Un concierto de black metal noruego
Análisis de War of the Vikings
Quiere ser el Counter-Strike de los vikingos y termina siendo el QWOP de Vickie el vikingo.
Quiere ser el Counter-Strike de los vikingos y termina siendo el QWOP de Vickie el vikingo.
Nintendo remata su repaso a su primera consola de sobremesa con una secuela mejor escogida, mejor pensada y que sigue despertando las mismas dudas.
Limbo + Final Fantasy VI + UbiArt, decía Ubi. Su precioso RPG acaba sumando un menos de lo que debería por lo solos que están sus combates por turnos.
Controlar a un ave debería ser una experiencia vibrante; el hombre siempre ha fantaseado con dos superpoderes aviares: volar y cagar sobre sus enemigos.
Kadokawa Games demuestra su saber hacer sin salirse de la hoja de ruta que cualquiera podría esperar en un dungeon crawler de cuadrícula y en primera persona.
Un psicodélico viaje musical que llama con sus cantos de tecnosirena a cierto grupo de jugadores que tienen como denominador común la creatividad.
ParityBit lleva su simulador de gestión a 3DS manteniendo la obsesión enfermiza por un esquematismo que es, a la vez, lo que lo hace único y le pone la zancadilla.
El trap’em up de Tecmo vuelve, en PlayStation 3 y Vita, para expandir la palabra del combate pasivo y la trampa puesta con mala intención.
Telltale cierra el tercer capítulo subiendo el listón un poco más y sembrando esas expectativas que dan sentido a un lanzamiento episódico.
El juego de Blizzard se expande, se actualiza y mejora con esta expansión, terminando de redondear la experiencia casi dos años después de su lanzamiento.