Napoleón dijo una vez algo así como que «para hacer la guerra hacen falta tres cosas: dinero, dinero y más dinero». Esto, y la forma más rápida de conseguirlo, es todo lo que necesitáis saber para avanzar en los a veces desquiciantes niveles del juego que hoy nos ocupa. Lo nuevo de Futuremark Games Studio, los finlandeses de los benchmarks y el Shattered Horizon —aquel FPS multijugador de astronautas tan rompedor, que se pegó una buena hostia precisamente por eso, por rompedor—, se llama Unstoppable Gorg y es un tower defense de simpatiquísima ambientación retrofuturista que le da una nueva vuelta de tuerca al género, de forma casi literal si tenemos en cuenta que el asunto va de girar órbitas de satélites. Con esa estética tan propia de Mars Attacks!, Destroy All Humans! o, poniéndonos puristas, La guerra de los mundos o La invasión de los hombres del espacio, estamos ante una pequeña carta de amor a la serie B cincuentera. La historia, las cinemáticas (que son imágenes de archivo adecuadamente manipuladas), los grafismos, los enemigos, los personajes y hasta la música. Todo forma un precioso espectáculo de marionetas inspirado con un fervor desmedido en ese rollito ultrapatriótico que nos trajo la Guerra Fría, ese «o eres ciudadano americano o eres una mierda que pensamos aplastar». Algo que ya hemos visto mil veces pero que siempre funciona. Así pues, en lo artístico y tratándose de un tower defense, uno agradece no tener que someterse a convencionalismos con torrecicas, cañones, muros y demás mandangas, pero no solo es ahí donde Unstoppable Gorg introduce novedades. La mecánica ha sufrido una mutación sencilla de explicar: debemos defender siempre un núcleo (una nave, la Tierra, lo que sea) alrededor del cual hay diversos anillos de órbitas con ranuras limitadas y fijas donde colocar satélites que nos defiendan de los enemigos. Esta parte ya la conocéis: arma débil, arma potente, arma de largo alcance pero recarga lenta, etc., que en esta ocasión serán cañones espaciales de distinto tipo. Otros satélites cumplen funciones de reparación, ampliación del alcance, y la más importante, generar energía, que siguiendo con la analogía napoleónica, sería el dinero. Estos satélites no hacen nada más que eso, con lo cual ocupan slots solo para aumentar recursos que invertiremos en armas de verdad, así que es esencial empezar siempre colocando uno de estos recolectores de energía que nos permita comprar cañones o subirlos de nivel. Los enemigos, por su parte, se nos aproximan siempre siguiendo rutas trazadas al principio, con lo cual podemos preparar nuestro sistema defensivo partiendo de que sabemos exactamente cómo va a jugar el contrario. Un poco como Mourinho con el Barça: te pueden violar salvajemente, pero nunca sorprenderte. «¿Y dónde está esa mutación, ese cambio tan sencillo de explicar del que hablabas, maldito seas?», os preguntaréis. Pues ya os lo he dicho antes, que no me escucháis: las órbitas. Dándonos la posibilidad de rotarlas como y cuando queramos se gana diversidad en la ejecución de estrategias, improvisación, y se le da una patadita en los huevos a ese defecto intrínseco del género que es la falta de dinamismo. Y esta solución, como si esto fuese filosofía y yo un señor con barba en paro, nos trae un gran problema: la limitación. Los slots están prefijados en las órbitas, así que solo hay que darle un par de vueltas para darse cuenta de que sin querer nos dan la solución. Basta con encajar los satélites en las curvas adecuadas de la ruta enemiga para ver que todo está diseñado para encajar, dejándonos únicamente el reto de elegir qué tipo de satélite colocamos en cada ranura, y esto desemboca en algo que estaría muy bien en otro juego pero aquí desvirtúa un poco la experiencia: todo se basa, al fin y a la postre, en un ensayo-error permanente y un pequeño ejercicio de memorización de patrones. No me malinterpretéis: el juego no es fácil y un servidor ha sudado sangre para terminarlo en dificultad normal (luego hay difícil y Unstoppable, que a buen seguro hará honor a su nombre), pero da la sensación de que otorgándonos la libertad de elegir en qué punto exacto de la órbita ponemos nuestro satélite (y más importante: a qué distancia de los demás satélites) se habría ganado en diversión, en variedad y puede que también en dificultad, pero desde luego el nivel de satisfacción tras vencer en una batalla, la sensación de «esto lo he conseguido yo solito por mis santas pelotas», habría sido mucho mayor y más placentero. Para quienes busquen saciar su afición por los tower defense con algo que sea levemente innovador pero sin volvernos locos, Unstoppable Gorg es una apuesta ideal que además puede presumir de una personalidad embriagadora, un precio adecuadísimo en Steam y una banda sonora en plan Danny Elfman la mar de disfrutable. Quizá la duración se os haga algo escasa si estáis habituados a devorar este tipo de títulos, pero os puedo garantizar que subiendo la dificultad os va a costar un buen montón de horas y dolores de cabeza llegar al final. El capítulo 8, de hecho, es como para enmarcarlo junto al póster de Dark Souls y la portada de Mega Man & Bass; un auténtico hijo de puta premium. [8]
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Grande el análisis. Muy divertido.
El juego, meh, pero MEH.
No sera tan MEH si tiene un 8, aunque supongo que tu pobre opinion se basa en que no te gustan estos juegos, cierto?
@dega
Como puedes sacar tanto de un comentario tan breve? xD A lo mejor no le apetecía liarse a hacer una análisis pero si que le apetecía opinar. Amos digo yo.
@dega
No, lo que pasa es que me he leído el análisis y el juego, leyendo entre líneas, no me ha parecido para tanto.
Que os quedáis con el número al final y parece que lo es todo.
Yo tambien me lo he leido entero, en fin, zas, y aparte, como mucho, pero como mucho, tirando apra abajo, me parece un juego normal, entretenido pa un rato, pero un MEH, asi en mayusculas, pues no.
Ya que opinas dejando algo por los suelos, pon en que te basas.
Tú te has basado en que «tiene un 8» para negar que sea un MEH, no veo eso mucho mejor que lo que ha hecho él.
No viene a cuento y ya casi nadie lo dice pero voto por un Anait sin notas.
PD: Como de costumbre un placer leer a pinjed, el único redactor que hace que me lea sus análisis aun si el juego no me llama la atención lo más mínimo.