Lo que más sorprende de Wolfenstein II: The New Colossus es que B.J. Blazkowicz sea una persona. Sorprende más porque Blazkowicz lleva tiempo siendo una persona, y porque en The New Order, la primera parte de la trilogía en proceso de MachineGames, lo fue más que nunca. Pero a Blazkowicz le cuesta ser persona: leyendo sobre el origen de la palabra strafe, me enteré de que durante la Primera Guerra Mundial vino a referirse algo así como ametrallar objetivos en tierra desde un avión que vuela bajo, por un eslogan alemán, Gott strafe England («Que Dios castigue a Inglaterra»), que los británicos adoptaron de manera irónica, llamando strafe a lo que hacían los aviones alemanes sobre sus ciudades. John Romero la usa con el sentido de «moverse y disparar en línea recta, en este caso, de lado»; el diseñador comenta que en Wolfenstein 3D la dinámica básica del juego consiste en un «bombardeo lateral mientras te mueves y disparas a todo».
Casi suena como si el Blazkowicz de Wolfenstein 3D, su primera aparición, fuera un tanque y no un ser humano; como si, de poder mirar hacia abajo, se fuera a encontrar con unas ruedas y no con unas piernas. Leyendo un libro de Justo Navarro, El videojugador, encontré algunas referencias a Wolfenstein 3D: «Se supone que soy Blazkowicz», escribe Navarro. «Veo como una cámara lo que ve el prisionero armado mientras corre en su fuga y liquida enemigos». El personaje/jugador está «representado en la pantalla sólo por una parte de su cuerpo o de su equipo: la mano armada o el arma», porque Blazkowicz no es una persona sino una forma de convertir lo que se espera que haga el jugador (ese «bombardeo lateral mientras te mueves y disparas a todo») en una píldora de información imposible de malinterpretar. Tienes que matar y no dejar que te maten: que los enemigos de esos juegos seminales de id Software sean nazis y demonios hace imposible tener dudas sobre lo que tienes que hacer. Eres una cámara que elimina el mal.
Por eso no me esperaba que Wolfenstein II fuera a interesarme precisamente por lo que cuenta, en vez de por lo que mato. The New Colossus comienza con un Blazkowicz muy herido, como se vio al final de The New Order, que consigue sobrevivir pero muy deteriorado; el primer encontronazo con las tropas de Frau Engel, la villana, te pilla tan jodido que tienes que moverte en silla de ruedas, atravesando los estrechos pasillos de un submarino con dificultad. Cuando Blazkowicz mira abajo ve las ruedas de la silla, y cuando tú miras abajo ves que tu marcador de vida no consigue estabilizarse en 100, la cantidad máxima canónica de puntos de salud, sino que desciende sin remedio hasta 50. Por escrito suena a recurso fácil, pero la verdad es que todavía choca cuando un juego se atreve a ser incómodo, en el sentido de trastear con las fantasías de poder, ni siquiera anulándolas sino ofreciendo otras distintas. Ocurren muchas cosas en este primer tramo del juego: Blazkowicz mata a un montón de nazis, ve morir a gente cercana, recupera la movilidad, recuerda su infancia, mata a más nazis, se atormenta, vuelve a perder la movilidad; un poco de todo.
Casi todas las luces y sombras de Wolfenstein II están contenidas ya en las primeras horas. Los momentos realmente interesantes y divertidos se mezclan con secciones menos inspiradas, que a menudo son las que tienen que lidiar con unas entrañas que quieren ser multiusos y que acaban sirviendo casi a pesar de sí mismas; los buenos niveles y las escenas narrativas brillantes, por ponerlo de otra manera, están al lado de mapas confusos y que quieren valer para el combate directo y la exploración sigilosa a partes iguales, y que acaban liándose y funcionando solo a medias, o con menos fluidez y soltura de la que parecen desear.
Como en The New Order, una parte importante del juego se estructura alrededor de una zona segura en la que tus aliados viven y conviven y desde la que llegas a los diferentes niveles. Este cuartel general improvisado sirve como refugio en el que los personajes pueden, lejos de las balas y los soldados, relacionarse y planificar sus próximos movimientos. Son los momentos humanos que se producen en este lugar los que dan un sentido a las infiltraciones y tiroteos que vienen después: las largas escenas de vídeo en las que se hacen explícitos los lazos que unen a unas personas con otras, pero también los destellos de realidad que van dejándose ver aquí y allá mientras te mueves, quizá siguiendo sin pensar el marcador que indica dónde está el próximo objetivo: Max Hass preocupado por la muerte de un cerdo, imprescindible para comer su carne; Grace durmiendo una siesta, agotada y aprovechando que su bebé está también dormido; Super Spesh dejando a un lado sus teorías de la conspiración y sus monólogos delirantes, rendido ante la presencia de un retrete funcional en el que evacuar después de tanto tiempo viviendo de manera precaria como parte de la Resistencia Americana que lucha contra los nazis, líderes ahora también de los Estados Unidos.
