan un montón de personajes y todo se vuelve muy confuso. La película, en definitiva, es espantosa. Así que tenemos un remake poco inspirado de un juego más menor de la cuenta, una demo muy esperanzadora de su segunda parte y una película terrible a niveles sub-Transformers; creo, sinceramente y prefiriendo otros juegos de lucha, que Tekken y sus seguidores merecen mucho más que esto. Como decía, es un aperitivo: una manera un poco fea de cobrarnos cuarenta euros por una demo y quedarse tan contentos, o quizá un ejemplo de remake torpe, ese tipo de reediciones que afean un poco los méritos de los buenos remakes, un fenómeno necesario en el videojuego y que muchos se empeñan en explotar de formas inapropiadas. Tekken Hybrid gustará a los fans del original que no esperen mucho cambio, pero también es un ejemplo de lo que una reedición no debe ser nunca: una revisión sin cariño y demasiado pensada como cebo para fans. [5]