Review - New Super Mario Bros.

Martes, 19:40. Era una tarde tranquila, suficientemente tranquila como para poder saborear un whisky sour y El Esplín de París; esa prosa delicada y desgarradora, más poética que la poesía misma, se saborea, no se lee. El fuego de la chimenea era relajante. El crepitar de los leños luchando en una guerra contra el fuego perdida de antemano es la única música que se necesita en una tarde tan tranquila, pero aún así el Concierto para violín en re mayor opus 35 de Chaikovski revoloteaba por la estancia, como revoloteaba el humo de los habanos. Demasiado bonito. La puerta recibió un par de buenos golpes. “Adelante”, dije. Era Ivana. – Tiene una llamada, señor -, dijo ella, con el teléfono sobre la bandeja dorada, – es el señor Xavi, parece preocupado. Xavi, Xavi… ¿qué sería esta vez? ¿Una pieza de la cubertería rococó se le habría perdido, quizá? ¿O el cabrón de Bill [Gates, fundador de Microsoft] retándole otra vez a dieciocho hoyos y quería que yo fuera su caddie? No, joder, esta vez sí que paso de llevarte los palos como si fuera su jodida chacha. Pero no, era mucho más importante (incluso grave, si se me permite la osadía) que todo eso. – Estamos jodidos, estamos realmente jodidos -, decía una y otra vez. – Cálmate, coño, y explícame de qué va todo esto. – Me acaba de llamar Shigeru [Miyamoto, Creador en general], estaba muy borracho, no hacía más que gritar que había entrado en Anait y estaba indignado porque no habíamos reseñado ningún juego de Mario, y que Mario era el personaje más carismático del puto mundo, y que o reseñábamos un maldito juego de Mario o que nos olvidáramos de ir el jueves a la fiesta en su ático. Joder, ese ático es tan grande como dos campos de fútbol, y recuerda las piscinas y todas esas chicas en bikini y los cuencos llenos de cocaína… ¡como nos deje fuera te juro que saldré a la calle y le pegaré un tiro al primero que se me ponga por delante, te lo juro, joder! – Calma, chico, tengo una solución. Llama a Shigeru y dile que ya hay un análisis en camino -, contesté sin titubear-. Ah, y que me guarde una habitación de las dobles, que la última vez sólo entramos cinco. Él ya sabe a lo que me refiero. Unas cuantas anécdotas y risas después, colgamos el teléfono. Devolví la atención a saborear mi licor y mi lectura. Era una tarde tranquila, suficientemente tranquila como para poder saborear un whisky sour y El Esplín de París; esa prosa delicada y desgarradora, más poética que la poesía misma, se saborea, no se lee. Jueves, 16:20. Llegó el jueves, y Shigeru nos recibió en su ático, tal y como habíamos convenido. En un primer paseo pude ver que prácticamente todos los que era de suponer que estarían en la fiesta habían ido. Reggie, Shigesato, Satoru… Sobre la fiesta en sí, qué decir. Unos canapés por aquí, unas copas por allá, que si vamos a la piscina, que mis amigas están allí, que si por qué no vamos a jugar a mi habitación, que mis sábanas están impregnadas en coca. No, vamos a la mía, que además de lo de las sábanas impregnadas en coca es doble. Llegó el viernes por la tarde, y terminó la fiesta. Xavi me había dejado una nota. Pep y él se habían ido, me llamarían el domingo para ir a echar unos hoyos al campo de Ikael. Se fueron muy pronto. Están viejos para esos trotes, no así Shigeru, que seguía dándole cuando yo me fui. Todo salió según lo planeado. Pero no acaba aquí la cosa. Hicimos una promesa a Shigeru, y ahora toca cumplirla. Y a eso voy. Damas y caballeros, con ustedes… NEW SUPER MARIO BROS., The Review. No creo que, a estas alturas del siglo XXI, alguien desconozca quién es Mario. Todo el mundo conoce a Mario, el italoamericano más famoso de la historia. Mickey Mouse es la mascota de una charcutería de barrio comparado con Mario. Este New Super Mario Bros. es básicamente lo que su título indica. Consejo para los lectores #1: si el título del juego te dice exactamente a qué vas a jugar, leer más sobre el mismo entra en la categoría de ejercicio anaeróbico. En este caso, como ya he dicho, se cumple: NSMB es un nuevo Super Mario Bros. Nada de remakes del original, nada de ports calcados, nada de nueva jugabilidad, nada de entornos tridimensionales amplísimos. Esta vez no. Llevábamos esperando un nuevo plataformas 2D protagonizado por Mario quince años. ¡Quince años! Eso es prácticamente toda mi vida. Por eso, quizá, este NSMB me ha dejado tan buen sabor de boca: llevaba toda la vida esperándolo. Empecemos hablando de cómo luce el juego, porque en este caso es especialmente importante ((Es inútil decir que no importa, que lo que realmente importa es la jugabilidad y todas esas paparruchas que os tenéis aprendidas como loros.)). Gráficamente es bonito: modelos tridimensionales bien animados –posiblemente copypasteados del Mario 64 DS, pero eso ya son pajas mentales mías– combinados con sprites que dan bastante sensación de tridimensionalidad, cosa que ayuda a conseguir esa homogeneidad tan visualmente agradable; ambientes variados y entrañablemente típicos (todos los juegos deberían tener, al menos, un mundo de nieve, uno de desierto y otro de agua. ¡Al menos!) que sonarán a todos los que hayan jugado a cualquier Mario. Merece júbilo y danzas rituales la vuelta de las casas encantadas, aunque sean bastante cutrillas en comparación con otras pantallas que son puro amor en dos dimensiones. Pero, ¡eh! Todo a su tiempo. Os voy a confesar algo. Soy una puta de lo