Hay mucho talento e inteligencia en estas partes más contemplativas, en las que la interacción se basa en mirar y leer. El diseño de estos espacios narrativos, que tienen una utilidad práctica pero también dicen mucho sobre la gente que los habita, es excelente y no solo se ve en el cuartel general, aunque es donde más evidente se hace la buena mano de MachineGames a la hora de explorar esta idea de Wolfenstein como drama de personajes camuflado dentro de una peli de serie B con escenas de acción jugables.
Cuando toca ponerse pistolas a la obra la cosa es mucho más irregular. Como juego de disparos, Wolfenstein II es competente pero no excelente: como The New Order, mezcla partes de infiltración con otras en las que solo se sobrevive disparando rápido y disparando bien. En ambos casos, conocer el espacio se vuelve clave; es aquí donde The New Colossus me ha parecido estar un peldaño por debajo que su antecesor. La pistola y la escopeta siguen destacando en un arsenal que está a medio camino entre lo retro y lo actual: su espíritu tiene algo de la inocencia o la frescura de los shooters de los 90, pero también tienen sus sistemas de mejora para aumentar sus capacidades, algunas más o menos opcionales (cargadores más grandes, miras telescópicas) y otras casi imprescindibles, como el silenciador de la pistola. La idea se entiende: potenciar aquello que se adapta mejor a tu manera de jugar y dejar para lo último o ignorar las mejoras que no te encajan, mientras el otro sistema va haciendo su parte actualizando otras cosas a medida que alcanzamos hitos de progresión específicos: equis disparos a la cabeza, equis muertes con sigilo, equis códigos enigma recogidos.
La mayoría de puntos flacos son, pues, herencia de la primera entrega; la cantidad algo excesiva de coleccionables, los problemas de feedback de las armas y los ataques enemigos, el renqueo de tener que inspeccionar los suelos tras cada tiroteo en busca de botiquines y piezas de escudo para llegar con posibilidades de éxito a la siguiente sección. Sobre todo o casi todo esto escribí en 2014, cuando salió The New Order, aunque lo cierto es que no me acordaba mucho: imagino que el tiempo hace su trabajo y lima esas asperezas, pero están ahí y son producto del trabajo consciente de MachineGames.
Pero lo cierto es que ni siquiera son problemas; son asperezas, en el peor de los casos. Lo compensan los buenos momentos: los tiroteos más feroces (y espectaculares: el salto gráfico es considerable, y es muy inteligente la forma en que se usan la luz, las partículas y el sonido para darle impacto a los disparos), las infiltraciones más exitosas y todo lo que rodea a la historia de Blazkowicz y su grupo de outsiders en su misión para derrocar al nazismo. Llenar de matices y retruécanos posmodernos la enésima entrega de Wolfenstein es el tipo de maniobra imposible que personalmente jamás pensé ver en mi Xbox One; que MachineGames abrace con tanta alegría este desafío, y que lo haga tan bien, es casi un milagro. Es imposible no analizar todo lo que ocurre en este Wolfenstein con una lupa un poco más grande de lo habitual; si The Old Blood era un guiño a ese Castillo Wolfensein que da nombre a la serie, The New Colossus se mira todavía más en el espejo y obliga a Blazkowicz a conocerse a sí mismo desde la perspectiva del otro: sus amigos y sus enemigos, su familia, la gente que extiende rumores, los diseñadores que crean videojuegos basados en él (hay un juego dentro del juego, Wolfstone 3D, en el que somos un joven nazi que tiene que buscar y matar a Blazkowicz, que sustituye a Hitler en este universo alternativo). El tramo final es especialmente inteligente en este sentido.
Wolfenstein II: The New Colossus es un juego poco ortodoxo que flaquea en los momentos en los que se impone la ortodoxia: cuando la infiltración y la acción se ponen la zancadilla, cuando el sistema de mejoras no consigue tener un sentido claro, cuando es casi como el resto de juegos de disparos pero no. Como su Blazkowicz, que es el héroe de juego de disparos por excelencia pero no; es un Übermensch raro, porque no es un casco vacío en el que meter la cabezota sino un personaje lleno de significado al que hay que escuchar y comprender, que habla y piensa y siente, continuando con lo que se proponía en The New Order y dejando ver en el horizonte un nuevo capítulo que cierre una trilogía memorable. Me siguen incomodando sus contradicciones, pero MachineGames sabe contextualizarlas dentro de una engañosa historieta de folletín que esconde mucho más de lo que los mechas nazis o las hiperbólicas escenas de acción darían a entender en otro juego; en otro Wolfenstein, como sabemos de primera mano. [8]
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Comprendo, las segundas partes de una trilogía suelen ser la mejor entrega o el puente de algo mejor, New Colossus parece que le tocó ser el puente.
