Análisis de Ultra Street Fighter II: The Final Challengers

Qué mala suerte tenemos de que Capcom tenga tan buena suerte: tiene a sus espaldas una colección de clásicos básicos tan poderosa que resulta difícil negarle el derecho a sacar algo como Ultra Street Fighter II: The Final Challengers, la nueva versión de su juego de lucha, que celebra en Nintendo Switch los treinta años de la serie. Celebrad: no todos los días se inventa Street Fighter. Celebrad: no todos los días salen juegos como este, más fáciles de comparar con el ajedrez que con sus coetáneos. Celebrad: si cada vez que un muñeco salta en un videojuego te acuerdas de Mario, parece justificado o justificable pensar en Ryu cuando ves un puñetazo en la napia, dentro o fuera de una pantalla.

Lo básico: Ultra Street Fighter II: The Final Challengers coge Super Street Fighter II Turbo y le aplica una capa de pintura por encima de los legendarios sprites del original y otra de barniz sobre las mecánicas, refinadas y ampliadas en exclusiva para esta nueva versión. Es similar, efectivamente, a lo que hacía HD Remix; aquí se añade la posibilidad de quitar la pintura nueva y dejar a la vista los gráficos clásicos, así como la pista de sonido original, si los preferimos a los dibujos, música y efectos nuevos. Hay un par de personajes nuevos. Violent Ryu y Evil Ken, o viceversa, porque (se me perdone la osadía) lo mismo da: son versiones darks de Ryu y Ken, con cambios notables en su manera de luchar (Evil Ryu, más cercano a Akuma que a su original, es poderoso pero lento y con poca vida; Violent Ken es más rápido y tiene movimientos más fuertes, pero también es más flojo) pero sin mucha más ciencia, entre los sprites reciclados y las animaciones repetidas.

Estos dos personajes son representativos del tipo de novedades que se pueden esperar de Ultra Street Fighter II, que cuando son adecuadas no saben a mucho y cuando saben a algo en realidad no valen para nada. Como estandarte de los retoques mecánicos se podría escoger la posibilidad de cancelar agarres, seguramente el cambio más drástico respecto a otras versiones de Super Street Fighter II Turbo, pero también hay otros, algunos heredados de HD Remix y otros de nueva cosecha: desde los cambios específicos en algunos personajes para hacerlos más accesibles o menos desequilibrados (como es el caso de Cammy o Akuma) hasta los timings de los reversals. Estos retoques no son particularmente evidentes y en realidad son irrelevantes para un porcentaje mayoritario de la población mundial, pero hay algo de fascinante en el respeto casi religioso que existe por estos juegos clásicos que todavía hoy siguen viéndose en torneos y entornos competitivos profesionales: cualquier cambio o añadido puede hacer que la torre entera se venga abajo, después de años y años de perfeccionamiento y puesta a punto minuciosa.

Representando lo otro están, por ejemplo, los combates dúo, en los que dos personas pueden enfrentar a la vez a un mismo oponente (siempre dos contra uno; no es posible hacer combates a cuatro); o también el Camino del Hado, que no tiene nada que ver con un posible renacer de Ryu como hada madrina sino que es una forma de jugar totalmente distinta, que aprovecha las posibilidades gestuales de los Joy-Con y propone hacer frente, en primera persona, a una serie de hordas usando tres movimientos que activan distintos ataques especiales. Es la novedad más vistosa pero también la menos interesante; casi da rabia que hayan destinado más tiempo, al menos en apariencia, a un modo de juego tan irrelevante y vacío (la profundidad es casi nula: de no ser por las pifias que uno pueda hacer con los controles por movimiento, se podría calcular cuánto va a durar una partida en una hoja de Excel) que a repasar los sprites en alta definición, que siguen siendo igual de feos (o bonitos: ahí no me meto) que los de HD Remix. 

(Cuando escribo esto no están activados los modos online, pero tampoco aquí se han roto la cabeza: hay un modo competitivo, en el que se ganan y pierden puntos con cada victoria y derrota, y otro amistoso en el que no hay que preocuparse por esas cosas, y ya está.)

Dice Capcom que una de las intenciones de esta nueva versión es acercar un clásico tan rotundo como Street Fighter II a quienes no lo jugaran en su momento, por juventud o por falta de interés. Creo que hay formas mejores de llamar la atención de la peñíscola, e incluso de mantenerla, que meter con calzador un modo de juego tan malo como el Camino del Hado dentro de, o pegado a, una obra maestra del calibre de Super Street Fighter II Turbo. Estoy disfrutando mucho de esta nueva versión del juego, casi siempre con los gráficos y el sonido retro (cuestión sentimental, en parte, aunque también creo que el dibujo original es mucho más rotundo que el nuevo, incluso hoy), pero es una lástima que se haya desaprovechado la oportunidad para crear un juego que sí esté a la altura de un aniversario como el de Street Fighter. Algo con más sustancia, con más recorrido, con un alcance más documental; algo que sirva para repasar la historia de la serie, quizá, o algo que encapsule lo que hizo (y hace) grande a Street Fighter II y sus mil y una versiones, todas estudiadas y documentadas por una comunidad de fans que vigila píxel a píxel cada variación y cada diferencia. En vez de eso, Capcom ha preferido reempaquetar el HD Remix tocando cuatro cositas, añadiendo un modo que no interesa más allá de la primera partida y un libro de arte escaneado que ni se han molestado en traducir. Los treinta años se suelen celebrar con más ánimo, me han dicho. Qué mala suerte tenemos de que Capcom tenga tan buena suerte, porque con todo Ultra Street Fighter II: The Final Challengers es, o incluye, un juego extraordinario, redondo, que da pasos atrevidos como quien sabe que no va a perder en la vida su trono como calientasofás, que es donde realmente brilla. Qué mala suerte tenemos, con la buena suerte que podríamos tener. [5]