Occidente os sienta tan bien
Análisis de Castlevania: Lords of Shadow – Mirror of Fate
MercurySteam demuestran de nuevo por qué se ganaron la confianza de Konami para rehacer, de arriba a abajo, una de sus series más representativas.
MercurySteam demuestran de nuevo por qué se ganaron la confianza de Konami para rehacer, de arriba a abajo, una de sus series más representativas.
El mejor ejemplo de todo lo bueno que puede traer la fiebre del freemium… y también de todo lo malo.
«Debes ofrecer a la gente lo que quiere.»
—Eli Thompson
Lo último de Crytek destaca por sus increíbles gráficos y su espectacularidad, pero también tiene algún acierto muy agradable en lo jugable.
Quizá el problema de Ken’s Rage 2 es esa forma de moverse entre dos aguas: como hack’n’slash tradicional desde luego no funciona, pero como Musou tampoco.
Mucho más de PlatinumGames que de Kojima Productions. Mucho más de género que de franquicia. Metal Gear Rising quiere ser primero un excelente juego y después, ya veremos.
Con Aliens: Colonial Marines la experiencia ha sido amarga, dolorosa y decepcionante hasta niveles insospechados. Que algo tan unánimemente bueno como Aliens tenga un reflejo como este en nuestra industria, tan inadmisible y tan atroz, es algo que debería preocupar a más de uno, empezando por sus responsables, sean quienes sean. Ni el fan service a base de cameos y grabaciones o el material narrativo tomado prestado a la película sirven…
Imagino que el zen de Zen Pinball 2 viene del nombre de su estudio, y que no tiene nada que ver con el budismo; sin embargo, el estado mental en el que se entra en una buena partida de pinball no está muy alejada a esa meditación con la que se pretende alcanzar el nirvana.
Aunque no comparto lo de vincular eso con la ambición, es cierto que la trama de Dead Space 3 se alarga más, en espacio y en tiempo. Algo sucede en Tau Volantis, ese planeta helado, doscientos años antes de que el amigo Isaac Clarke se estrelle ahí; precisamente por eso, el final del trayecto está […]
Desde ese momento en que tenías dos añitos y tus manos pringadas de solo Dios sabe qué tiraron del cable del teléfono y empezaste a marcar números al azar y a balbucear cantinelas ridículas al auricular mientras tu abuela esprintaba por el pasillo, el flequillo brincando y los brazos agitándose en el aire, exclamando «noooo» […]