La verdad es que, a pesar de ser un buen juego, no me evitó cierta decepción.
Arranca lento y cuando se pone interesante (el juicio) ya había perdido mi atención, desviada totalmente hacia una historia digna de la mejor serie B.
Mientras que los dos primeros me mantuvieron por los tiros, este lo hizo por el argumento. No sé que perdió está nueva iteración por el camino pero esta claro que algo cambió entre Old Blood y New Colossus
Yo me sigo quedando con los dos primeros.
Siendo sinceros, no pude evitar «criticaros» mentalmente en el podcast que hicisteis sobre el juego, donde sinceramente no comprendia como comentabais ciertos aspectos negativos del mismo. No entendia que se hubieran salido de un camino tan solido y bien hecho como el que tenian detras. Ahora sigo sin compartir algunas cosas que comentasteis del sigilo pero si que, por desgracia, comprendo y comparto mas vuestras criticas hacia ciertos aspectos jugables.
Muy de acuerdo en todo. Es un juego muy muy gamberro y tiene algunas secuencias desternillantes y sorprendentes (una de ellas de tener muy poca vergüenza por lo disparatada) dignas de spoilercast. Disfruté más con estas movidas que con los disparos en sí, cierto.
El un juego que está muy bien, aún no llegando al nivel de los dos anteriores. Muy recomendable para el que le gusten los shooters para un jugador.
Grandísimo análisis y después de pasármelo también creo que coincido en todo.
Lo esperaremos para switch a ver que tal les sale. Me leo el analisis mas tarde si tengo un rato.
Hay que ser muy bestia para poner texto blanco en fondo rojo y esperar que a la peña no le sangren los ojos.
@sehio_spiegel
A mi no me molesta. De todas formas igual esa era la intencion y estas haciendo spoiler.
Yo estoy con el «primero» ahora y joder, estoy jugando en dificil y me he atascado fuertemente en una zona cerca del final.
Escribo esto para contar lo duro que se está haciendo la posibilidad de tener que bajarlo a normal y como mi kokoro harcore gamer está terriblemente afligido.
No leeré el análisis porque espero jugarlo mas pronto que tarde.
En el Fun and Serious la gente de Machinegames comentó que de cara a los DLC’s van a dejar la narrativa de lado y se centrarán en esa acción «over the top» tan propia de la saga (cada DLC es una historia que escribe un tripulante del submarino que sirve de base de la resistencia). Una pena, porque es en la parte narrativa donde me ha ganado este Nuevo Coloso; aunque quizá si la dejan de lado acaben por pulir esos pequeños problemas de ritmo que lastran un poco los tiroteos.
Yo jugué a la corta demo que sacaron. Quizás lo que pruebas en ella es un tanto extremo, ya que es lo primero del juego (la fase del submarino), pero sí me dio esa sensación de que molaba más todo lo que había alrededor de los disparos que el disparar en sí.
Y si vienes del Doom que es un juego de disparos top… De todos modos sigo pendiente de pillar los primeros en algún momento, así que todavía me queda para ponerme con éste.
Es un juego que me interesa por al atmósfera y la trama, pero me tiran todas las críticas contra ciertas mecánicas y diseño de mapas.
@chiconuclear
Mejor o peor que The old blood?
@chiconuclear Genial análisis, muy de acuerdo con casi todo lo que dices. Me alegra que te gustara el submarino 😉
Yo lo he disfrutado bastante más que el primero. Igual es que lo he cogido con más ganas, no sé. Y eso que no soy nada de fps.
El próximo Wolfenstein será un walking simukator.
@gegrmova
@darthbender después de ver lo decente de DOOM, yo también me espero a la review de switch para jugarlo 😉
El tema es que esta teniendo ya varias rebajas, entiendo que porque no estaba vendiendo lo esperado, asi que lo mismo cae antes en ps4 pero me molaria jugarlo en swith la verdad, veremos a ver
Ya llevo mucho tiempo tentado por la saga, y parecen juegos obligados, creo que voy a hacer maratón y me voy a pasar el 1 y el 2, a ver a que saben!
Después de que me gustará muchísimo el new order y su dlc, éste ha fallado para mí en lo fundamental: unos escenarios nada originales o interesantes, una historia inexistente… muy mal