retro. A poco que me pongan cuatro tonterías que me recuerden a mi infancia o que suenen a Game Boy se ganan mi pequeño pero bien nutrido corazón. Quizá por eso no soy objetivo al hablar de este juego, pero quizá por eso deberías estar leyendo otra cosa, como ya apunté bastantes líneas más arriba. New Super Mario Bros. tiene muchas cosas que harán pensar automáticamente en los anteriores Marios de desarrollo 2D: el mapa recuerda poderosamente al de SMB3, con sus casas champiñón y demás imaginería, niveles calcados del original (el primer mundo), desviaciones que abren rutas alternativas como en Super Mario World… Como en Super Mario Bros., el juego está compuesto por ocho mundos, dos de los cuales son secretos. Vale, no son secretos, quiero decir, se ven, aparecen claramente en el mapa general, pero llegar a ellos no es tan fácil como eliminar al jefe final del mundo anterior y llegar a la primera pantalla del siguiente, sino que hay que eliminarlo siendo (spoiler) mini Mario. La cantidad de niveles, si bien en un principio parecía enorme, se queda, quizá, un poco corta. Realmente no es que haya pocos, sino que entran bien, y cuando quieres darte cuenta estás viendo los créditos con la impresión de que todo ha pasado demasiado rápido. Pero por suerte, y no leeréis esto de mi puño y letra muchas veces, la recolección de objetos hace que sea bastante rejugable. Cuando acabas el juego no se te promete absolutamente nada como recompensa por conseguir todas las monedas estrella, pero es una labor agradable aunque sólo sea por echarle un vistazo a los niveles otra vez. Algunas monedas estrella son, además, bastante difíciles de conseguir, y hace falta intentar más de lo que a priori parece alguna pantalla (casas fantasma, grrr), con lo cual la vida del juego se alarga lo suficiente para un producto así. No esperéis 300 horas de juego ni nada así para conseguir todo, vaya. La historia es perfecta: Mario y Peach pasean plácidamente, cuando de repente una nube ataca el Castillo de Peach. Mario, deseoso como siempre de hacer el bien, corre a ver qué ocurre, y en el instante que deja a Peach sola, Baby Bowser llega y la rapta. Por supuesto, Mario se ve en la obligación moral de salvarla, o quizá sea inercia ya, quién sabe. Llegó el turno que todos estabais esperando, la jugabilidad. ¿Qué tal se mueve Mario esta vez? Hay cambios que al principio harán a los mas puretas proferir terribles exclamaciones de pánico y odio, o quizá no y las acepten automáticamente, como sería lógico y normal. Una de ellas, que igual no es importante realmente, pero a mí me costó acostumbrarme, es el salto de pared. Si bien he de reconocer que en algunas ocasiones es realmente útil (cuando no imprescindible, claro), yo vengo del Super Mario Bros. original y estas funciones novedosas que os ponen a los chiquillos me aturden un poco al principio. Para los que no sepan qué es esto del salto de pared ni se lo intuyan (en cuyo caso recomiendo ojear este pequeño texto para saber cómo conseguir ayuda), es ese pequeño brinco que da Mario tras deslizarse en una superficie vertical, indispensable para conseguir alguna moneda estrella o para encontrar alguna salida alternativa. El resto de movimientos son conocidos por todos; especial mención requiere la vuelta de las rejillas por las que Mario puede trepar, y esas adorables hostias para cambiar de lado o para tirar a los enemigos, que no recuerdo haber visto en todo su esplendor desde Super Mario World (Super Mario Sunshine no cuenta). Como ya dije antes, algunas pantallas son puro amor bidimensional. No diré que son lo mejor que he visto en mucho tiempo, no llegará hasta ahí mi fanboyismo (porque de hecho he visto mejor y gratis, así sin pensar demasiado), pero el diseño de niveles es desde luego muy bueno. A esto únase toda la imaginería Mario que tantos y tantos buenos recuerdos trae y tenemos una mezcla bastante potente. En general los niveles tienen, para resumir, un diseño bueno; cierto también que algunos entran mejor, del tirón y con una sensación muy agradable al final, cuando asimilas que ha acabado, mientras que otros (pocos, la verdad) se juegan con algo menos de ganas y pueden resultar difíciles, no por la dificultad propiamente dicha, si no más bien por esa falta de ganas que hace que los sentidos no estén tan alerta, llegando a morir una y otra vez en el mismo sitio (normalmente lugares aparentemente sin ningún tipo de complicación y que hacen que te sientas como un maldito inútil), y lo único que deseas es que acabe cuanto antes para jugar el siguiente, porque sabes que seguramente sea una experiencia tan agradable como ha sido hasta el momento, al igual que sabes que no te va a fallar. En cierto modo, efectivamente, tienen cierta similitud con los supositorios. Pero eso es otra historia. Con esto, amigos míos, llegamos al final de la reseña. ¿Corta, escasa, me dejo muchas cosas? Sí, sí y sí. Pero sería absurdo seguir dándole vueltas. Lo que dije al principio sobre los juegos que te dicen todo lo que necesitas saber con sólo leer el título iba en serio. Además, nuestra deuda con Shigeru está totalmente saldada, con lo que podemos volver a disfrutar de las mieles del éxito social como hemos hecho toda nuestra vida, que no sabemos hacer otra cosa. Y ahora, si me permiten, dejo la pluma. ¡No hemos dejado sin agua a no-sé-cuál pueblo para ahora no aprovechar esos dieciocho hoyitos que nos ha dado Dios™, no señor!