Análisis de Theatrhythm: Final Fantasy

Theatrhythm: Final Fantasy es una curiosa forma de celebrar el vigésimo quinto aniversario de una saga mítica. En lugar de presentarnos un juego que reúna todos los elementos de la serie en forma de gran episodio auto-referencial, Square Enix –sí, esa gran compañía que antaño generaba colas infinitas en Akihabara con cada nueva entrega de su doble efe– decide que para conmemorar tan notoria efeméride experimentara con algo distinto. Así es como surge este pequeño cartuchito para la chiquita 3DS, un título que supone un escopetazo en toda regla a la grandilocuencia típica de la saga. ¿Un juego musical de Final Fantasy? Sí amigos, y contra todo pronóstico es el mejor homenaje que se le podría hacer a este gran nombre del ocio electrónico; al menos si tenemos en cuenta lo mucho que podría liarla la Square Enix actual si quisiera hacer algo más serio… Es a través de un mecánica de juego que sigue los pasos del maravilloso Elite Beat Agents que los autores del título de culto Electroplankton, Indies Zero, consiguen crear un juego que cumple estupendamente su función de gran ejercicio nostálgico. Hasta 70 canciones de las trece entregas principales de Final Fantasy (ni rastro de FFXIV) se dan cita en este juego. El objetivo es seguir el ritmo a base de toques en la pantalla: cuanto mejor lo hagamos (y la dificultad es bastante elevada en los niveles altos) más cositas desbloquearemos. Vídeos, canciones, personajes, cartas… El mecanismo para tenernos enganchados es el ya clásico truquillo del collect ‘em all que tan bien funciona entre el público japonés, que, por cierto, es el target total y absoluto de este experimento. Especialmente acertado es el hecho de que para superar las canciones tengamos que formar una party de cuatro personajes como se ha hecho siempre en los Final Fantasy. Y es que resulta que hay tres tipos de canciones, las tranquilas Field Songs para las cuales será mejor contar con personajes rápidos y suertudos, las frenéticas Battle Songs para las que lo óptimo serán los personajes con fuerza y fortaleza, y las Event Songs, donde no importa el tipo de personaje. El caso es que gracias a intrusión rolera se consigue que Theatrhythm: Final Fantasy no renuncie del todo a su herencia a pesar de tratarse de un juego musical. A su vez, el aspecto cuco de los personajes no les impide ganar experiencia, subir niveles, tener habilidades diferenciadas, equipar con ítems, etc. Son elementos que dan profundidad a esta propuesta y que cobran sentido gracias a los modos Challenge y el Chaos Shrine Mode, donde el nivel de dificultad es realmente un reto. Todo funciona correctamente en Theatrhythm: Final Fantasy. La selección de canciones, el envoltorio que se le ha dado al juego, el juego en sí. Todo bien. Sin embargo, el nicho de público al que va dirigido es clave. Y es que el juego va dirigido sin ningún tipo de tapujos al fan de verdad, el que iba a tiendas de importación para comprarse las bandas sonoras de Nobuo Uematsu, el que en su adolescencia escuchaba en saludable intimidad estas grandes composiciones, ¿el adolescente estúpidamente atormentado?, quizás. Solo esta persona logrará sentir el ritmo nostálgico de este teatrillo de Final Fantasy. [7]